La sangre corrió el domingo y lo mismo ocurrió este lunes. La mayoría de los hechos que la han drenado forman parte de la violencia doméstica. En unos casos, la intolerancia entre las personas, en otros, enfrentamientos entre criminales, y lo más alarmante, los asesinatos de mujeres por cuestionables “motivos pasionales”.
Celebrábamos en silencio una percepción de descenso de la criminalidad provocada por el narcotráfico, pero al mismo tiempo, vemos cómo la Policía genera violencia cuando mata a un pobre muchacho porque no se detiene ante un llamado de una patrulla.
El domingo, en San Francisco de Macorís murieron dos personas, por disparos de desconocidos, en circunstancias diferentes. Son quizás los hechos más relevantes de ese tipo en las últimas semanas. En ese sentido, se puede afirmar que la actual jefatura policial, después del programa de prevención desde noviembre pasado, con un elevado número de agentes en las calles de las principales ciudades, logró algún resultado.
En el caso de la violencia doméstica, las instituciones no pueden evitar, sin previa información, que un hombre abuse de su compañera en la intimidad del hogar, al extremo de asesinarla. En general, esa proclividad a la violencia tiene que ver mucho con el dominicano y con los viejos patrones de conducta.
Requerirá persistentes esfuerzos para combatirla mediante la educación, con la promoción de valores, en la familia, en la escuela, e incluso en las calles.
Y es que no podemos aceptar la violencia como natural, como parte de nuestra cultura. Los asesinatos de mujeres a manos de sus parejas o relacionados, son inaceptables. Y seguimos viendo cómo se han incrementado las víctimas durante este año.
¿Qué hacer con esta peste? Quizás explorar nuevos métodos. Cosas tan sencillas como revisar ciertos esquemas de entretenimiento, centrados en el consumo excesivo de alcohol y en la improvisación de cualquier lugar de expendio, sin regulación. Muchas cosas pondrían ser valoradas, pero el lastre social, la marginalidad y las iniquidades, seguirán pesando demasiado.