¡Esas extradiciones!

Estados Unidos deporta cualquier cantidad de dominicanos que cumplen penas por narcotráfico. Esos son paquetes que estaban establecidos allá y llegan en vuelos especiales, y son anunciados. Los grandes criminales extraditados y que negocian…

Estados Unidos deporta cualquier cantidad de dominicanos que cumplen penas por narcotráfico. Esos son paquetes que estaban establecidos allá y llegan en vuelos especiales, y son anunciados.

Los grandes criminales extraditados y que negocian con las autoridades de ese país retornan por su cuenta, con un estatus privilegiado. Ya sabemos, sin cargos, forrados de billetes y con los grandes bienes adquiridos producto de sus sucios negocios.

Hemos sido sistemáticos planteando que el régimen de extradición vigente, sin condicionalidades, y que acaba de ser reeditado por una nueva versión hecha al acomodo de Estados Unidos, debe ser sometido a una seria revisión.

Imaginamos que estas autoridades lo someterán al Tribunal Constitucional y posteriormente lo conocerá el Congreso Nacional. Pero antes de hacerlo, deben ver cómo instituir mecanismos que vinculen a ese país y al Estado dominicano a la suerte final del extraditado y el destino de los bienes acumulados.

La preocupación actual no es sólo la caterva de deportados que llega cada año, sino esa negociación que hace Estados Unidos con criminales mediante la cual conservan sus fortunas que se la enrostran a los dominicanos y se restablecen en el país desde una posición de poder, como si nada hubiese pasado.

En esa perspectiva, celebramos que el presidente del Consejo Nacional de Drogas, Fidias Aristy, esté consciente de las implicaciones de este serio problema y declare que “la extradición de reconocidos narcotraficantes dominicanos a los Estados Unidos se ha convertido en una especie de legalización al lavado de activos en que incurren esos capos”.

En lo inmediato, los jueces del más alto nivel, que deciden la extradición, deben ser más cautos. En el pasado, predominaba un sentimiento nacional de que por la debilidad de las instituciones nacionales, y del mismo sistema judicial, parecía más conveniente que esos criminales fuesen juzgados en Estados Unidos, pero con los negocios que ahora hacen las autoridades norteamericanas con esos reyes de las drogas, no tiene sentido que República Dominicana siga enviándoselos para que retornen libres y forrados de billetes, con poder y arrogancia. l

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