Las persecuciones de haitianos en Hatillo Palma, Montecristi, tienen precedentes. Los vecinos de esa comunidad en el pasado habían protagonizado agresiones contra ciudadanos haitianos por “venganza”. Eso podía sugerir a las autoridades del Ministerio Público que ante la ofensa, el abuso, la violación de una mujer muy adulta, quizás se repetirían esos hechos.
Los eventos empezaron a principios de semana, y desde entonces debieron adoptarse medidas preventivas. Ya el martes, los vecinos y hasta el alcalde estaban advirtiéndoles a los haitianos que debían abandonar el sitio o sufrirían “consecuencias”.
¿Había que esperar que mataran a un haitiano? De ninguna manera debió ocurrir.
Estamos –otra vez- ante acciones primitivas, en las cuales un grupo de individuos, que necesariamente no puede ser toda la comunidad, toman la justicia por sus propias manos. Y de qué manera. La ley dominicana no prevé un castigo tan horrible como la muerte, pero ellos mataron a una persona.
Cuando se ven estas actuaciones se le hace un daño enorme a la República. Y se agrede también la conciencia nacional. Un país donde individuos persiguen extranjeros por “venganza” deja mucho que desear.
Es un elemento propiciatorio para que ciertas agencias internacionales lo utilicen como argumento para afirmar que aquí se persigue sistemáticamente a los haitianos, que no se les respetan sus derechos.
Las autoridades, con los hechos consumados, deben actuar con energía. Deben identificar a los individuos que atizaron y ejecutaron la muerte de un hombre. Y no sólo eso, sino también todos aquellos que se constituyeron en turbas terroríficas para perseguir haitianos.
¿Qué culpa tienen los haitianos de que uno de sus connacionales, o dos, o tres, violen la ley, abusen de una persona de la forma que lo hicieron?
Si unos cuantos haitianos entraron en conflicto con la ley, peor actúan aquellos que como seres irracionales, bestias, cometieron abusos y crímenes.
Las autoridades del Ministerio Público deben investigar todos los detalles de cuanto ocurrió. Y la justicia debe ser lo suficientemente contundente, de modo que se sepa que aquí hay leyes y que deben predominar las instituciones.
Esas acciones delictivas, por la forma y el fondo, son intolerables.
