XXIII graduación ordinaria de la Universidad de la Tercera Edad

2 de 2En una anterior entrega recalqué la importancia, la organización y el orden con que se desenvolvió esta importante graduación en la que entregamos al país 390 nuevos profesionales con los que llevamos alrededor…

XXIII graduación ordinaria de la Universidad de la Tercera Edad

1 de 2Los pueblos, las instituciones y las personas tienen momentos importantes en la historia de su vida, por eso el día 28 próximo pasado, la Universidad de la Tercera Edad y toda la familia UTEISTA salimos cansados pero…

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En una anterior entrega recalqué la importancia, la organización y el orden con que se desenvolvió esta importante graduación en la que entregamos al país 390 nuevos profesionales con los que llevamos alrededor de 6,000 en sus 26 años de existencia. Un interesante discurso tuvo el Orador Invitado, el licenciado Roberto Marcallé Abreu, Premio Nacional de Literatura del año 2015 y valioso egresado de esta misma universidad.

En la referida entrega destaqué las interesantes y profundas palabras de la Lic. Martha Jacqueline Pérez Aquino, quien habló en nombre de todos(as) sus compañeros por haber obtenido el mayor índice académico.

Quiero agradecer muy profundamente el honor que nos concedió nuestra gran amiga y valiosa egresada, también, en el área de ciencias Políticas del Seminario que nos impartió la Universidad de Salamanca, Doña Margarita Cedeño de Fernández, quien escribió un enjundioso artículo en su cuenta Twitter @margarita cdf, del cual extraemos algunos de sus interesantes párrafos:
A todos nos alegró la buena noticia que resaltó este Listín Diario de la graduación de 390 adultos mayores en distintas carreras, destacando el ejemplo de mi querida Alejandrina Lantigua, quien a sus 72 años fue investida como Licenciada en Derecho por la Universidad de la Tercera Edad.

Hace 4 años que invité a doña Alejandrina a visitar lo que era entonces el Despacho de la Primera Dama y “de la Familia Dominicana”, donde compartimos un almuerzo con ella y sus hijos Carlos Francisco, Hamlet Adonni, Alberto Alejandro y Ubaldo Enríquez. En aquella ocasión, festejábamos el ejemplo de superación de doña Alejandrina, quien a sus 68 años se había graduado del bachillerato y había formado una hermosa familia de jóvenes emprendedores, ciudadanos responsables y de bien vivir.

En aquel entonces me emocionó el entusiasmo de doña Alejandrina y la determinación con la que había asumido el compromiso de “ayudar a transformar” la sociedad, como ella misma me planteó. Me dijo que terminó sus estudios de bachillerato motivada con la idea de ser alguien en la vida porque, según su convicción, “los caminos malos no conducen a nada agradable y la educación es fundamental en el hogar y en la escuela, ya que ningún país se desarrolla sin recibir el pan de la enseñanza”. Que gran motivación nos impregnó a todos, renovando nuestro compromiso, convencidos de que con mujeres y madres como ella nuestra semilla de esperanza no caía en el desierto.

Con emoción, me manifestó su deseo de estudiar Derecho. Le dije que contaba con todo mi apoyo. A 4 años de esa conversación, y luego de ver el esfuerzo de esta bella mujer coronado con su título de abogada, ya se imaginan ustedes la felicidad y el sano orgullo que me embargaron y el gran privilegio que sentí por haber conocido el ejemplo de doña Alejandrina.

Hace unos años se publicó un interesante estudio que planteaba que estudiar después de los 60 era beneficioso para la salud. El desarrollo de nuevas habilidades en edad adulta, ayuda a ejercitar la mente y el cuerpo, mejora las relaciones sociales y eleva la autoestima.

El reto de estudiar no es solo de actitud; hay serias limitaciones físicas a vencer.
A los 60 años el cerebro humano ha perdido, en promedio, unas 5 millones de neuronas y el cerebro es más pequeño. Por ello, el estudio en la tercera edad es necesario para someter al cerebro a estímulos continuos que desarrollen nuevas conexiones neuronales y aumento de ciertas áreas del mismo. Asimismo, investigaciones científicas más recientes han determinado que las personas pueden retener cerca del 98% de sus capacidades mentales hasta los 80 años, siempre y cuando en ellas no existan deterioros físicos.

Ha quedado demostrado que el ser humano conserva casi intacta la facultad de adquirir nuevos conocimientos, es decir, el ser humano puede aprender, emprender y rehabilitarse en cualquier etapa de su vida, debido a la maravillosa “plasticidad del cerebro”, descubierta recientemente en la última década.

En un mundo que envejece -el planeta registra un descenso en las tasas de natalidad debido a los avances de la medicina- debemos reflexionar sobre las políticas públicas para la protección de los derechos de los envejecientes y, a la vez, para su inclusión en la sociedad como entes productivos.

En un interesante estudio titulado “Factores asociados a la calidad de vida de los adultos mayores”, se plantea que si a los adultos mayores se les capacita y se les favorece al generar sus propios ingresos económicos, se podría esperar una mejor calidad de vida de los envejecientes.

El Artículo 57 de la Constitución dominicana consigna la protección de las personas de tercera edad, haciendo un llamado a la familia, a la sociedad y al Estado a promover la integración de los adultos mayores en la vida activa y comunitaria.

Para tener los datos en perspectiva, los datos del Censo de la ONE arrojan que entre 2002 y 2010, el grupo de edad que más creció en el país fue el de adultos mayores (un 22.5%), proyectándose que para el 2020 las personas de 65 años o más correspondan a alrededor de un 8% de la población total.

En nuestro país, el ambicioso plan de alfabetización que ha impulsado el actual Gobierno que encabeza el presidente Danilo Medina, ha puesto en relevancia la importancia de seguir definiendo políticas públicas integrales que incidan en la calidad de vida de las personas en tercera edad.

Por primera vez en sus vidas, cientos de miles de personas que no estaban alfabetizadas, ven como se abren ante sus ojos las puertas del conocimiento, lo que resulta en la necesidad de proveer de oportunidades de formación a ese sector de la población.

Gracias a la tecnología, el cuidado y la atención al adulto mayor permite su participación activa en la sociedad, mediante el aprendizaje y la enseñanza a su ritmo y desde sus propios espacios.

Es preciso promover en nuestra sociedad una cultura de promoción y respeto de los derechos del adulto mayor, lo que se conoce como la “cultura del envejecimiento”, en la cual nuestra sociedad respeta y atesora el valor y la experiencia del adulto mayor, a la vez que se provee de un espacio de envejecimiento activo, saludable y participativo.

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Los pueblos, las instituciones y las personas tienen momentos importantes en la historia de su vida, por eso el día 28 próximo pasado, la Universidad de la Tercera Edad y toda la familia UTEISTA salimos cansados pero muy satisfechos por el éxito alcanzado con esta graduación que, como siempre, contó con una organización excelente, pues todos los miembros dieron gran apoyo para que todo saliera como se había programado.

Esta graduación tuvo el honor de contar como Orador Invitado al Lic. Roberto Marcallé Abreu, valioso egresado de la carrera de Ciencias Políticas de este mismo centro educativo, quien fue seleccionado como Premio Nacional de Literatura del año 2015. Es maestro de la narrativa y ensayista neto en la literatura y la historia de la literatura dominicana.

Su discurso contó con la aceptación y el apoyo de los casi 1,500 amigos que estuvieron presentes en esta importante graduación que contó con la presencia de importantes funcionarios de la Junta Central Electora, la Defensoría del Pueblo y del mismo Ministerio de Educación Superior.

Me es imposible reproducir el texto completo como es mi deseo, por tanto reproduzco a continuación algunos de sus párrafos más importantes.

Debo confesarles que este momento me provoca un profundo sentimiento de nostalgia. Miro hacia atrás y siento en mi corazón y mi memoria un estremecimiento. Los años han trascurrido y nueva vez nos encontramos, como un grupo de amigos y conocidos, para recordar otros tiempos que a veces se consideran como mejores. Solo que quienes nos escuchan ahora son otras personas aunque con muy parecidas características a aquellas a quienes nos dirigimos en el pasado.

Los veo a ustedes, con sus elegantes togas y birretes, con sus rostros desbordados por la alegría y la ilusión. Han alcanzado una meta, han recorrido parte del camino y ahora se abocan a continuar hacia otros rumbos de superación y logros personales que colmen de satisfacción sus vidas y que llenen de orgullo a prometidas y prometidos, a esposas y esposos, a hijos, a padres, hermanos y a los amigos y amigas de siempre.

Un cantante popular nos dice en el verso de una de sus canciones que parece que fue ayer. Hace más de diez años, yo ocupé este mismo lugar, nos provoca el miedo escénico y la voz atribulada, di las gracias a los directivos de esta universidad por su paciencia y dedicación admirables a fin de que alcanzáramos este instante único de la graduación en las diversas disciplinas que todos y cada uno de ustedes han escogido y que fueron las mismas que escogimos entonces.

En ese entonces, manifesté las gracias al centro académico en la persona de su principal figura, el doctor Nicolás Almánzar así como a los integrantes del cuerpo directivo de la UTE por haber sido los pioneros en la introducción en la República Dominicana de esta nueva metodología educativa que puso a nuestro alcance la posibilidad de seguir avanzando en el área del conocimiento y la profesionalización. También ofrecí las gracias a nuestros facilitadores por habernos guiado durante todos esos años.

Yo tengo la esperanza de que estos años que han pasado por la Universidad de la Tercera Edad, se les haya grabado en la mente y el corazón que es ahí donde radica la verdadera riqueza, el verdadero valor, la auténtica calidad de un ser humano.

Ustedes son la realidad pero también son la esperanza. Y no permitan que, bajo ningún concepto, esa esperanza muera. Ustedes son la esperanza, repito. Una esperanza íntimamente vinculada con el futuro de la Patria. Muchísimas gracias.
Adecuadas y excelentes fueron también las palabras pronunciadas por la participante Martha Jacqueline Pérez Aquino, de la Carrera de Psicología Clínica, a quien le tocó dar gracias en nombre de sus compañeros(as) por haber alcanzado el mayor índice académico de los 390 graduandos del cual extraigo los siguientes párrafos:

“Queridos compañeros/as: Hay un viejo adagio que reza “Mas vale tarde que nunca”. Y aquí estamos sintiéndonos altamente satisfechos, orgullosos de nosotros mismos porque gracias a la existencia de la Universidad de la Tercera Edad (UTE) en nuestra ciudad de Santiago y al uso de la metodología andragógica, basada en una filosofía humanista que concibe a cada participante como un ser biopsicosocial capaz de asumir la responsabilidad de su proceso educativo. Así lo hemos hecho recuperando el tiempo perdido y obteniendo un grado universitario en la madurez de la vida o siendo ya profesional o al elegir una nueva carrera quedando preparados para contribuir con una sociedad más competitiva y poder diseñar pautas para las nuevas generaciones”.

“Agradecemos a Dios que siempre está presente en todos nuestros propósitos y acciones”.

Nuestras felicitaciones a todos los miembros de la familia UTEISTA, pues en nuestro veinticuatro aniversario hemos entregado a la comunidad educativa nacional alrededor de seis mil egresados y cada día crece la percepción de amplios sectores de la vida nacional de que la UTE es una universidad que permanentemente busca aumentar su calidad educativa y académica.

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