De visita por La Barranquita

Un paseo (de trabajo) por la Ciudad Corazón me permitió presentar algunas conclusiones sobre un punto neurálgico.

Un paseo (de trabajo) por la Ciudad Corazón me permitió presentar algunas conclusiones sobre un punto neurálgico.Santiago de los Caballeros fue sede de los Juegos Centroamericanos y del Caribe en 1986. Su escenario fue La Barranquita, una ciudad deportiva construida al sur de la provincia. Recuperarla se hace necesario y de hecho, ya el Ministerio de Deportes realiza un levantamiento de la obra. Como única institución puede resultar agotador remozar esta instalación.

En una conversación que sostuve con deportistas de esa ciudad, coincidí con uno de ellos. No es sólo el Ministerio de Deportes que debe involucrarse en este proyecto. La gobernación de Santiago, las asociaciones y unión deportiva y la alcaldía también deben reclamar ese proceso como suyo. El Comité Olímpico Dominicano tiene mucho que aportar en este caso.

Remodelar este amplio terreno debe ser parte de un proceso de estudio profundo. En mi visita del miércoles, unos jóvenes jugaban baloncesto en cancha abierta y resaltó, algo con dolor, uno de los jugadores, que el pabellón de baloncesto, sin explicación, fue tomado sólo para voleibol. Desconozco qué produjo tal decisión, pero lo básico es que ese pabellón debe ser utilizado para los dos deportes. Igual debe pasar con el de gimnasia.

Unos jóvenes utilizaban la cancha de fútbol en un partido de pura diversión, no porque la Asociación de ese deporte de allí le preste atención. Karate y boxeo tienen su espacio físico, pero hacen poco o nada. El único deporte que permanece allí, de manera formal, desde que concluyeron los Juegos de Santiago 86 es tenis de mesa. Un pabellón con indicios de cuidado, incluso con planta energética de emergencia.

La Barranquita es distante para muchos atletas. Aquí se debe trabajar en facilitar una guagua que transporte a los atletas desde el centro de la ciudad a este punto. Es por eso que antes de hacer una megainversión allí, se hace necesario un conversatorio que incluya a los distintos sectores de la vida cotidiana de Santiago. Hoy eso ayudaría a salvar una conflictiva zona, cuando erróneamente en 1986 se pensó que la ciudad crecería ampliamente hacia ese punto. Y no fue así.

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