En un ambiente con una salubridad tan deficiente al inicio del siglo XX, la aparición de epidemias era de esperarse. Durante ese siglo tuvimos epidemias de diversas enfermedades tales como: Viruela, Influenza, Paludismo, Fiebre Amarilla, Tuberculosis, Conjuntivitis y el Sida entre varios ejemplos de los padecimientos de nuestra población principalmente en los primeros años del siglo XX.

En 1905 se presentó en la ciudad de Santo Domingo una epidemia de gangrena seca, también llamada gangrena blanca, que afectaba las extremidades inferiores y provocaba su amputación. No hay una explicación clara de esta epidemia.

También se reportaron epidemias de fiebre amarilla en Santo Domingo, Santiago y Puerto Plata. En 1901 una epidemia de cólera infantil afectó a Santo Domingo. De igual forma en 1911 en Sánchez se reportó una importante epidemia de tracoma, que afectó sobre todo a las escuelas de la localidad.

En los años 1918 a 1920 la pandemia de la llamada Gripe Española, que era de Influenza, mató a más de 50 millones de personas. Entre octubre y diciembre de 1918 la movilización de soldados tras la Primera Guerra Mundial llevó la enfermedad por el mundo. El 64% de los muertos ocurren en estos meses.

Nota del diario EL PROGRESO de diciembre de 1918 citado por el amigo Virgilio Gautreaux sobre este tema se reportaba lo siguiente: en Santo Domingo se han constatado numerosos casos, pero no han ocurrido muchas defunciones.

En Puerto Plata la situación en grave por encontrarse en cama todos los médicos que prestaban servicios. En Bajabonico se reportan defunciones. En Montecristi se decía que luego de creída superada epidemia, el mal se intensificó`. Todos los estibadores y empleados del muelle que trabajaron en la descarga del último vapor que arribó, estaban en cama, así como los pasajeros y descargadores de un balandro que llegó de Puerto Plata. En Guayubín se habían constatado 120 casos, con 3 defunciones. La pandemia contagió en República Dominicana 96,828 personas, de las cuales fallecieron 1,654. Esta cantidad de muertes fue considerada notablemente baja por las autoridades sanitarias de ocupación (1.7%)
En 1926 el Dr. P.E. Ricart, Secretario de Sanidad emitía la circular No.87 en la que explicaba todo lo relativo al sarampión y las medidas específicas de prevención. Se recomendaba aislamiento y se estimulaba la vacunación pasiva mediante la inyección de suero de los convalecientes de la enfermedad. Al sarampión se le consideraba la epidemia reinante y clínicos como el Dr. Arístides Fiarlo Cabral publicaron interesantes e ilustrativos artículos sobre el tema.

En 1927 los esfuerzos de la Secretaría de Estado de Sanidad y Beneficiencia iban dirigidos a combatir enfermedades como la sífilis, la fiebre tifoidea, el paludismo o la encimaríais. Para esos fines se organizaron 7 brigadas sanitarias que cubrían el país.

Las guerras que hemos padecido, particularmente en el siglo XIX, con la Independencia y Restauración, han acarreado, períodos de hambre y devastación, que según lo que postula el doctor Rafael Miranda en su Historia de la Medicina, llevaron a finales del siglo XIX a convertir la tuberculosis en un gran problema. Durante el período de la ocupación militar norteamericana, si bien se reportan casos de tuberculosis, la influenza y las enfermedades venéreas ocuparon la atención de las autoridades. Debido a ese descuido, hacia 1940, el número de casos de pacientes afectados por tuberculosis y los fallecidos por ella, alarmaron a las autoridades sanitarias. Por lo que en 1942 se creó el Consejo Nacional contra la Tuberculosis y se inauguraron los sanatorios Dr. Martos y Santo Socorro.

Luego vendrían otras epidemias, pero la del SIDA marcó la década de los 1980 y ya lo hemos tratado en otra ocasión.

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