Éramos muchos y llegó el Zika. Como diría cualquier ciudadano común: llegó lo que faltaba.
Ya el cuadro está completo. Las tres enfermedades clásicas producidas por la picada de mosquito—dengue, chikungunya y zica—son ya parte del universo de dolencias a las que estará expuesta la población. El último componente en decir presente sobra. Pero lamentablemente llegó, para rebosar la copa.
El Gobierno, en dos acciones que tomó el sábado y ayer domingo, confirmó la presencia del zika en el territorio dominicano. Dictó un decreto el sábado instruyendo a los ministerios de Salud Pública y de Defensa a tomar medidas para detectar y confirmar los casos de dengue, chikungunya y zika. Y al día siguiente convocó a una reunión en el Palacio Nacional.
La actitud del Gobierno, al confirmar diez casos de la nueva enfermedad, es positiva, porque refleja una postura transparente, que permite una mayor cooperación colectiva para prevenir y combatir el mal. Si se admite la enfermedad, es más fácil encontrar y aplicar las medidas correctivas. Ocultarla sería como asimilar el complejo del avestruz, que cuando siente miedo esconde la cabeza, pero deja todo el resto de su cuerpo al descubierto.
El zika virus es, de los tres males que aportan los mosquitos, el menos letal, según las explicaciones dadas hasta el momento. Pero es el que mayores implicaciones negativas tiene, pues en las embarazadas puede provocar distintas secuelas, como una mala formación del feto. Ya en algunos países se está debatiendo el tema sobre si es factible que se permita practicarles abortos a las embarazadas que hayan contraído la enfermedad. Probablemente por estos lares se hable de eso.
Pero mientras tanto, lo importante es unir esfuerzos para, como sociedad, como país, enfrentar los desafíos que el zika acarrea. l
