Difama, difama

Joseph Goebbels, genio perverso de la propaganda nazi, sostuvo como principio insoslayable la premisa de “difama, difama, que algo queda” al atacar a sus adversarios. Así, creó un colchón de propaganda en beneficio del Tercer Reich y Adolf Hitler, que muchos hoy en día pretenden imitar, consciente e inconscientemente. Acusando una extrema ignorancia y falta de documentación, el alcalde de Nueva York, Bill De Blasio, en un arranque parlanchino, hipócrita, demagogo y de miopía política, quiso hacerse el gracioso con pronunciamientos ridículos contra la República Dominicana, porque el gobierno del presidente Danilo Medina está aplicando la ley, en ejercicio de la soberanía nacional, para que todo extranjero que esté aquí se regularice y maneje en el marco de la legalidad. A De Blasio le siguieron expresiones igualmente acuse de ignorancia e indocumentación sobre la realidad de su colega de Montreal y la reiteración de pronunciamientos antidominicanos similares hechos por esa especie de caricatura de gobernantes que están al frente de ciertos regímenes del área del Caribe que adversan a nuestro país por diversas razones. Lo cierto es que sigue en marcha una campañita fuerte contra el Gobierno y pueblo dominicanos, acusándonos muy injustamente de xenofobia, racismo y marginalidad hacia nuestros vecinos haitianos que viven entre nosotros. Se trata de insinuaciones hasta estúpidas e irascibles surgidas del desconocimiento (repito: consciente e inconsciente) de cuanto hemos hecho en Dominicana por los haitianos, desde solidaridad económica hasta cobijo de hermanos y compartir sufrimientos y sacrificios. Ahora bien, el presidente Medina muy claro se lo dijo a Ban Ki-moon, secretario general de la ONU: “Somos un país pobre que no puede cargar también con la pobreza de otro país pobre”. Los gobernantes haitianos que atiendan lo suyo, que presten atención a las necesidades y problemas de su gente, y dejen de escudarse en la situación de los inmigrantes haitianos en Dominicana. Continuaremos…