Waldo y La Victoria

Los actores públicos deben, aún en sus horas más tensas, mantener el sentido común. No pretender que toda situación puede ser utilizada convenientemente. Sus discursos pueden resultar desconcertantes. Es lo que no comprende Waldo Ariel Suero,…

Los actores públicos deben, aún en sus horas más tensas, mantener el sentido común. No pretender que toda situación puede ser utilizada convenientemente. Sus discursos pueden resultar desconcertantes. Es lo que no comprende Waldo Ariel Suero, que no deja pasar una sin atacar a la ministra de Salud. Culpa por el dengue, por el zika, el medio ambiente y todo lo que ha de venir. El colmo: los muertos de La Victoria. Olvidó que el hacinamiento y la degradación total de ese recinto la convierten en un fango inevitable de enfermedades. Corresponde al Gobierno, como conjunto, decidir qué hacer con ese gulag del Caribe, donde los sobrevivientes vuelven a la sociedad como bestias.

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