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Angie García lleva seis años viviendo en Europa, sin embargo, cada vez que entra a la cocina de su apartamento tiene la sensación…

Angie García lleva seis años viviendo en Europa, sin embargo, cada vez que entra a la cocina de su apartamento tiene la sensación de que está en República Dominicana.

En ese espacio se cuecen alimentos que le recuerdan con frecuencia su tierra natal.

Para Angie resulta difícil desprenderse de algunos productos agropecuarios dominicanos que consume desde pequeña y con los cuales su paladar ha logrado una gran empatía.

Por eso, no es extraño encontrarla en un establecimiento comercial de Portugal, donde está actualmente, adquiriendo plátanos, mangos, batata o yuca de origen dominicano.

Como ella hay muchos criollos residiendo en diversos puntos geográficos de Estados Unidos y de Europa, que no se acostumbran con facilidad a dejar de consumir productos cultivados en suelos dominicanos, y con frecuencia se valen de amigos y familiares para que “le hagan llegar” cosas que le recuerdan su país y sus costumbres.

Son personas que con el tiempo han logrado conformar un mercado de consumidores  denominado “de productos nostálgicos, étnicos o de añoranzas”. No se trata de un mercado exclusivo de los dominicanos.

En el mundo hay personas de todas las nacionalidades que estando fuera de su lugar de origen, aspiran consumir los productos de éstos.

En el caso dominicano, las exportaciones de rubros agropecuarios y agroindustriales, catalogados como nostálgicos, generaron divisas entre 2010 y 2011 por US102.9 millones, de acuerdo a cifras del Centro de Exportación e Inversión (CEI-RD).

El valor exportado creció, al pasar de US$50.3 millones en 2010 a US$52.9 millones en 2011.

Sin embargo, los números pudieran ser más abultados, si los productores criollos y las autoridades aprovecharan del todo el potencial que tiene el país y la capacidad receptora del comercio internacional.

Además de las exportaciones formales existe un traslado “mano a mano”, para gentes que piden a sus familias o amigos enviarles una funda de menta verde, una botella de ron, una arepa, un champú, una leche evaporada o un salami, entre otros.

Se ha calculado que la comunidad hispana en EE.UU alcanza los 50 millones de habitantes y se prevé que para el 2050 ese segmento será la mayoría étnica en ese país. Es decir, que habrá más ciudadanos de origen hispano que los propios anglosajones de EE.UU.

Se trata de una situación que puede ser aprovechada por los exportadores criollos, porque cada una de esas personas acoge con beneplácito los productos que conoce.

Los productos étnicos son parte de la cultura e idiosincrasia de la gente. Es decir, que por ejemplo, un dominicano que ha vivido en Moca “da lo que no tiene” por consumir donde se encuentra la conocida yuca mocana.

Ese comportamiento explica por qué existen dominicanas que compran las hojas de plátano en los supermercados de las naciones donde viven para tapar el arroz cuando cocinan, asumiendo que eso le da un toque culinario al alimento.

El Departamento de Comercio de EE.UU ha calculado que los dominicanos consumen US$4,000 millones cada año, solo en el Estado de Nueva York.

Los productos de añoranza exportados desde República Dominicana son: sazones y condimentos preparados, manteca de cacao, plátano, batata, lechosa, naranjas agrias y agrio de naranja, casabe, condimentos en cubitos (sopitas), hierbas aromáticas, buen pan o pan de frutas, yautía, limoncillos y vainilla líquida.

También orégano, dulce de guayaba, dulce de leche y de coco, bija, salcocho congelado, mabí, tamarindo, entre otros.

El vicepresidente ejecutivo de la Junta Agroempresarial Dominicana (JAD), Osmar Benítez, sostiene que una de las agriculturas del futuro debe surgir de la concentración de esfuerzos de inversión para producir bienes exportables de alto consumo cultural dominicano y de otras etnias que emigraron de sus países de orígenes hacia los centros urbanos de las grande ciudades del mundo.

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