La viabilidad del país que queremos y (3)

El más grave daño que la campaña de la élite haitiana contra el país, ha infringido a la población dominicana, es haber distraído energías a un gobierno de tan amplia aceptación y creciente respaldo, que se esfuerza por realizaciones que…

El más grave daño que la campaña de la élite haitiana contra el país, ha infringido a la población dominicana, es haber distraído energías a un gobierno de tan amplia aceptación y creciente respaldo, que se esfuerza por realizaciones que los dominicanos demandan.

El desvío de la propia realidad de Haití para hacer culpables de ella a los dominicanos, ha requerido miles de horas/hombre, simplemente para desmentir o evitar que nos afecten medularmente.

El desarrollo sostenible es mucho más que cifras académicas y supone una mejoría sustancial en la calidad de vida. No hay dudas que el esfuerzo del gobierno actual para transformar la escuela, de almacén de alumnos mal asimilando conocimientos, hacia una ruta de unidades de formación de un dominicano proactivo, comprometido, con conciencia, con referencias cívicas y sentido de lo dominicano, es solo comprobable a largo plazo.

Aun este proceso, que algunos creen logrado dedicando más del 17% del presupuesto nacional a la educación pre universitaria, precisa de condiciones más allá de lo monetario, de una ruta clara y transparente, de la dignificación integral del maestro, para que no se quede en construcciones, almacenes llenos, materiales y accesorios en exceso y planes dispersos y descoordinados, donde el afán sea gastar.

En lo que a salud pública se refiere, el país no saca las mejores notas, aunque tengamos excelentes instalaciones físicas. Persiste el perverso sistema de la ausencia de gerencia, el mal manejo, los intereses personales y grupales, el “negocio” paralelo de administradores y médicos, la corrupción impune y peor aún, el uso de “medicamentos” de calidad dudosa o simples placebos, por asuntos de lo que más “beneficios” signifiquen para los que toman decisiones. Ejemplos hay de hospitales que son hoy una caricatura triste de lo que fueron, cuando un Patronato comprometido, vigilaba el manejo administrativo y la calidad gerencial.

Sus administradores se oponen militantemente a ser vigilados, para que no manejen el Centro como si fuera una vaca propia para sobre ordeñarla, antes que se la quiten. No bastan auditorías que revelen las pocas atrocidades detectables, aunque reflejan el manejo inmoral de los fondos públicos, si no hay quien tenga el valor de enfrentarlo y que propicie la aplicación de consecuencias morales y penales para los corruptos que se apropian de los recursos oficiales, que bien deben mejorar la situación clínica de los pacientes pobres.

Solo cuando los médicos y el personal auxiliar se revela ante la incapacidad gerencial, el atropello, la ausencia de mística de trabajo, las inequidades y los privilegios de los “allegados”, del nepotismo y la falta de material para realizar la labor, del “negocio” descarado de las “autoridades”, empujan a la dirección general a reaccionar, con paliativos a todas luces insuficientes y sin plan alguno. Así, “no vamo pa’palte”. l

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