SANÁ (AP).- Los yemeníes acudieron el martes a las urnas para instaurar a su vicepresidente como el nuevo jefe de estado que tendrá la tarea de sacar al país de la crisis derivada de la revuelta antigubernamental que ha durado un año.
Esta votación difícilmente puede ser considerada una elección debido a que el único candidato a jefe de estado fue el vicepresidente Abed Rabbo Mansour Hadi, quien tiene el apoyo de Estados Unidos.
Sin embargo, el proceso representa un quiebre político importante en este país árabe en el que persiste la pobreza porque se pone fin al régimen autoritario del presidente Alí Abdulá Salé que duró 33 años.
Salé es el cuarto gobernante derrocado en las sublevaciones en la Primavera Arabe.
Sin embargo, para el disgusto de muchos manifestantes, Salé posiblemente permanecerá en Yemen, donde no está inhabilitado de la actividad política.
Como parte de un acuerdo que negociaron los países vecinos de Yemen en el Golfo Pérsico, con respaldo de Estados Unidos, Salé dimitió a cambio de inmunidad para que no se le sometiera a juicio.
Sin embargo, el gobernante saliente, que en el curso de los años construyó una red fuerte de relaciones tribales y familiares, todavía podría mantener una considerable influencia tras la instalación de Hadi como jefe de estado.
Salé se encuentra en Estados Unidos, donde recibe atención médica tras un ataque lanzado en junio contra su palacio que le causó severas quemaduras, lo cual apresuró su descenso del poder. Salé tiene previsto regresar a Yemen al término de la votación.
