“De reacción retardada”, me calificó tiempo atrás alguien cercano, por mi reincidente conducta de no responder adecuadamente durante un evento equis y posteriormente flagelarme sobre por qué no hice o dije esto o aquello.
La crianza doméstica, condicionamientos sociales y culturales también, fomentan que en muchos casos las personas se comporten pretendiendo ignorar su intuición o soslayen sentimientos inexplicables surgidos con relación a situaciones. Nos colocamos así en un riesgoso nivel de vulnerabilidad.
Es necesario tener presente que cuando una voz interna nos advierte contra algo o alguien, difícilmente falle; es Dios hablándonos.
Me he evitado dolores cuando he atendido a mi intuición y los he tenido cuando no, absolutamente. Se revisa cualquier capítulo de la vida y se confirma.