Venezuela ante el espejo de Ucrania

Victor Yanukovich había sido electo en febrero del 2010. Esto significa que, justo cuando es apartado del poder el pasado 22 de febrero, le restaba un año al frente del gobierno de Ucrania.

Victor Yanukovich había sido electo en febrero del 2010. Esto significa que, justo cuando es apartado del poder el pasado 22 de febrero, le restaba un año al frente del gobierno de Ucrania.Las comparaciones por lo general resultan siempre odiosas, sin embargo, es prácticamente imposible para los ciudadanos del siglo XXI eludirse de la arremetida de informaciones que surgen, alrededor de hechos importantes, desde todos lados y desde las distintas plataformas de información, incluyendo – muy especialmente- las redes sociales.

Es así como las imágenes de los enfrentamientos en Kiev, Ucrania, se sucedían una a la otra en televisión, periódicos nacionales e internacionales, así como en las redes sociales. Y esas imágenes muy pronto, después de que en Venezuela se iniciaran las “protestas” del 12 de febrero, se confundían, a veces a propósito –tal vez- con la realidad en las calles venezolanas.

Jóvenes con las caras tapadas, mujeres, personas heridas, militares en formación de contragolpe, fuego, escombros, “barricadas”, mentiras oficiales y de la oposición por los medios internacionales, marchas en pro y en contra del oficialismo, muestras de apoyo y/o de desafección de figuras nacionales e internacionales hacia ambos bandos, mutuas acusaciones gobierno y oposición y un largo etcétera… esto en Ucrania… pero también en Venezuela. Y en ambos casos, la preocupación legítima de la comunidad internacional, no de la cosmética, sino de aquella que cree en la paz; en la concordia; que es capaz de amar a ciudadanos del mundo sin siquiera haberles conocido nunca y sabedora incluso de que nunca le conocerá.

Paralelamente, la otra comunidad internacional, la que sabe con detalles escalofriantes lo que se juegan las partes en conflicto; aquella que está consciente de los cuantiosos recursos que se emplean en esas campañas para derrocar gobiernos democráticamente establecidos; la misma que se agolpa alrededor de una u otra parte basando su simpatía en lo que los “hermanos mayores” pueden o no pueden hacer –positivo o negativo- por los intereses nacionales de cada uno, solo espera al desenlace de los hechos para sumarse a las felicitaciones y/o a las lamentaciones de rigor.

En fin, en Venezuela, incluso ahora, cuando escribo estas líneas acaba de llegarme la noticia de otra persona muerta como resultado de las movilizaciones que se producen allí.

¿Hay que estar del lado de Maduro para lamentar esta situación que se produce en Venezuela?

Definitivamente no es así. Sin embargo, del lado que hay que estar es del de la democracia. De aquel que respeta las reglas del juego político establecidas por ésta, que ambos, gobierno y oposición levantan en sus altares. Y para eso, lo más importante es que se respete la decisión de la mayoría expresada en las urnas electorales, aguardando los plazos necesarios para darle a cada quien lo suyo.

En ambos casos, Ucrania y Venezuela, no se está respetando la democracia que defendemos y que ellos mismos dicen defender y respetar. Con esto no justifico las acciones aviesas de ningún gobierno bajo ninguna circunstancia, sin embargo, el juego democrático tiene sus reglas, por tanto, los jugadores al aceptarlas, deben regirse por ellas hasta que termine el mismo o, en caso de no obtemperar a ese criterio, prepararse para la odiosa anarquía que le reditúa pingues beneficios a otros actores de la alta política, pero que a la población tan solo le entrega ciudadanos, amigos, vecinos, hermanos muertos, mutilados, desaparecidos.

Victor Yanukovich en Ucrania es historia. Cuando se iniciaron las protestas en noviembre del 2013 en un parque de Kiev, tan solo se reclamaba que no rechazara un plan para adherirse a la Unión Europea y luego, a través de los meses, con la decisión del gobierno de reprimir a sangre y fuego las manifestaciones, se produce la radicalización del objetivo por el que luchaban y, de aquel motivo minimalista, se cambia transversalmente al maximalista propósito político de defenestrar al gobierno electo. El resultado es más que conocido.

Con Maduro en Venezuela, si comparamos el proceso de llamado popular hacia la acción social, ha sucedido lo inverso que en Ucrania. El 12 de febrero, Leopoldo López, de seguro con su propia agenda política, reforzada por los motivos lesionados de la clase social a la que pertenece, así como con la propósito de romper con el liderazgo virtual de Capriles Radonski en los sectores de la oposición, de manera irreflexiva llama a la destitución del presidente electo – aun con cuestionamientos es una realidad insoslayable su elección en las urnas- y se emprenden acciones que, según su razonamiento y la de sus acólitos y quizás patrocinadores, darían al traste con la caída del gobierno de Maduro.

Si torpe fue el llamado de este sector de la oposición, más torpe aun y quizás con igual brutalidad que utilizó Yanukovich en Ucrania, fue la respuesta del gobierno. No creo necesario revivir con palabras lo que hemos visto, escuchado y leído acerca de la forma como se ha manejado el oficialismo en la represión a los ciudadanos que participan de las llamadas protestas.

Con estos enfrentamientos en las calles, en las redes sociales, en los medios internacionales, se ha producido en Venezuela, en definitiva, una profundización de la división de clases sociales y económicas, pues, tal como se reseña en algunos medios, así como también lo explica el gobierno, son los jóvenes de clase media y media alta los que están protestando. A lo mejor esto resulta beneficioso en lo inmediato para el oficialismo pues dificulta una acción más consolidada y contundente de la oposición, sin embargo, a la larga podría hacer de Venezuela un Estado ingobernable, ya sea que esté en el gobierno la derecha clasista o la izquierda revolucionaria.

Es momento, considero, para que Venezuela se mire al espejo de Ucrania. Allí las movilizaciones duraron cerca de cuatro meses y terminaron con la cabeza del gobierno de Yanukovich y con cientos  de muertos. Aquí, tan solo llevan dos semanas y, los muertos aumentan diariamente, lo otro, aquello de la cabeza, podría o no, ser prevenible.

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