La música adquiere mayor calidad en el cine dominicano

El dinamismo de la industria cinematográfica local, que produce entre 15 y 20 películas al año, ha propiciado un panorama de ensueño para muchos músicos dominicanos, veteranos y jóvenes. El crossover al celuloide incluye a cantantes, músicos…

El dinamismo de la industria cinematográfica local, que produce entre 15 y 20 películas al año, ha propiciado un panorama de ensueño para muchos músicos dominicanos, veteranos y jóvenes. El crossover al celuloide incluye a cantantes, músicos y productores que van desde lo sinfónico a lo urbano.

Es evidente que, independientemente de la calidad y la versatilidad que tienen los artistas dominicanos, la sonoridad en el cine debe recorrer un trecho exploratorio con varios retos a superar.

A raíz del auge tecnológico y el desarrollo de la industria del séptimo arte nacional, la musicalización y el diseño de sonido para el cine han tomado un matiz más exigente. Sin embargo, todavía hay quienes adquieren música a través de diferentes plataformas digitales, también quienes la diseñan en la comodidad de su casa mediante programas básicos de computación.

Para nadie es un secreto que tanto en el país como en otras regiones latinoamericanas, donde el cine recién germina, el abaratamiento de costos ha provocado que una parte de las películas exhibidas en salas de cines carezcan de partituras originales y de personal especializado.

Dadas estas limitaciones, ¿cómo se maneja el tema de la banda sonora en el cine criollo? Al igual que el guión, la fotografía, la edición, el maquillaje y el vestuario, son partes neurálgicas de cualquier proyección audiovisual. Otros elementos técnicos como la banda sonora, más que aportar hilaridad a la historia o intensificar las emociones, son lo mismo en una cinta que la sal en la comida.

En el panorama local, una de las figuras más solicitadas para este tipo de trabajo es el músico y compositor dominicano Amaury Sánchez. Producciones como Cuatro hombres y un ataúd, Papá se volvió loco, Éxito por intercambio, Negocios son negocios, Mi novia está de madre y Pal’ campamento, su proyecto más reciente, son obras sobre las que Sánchez ha desplegado su talento en el séptimo arte.

Aunque los artistas utilizan varias tácticas para sumergirse en sus procesos creativos, Sánchez aclara que la banda sonora de la cinta convencional se encarga de acentuar la atmósfera de ésta una vez haya finalizado el rodaje, y que en las producciones musicales se procede de modo inverso, porque la música es parte esencial del guión.

Sobre otras técnicas de elaboración que ofrecen continuidad a la narración, también manifiesta que hay quienes optan por trabajar este aspecto de acuerdo al diseño de los personajes, sin embargo, deja claro que, independientemente de la metodología utilizada, la calidad es lo que importa.

“La buena música es tan importante para el cine que le puede aportar al espectador entre un 20 ó 30 por ciento de interés, y esta debe ir conjugada con un buen ingeniero de sonidos que realce el género y la trama de la cinta. Ahora mismo se compran fondos musicales públicos que a veces son utilizados en las escenas de acción y para banda sonora se contrata un cantante y se le pide que componga uno o dos temas originales para la película, que es lo que generalmente compone la banda sonora”, explicó Sánchez, quien actualmente está trabajando en coordinación con un equipo de guionistas extranjeros en su primer musical cinematográfico. En el proyecto de época producido por Sánchez convergen varias historias que se exhibirán en cine a partir del próximo año.

En esta misma área del cine, el cantautor Pavel Núñez, quien fue galardonado en la primera entrega de premios “La silla” junto a Arturo Piña, en calidad de mejor diseño de sonido fílmico por la película La Montaña, reconoce que este tipo de trabajo dista mucho del comercial y que disponerse a hacerlo bien fue un reto para él.

Núñez explicó que para este proyecto realizó aproximadamente 23 tracks o pistas musicales, distribuidos de acuerdo a la necesidad del Blanchard. “Nunca vi un vídeo. Él me describía la situación de peligro, ansiedad, tristeza o alegría y en base a cada solicitud yo le enviaba al menos tres propuestas”.

Según Manuel Villalona, director de la película Yo soy la salsa, la cual venció en la categoría “Musicalización” de la pasada edición en los referidos galardones cinematográficos por el buen trabajo de Allan Leschhorn y David Vásquez, la sonoridad en el cine es uno de los temas mejor manejados.

“El sonido es un alumno aventajado en el cine dominicano, sin embargo, crear buen diseño de sonido y sobre todo entender que cuando hablamos de sonido en cine estamos hablando de amarrar un muñeco que aborda otras sensibilidades sonoras. Entender esto y aplicarlo es uno de los retos a superar”, comenta Villalona. 

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