“Me siento mejor con el paciente, que en un salón de clases”

No pudo cumplir su deseo de ejercer la medicina en su país, porque el secretario de Salud Pública de la época lo considero “súper especializado”. Esto lo llevó a Estados Unidos, específicamente al hospital Presbiteriano de la Universidad…

No pudo cumplir su deseo de ejercer la medicina en su país, porque el secretario de Salud Pública de la época lo considero “súper especializado”. Esto lo llevó a Estados Unidos, específicamente al hospital Presbiteriano de la Universidad de Columbia, en Nueva York, donde a la fecha es toda una autoridad. Un médico judío, Oliver Fein, hoy decano en Cornell University, le dio la mano, rompiendo entonces con los cánones normales establecidos de esa época en el referido centro, donde no se estilaba que ejercieran extranjeros. En la Universidad de Columbia ha alcanzado la posición de Profesor de Medicina Clínica y Sub-Director de la División de Medicina General en el Departamento de Medicina Interna; y la de Director Médico de la Clínica de consulta externa del Hospital Presbiteriano. Además, es miembro del comité de admisión a la escuela de Medicina de la Universidad de Columbia y del comité de admisión al programa de residencia médica de la misma institución. Nos referimos al doctor Rafael Lantigua, dominicano, quien en agosto del 2011 fue nombrado Asesor Decano de Salud Comunitaria de la Universidad de Columbia.

Su labor social en la comunidad dominicana en la Ciudad de los Rascacielos es bien conocida. Fue co-fundador y Presidente de la Junta de Directores de Alianza Dominicana, Inc., co-fundador y pasado Presidente de su junta de directores, y de la Coalición de los Derechos de los Inmigrantes del Norte de Manhattan. Ha servido en múltiples Juntas de Directores de organizaciones sin fines de lucro, tales como el Fondo de Defensa Legal Puertorriqueño, el Instituto Puertorriqueño/Hispano para personas mayores, la Comisión Latina sobre el SIDA y la Agenda Nacional Hispana de Liderazgo (NHLA), entre otros.

El doctor Lantigua repasa con elCaribe, desde el hospital Presbiteriano, en Nueva York, algunos de sus momentos más relevantes en lo personal y profesional, donde resalta su amistad con el doctor José Francisco Peña Gómez, a quien conoció de la mano de Hatuey De Camps. De este último, destaca su integridad, solidaridad y apego a los principios.

1. Profesional en EEUU
Cuando estaba en la universidad, en la UASD, (finales 65) en el gobierno de García Godoy, nuestra promoción era pequeña, de 90 a 100 estudiantes. Algunos fueron a España a especializarse, un grupo de 15 deseó hacerlo en Estados Unidos. Finalmente, salimos nueve. Aquello constituyó un escándalo. Recuerdo que después de la graduación, el periódico el Nacional público un artículo titulado “Fuga de cerebros”, fue muy crítico. La finalidad era especializarnos y volver. Presentamos los exámenes de lugar, comenzamos a hacer residencia. En mi caso, hice medicina interna por cuatro años y tres de endocrinólogo, por entrenamiento. Hice unas diez publicaciones en endocrinología, una serie dedicada al tema de las hormonas y un trabajo sobre obesidad. Tan bien recibido fue que se publicó en el New England of Journalist, 1980. Como mi deseo siempre fue volver a República Dominicana, en 1979, en el gobierno de Antonio Guzmán, apliqué a la entonces Secretaría de Salud Pública, porque siempre quise desarrollarme en el sector público, en los hospitales. Tuve una entrevista con el secretario de Salud de la época, no muy buena. Me definió como un “súper especialista”. Me ofreció una posición en Baní haciendo partos. En Estados Unidos llevaba siete años y diez sin hacer un parto. Quizás esa era la política de salud de esa época. Yo no desarrollé la gineco -obstetricia, la iba a hacer mecánicamente. Me dolió bastante no haber sido recibido en mi país, por eso decidí marcharme. Me radiqué en el norte de Manhattan, donde existe una comunidad de dominicanos bien amplia. Me invitó un médico judío, Oliver Fein, hoy decano en Cornell University. No era usual, en esa época, 1980, que un extranjero entrase a ejercer al hospital Presbiteriano de la Universidad de Columbia. El doctor Peña Gómez, quien siempre hablaba de mí, refiriéndome como médico, fue mi gran promotor.

2. Filosofía de vida
Estuve en el lugar y en el momento correcto. He encontrado mucha gente que me ha ayudado bastante. Es un trabajo de equipo. He estado en grandes equipos en la universidad. El ser abierto, honesto, leal, me ha ayudado a avanzar a lo interno, donde hay competencia también, no hay duda, pero no desleal. A mis estudiantes les digo que quiero sean los líderes de medicina en el futuro. La nuestra es una política abierta, en lo que podemos ayudar, ayudamos. Yo trabajo de ocho de la mañana a ocho de la noche; entre ver pacientes, dar clases, trabajos de investigación, de administración… Formo parte del Comité de Admisión de la escuela de Medicina. Es una posición de gran prestigio, vengo de la UASD y hoy formo parte del equipo que decide quién ingresa y quién no a esta prestigiosa universidad de Columbia de Nueva York.

3. Labor comunitaria
Cuando llegué, en el 80, había ya una numerosa comunidad de dominicanos establecida en Nueva York, con pocos servicios sociales y una carencia de médicos. Aproveché la oportunidad que me dio el hospital para iniciar una labor social. Entonces ahí surge Alianza Dominicana y Coalición de los Derechos de los Inmigrantes del Norte de Manhattan. Les ayudaba a obtener su residencia, en ese momento sin costo; a hacerse ciudadanos, comenzar a votar, trabajamos con familias disfuncionales, construimos escuelas. Cuando llegamos, los niños dominicanos recibían clases en baños y en pasillos. Entre otros, el equipo lo conformaba también Guillermo Linares, María Luna y Sixto Medina. Gestionamos la construcción de nuevas escuelas, formación de personal, lo que constituyó una lucha de diez años, resultando en diez escuelas con una notable mejoría de la educación de los niños dominicanos. Impartíamos clases en los clubes, charlas sobre el alcoholismo, tabaco, violencia doméstica… Todo se mantiene hasta la fecha, la semana pasada ofrecí una charla sobre hipertensión y problemas cardiovasculares.

4. En lo profesional
Ha habido tantos logros importantes…, como el haber tenido la oportunidad de entrar en la universidad. Haber venido como profesor asistente y llegar a ser profesor titular a los 15 años de mi ingreso. Los varios premios recibidos como el concerniente al Humanismo, considerado el Premio Gold de la Universidad. Todo ello me llena de satisfacción. Pero la mayor de todas las satisfacciones es estar con mis pacientes. Vivo sus gozos y sufro sus problemas. Esa es mi mayor satisfacción.

5. En lo personal
Algo reciente: el nacimiento de mi primera nieta. Tengo cuatro varones, ¡ imagínate!. ¿Recuerdos de mi infancia con mayor ahínco?: El barrio San Carlos, la Navidad, los carnavales. ¿Lo más? Los Tigres del Licey, soy un liceísta furibundo todavía. Ir a la playa, al Quisqueya, todavía sigo el team. Sufro desde aquí cuando pierde.

6. Los médicos en RD
No hay dudas de que hay universidades que forman médicos muy competitivos, los veo aquí cuando vienen, con conocimientos iguales a los que formamos aquí. Hay otras que realmente me doy cuenta de que el número de estudiantes en relación a la facultad es demasiado. No hay forma de que una universidad llegue a tener entre 15 a 16 mil estudiantes en la escuela de Medicina. Nosotros tenemos 600 estudiantes en la escuela de Medicina en la Universidad de Columbia. Un número muy elevado de estudiantes no garantiza una buena calidad. De 25 mil estudiantes de Medicina en República Dominicana, se gradúan menos de 1,500 al año. Eso indica que muchos estudiantes se están quedando detrás. Podría deberse a un bajo índice académico, sin la vocación médica necesaria, porque no han tenido una adecuada evaluación a través de su carrera universitaria. No hay manera de evaluarlos correctamente debido a esa sobrepoblación. Aquí conocemos los estudiantes a fondo, tenemos cuatro personas cuya única función cada año es conocer a cada uno de los estudiantes y ofrecerles ayuda. Una especie de mentoría.

7. Sector salud dominicano
Si me preguntas qué cambiaria yo del sector salud dominicano, adoptaría el modelo norteamericano. Les pagaría bien a los médicos, pero los tendría a tiempo completo; de ocho de la mañana a cuatro de la tarde, pero no saldrían al mediodía a dar clases o a las dos de la tarde a consulta privada. Deben ser bien compensados para que no tengan que recurrir al pluriempleo. Cambiaría el modo de evaluación. Nosotros nos evaluamos unos con otros. Ven lo que yo hago, evalúan mis pacientes, mis visitas, los pacientes dicen si me lavo o no las manos, cuántas vacunas, colonoscopía o mamografías indico al año, a cuántos refiero a emergencia, y esa evaluación luego me la muestran. Eso permite mejorar la calidad de nuestros servicios, nada ofensivo. El resultado va a mi récord académico y en base a eso nos promueven o no.

8. Embajador en Washington
Hipólito Mejía siempre me ha distinguido. Al principio de su mandato me ofreció ser embajador en Washington y más luego jefe de la Misión de las Naciones Unidas en Nueva York. Pensé que todavía tenía mucho que ofrecer en el campo de la Medicina, sopesé entre el honor del cargo y servir al país. Comenzaba unos proyectos de investigación en Santo Domingo con el doctor Richard Mayeux. Sentía que si seguía aquí podía acercar más la universidad al país. Decliné esa oferta, por eso le hice una carta agradeciendo la distinción.

9. Retiro profesional, ¿entre EEUURD?
Mi sueño es crear un instituto global de Columbia de Ciencias Médicas en República Dominicana. Tenemos siete a través del mundo, pero ninguno en el Caribe. La idea sería desarrollar programas de investigación y de educación. Acercarnos a las escuelas de Medicina de República Dominicana. Abordar temas como las enfermedades tropicales, el genoma humano, la medicina de precisión, acercar las ciencias básicas, que en República Dominicana están en pañales. Si eso sucediera, mi retiro profesional lo pasaría entre Estados Unidos y República Dominicana.

10. Profesor y médico
Me identifico como médico. Me formé como médico, me siento mejor con el paciente que en un salón de clases. Soy profesor añadido. No me formé como profesor, aprendí después. Me gusta más enseñar desde la posición de médico que de profesor. Prefiero tener al estudiante en planta junto al paciente, en lugar del cuarto frio, en un salón de clases.

Peña Gómez, Hatuey y el PRD

Conocí al doctor Peña Gómez por Hatuey, cuando él era secretario Administrativo de la Presidencia. Recuerdo que cuando Peña viajaría por cuestiones de salud a Cleveland, Hatuey me llama diciéndome que quería que yo lo acompañara en ese viaje para que supervisara todo de cerca, en 1984.  De mi relación con Peña y Hatuey, mi gran amigo, destaco de manera significativa el momento en que estando yo más cerca de Peña, por su enfermedad, en el 94, Hatuey me dice: “como tú estás sirviendo de médico, hay cosas que tú, como médico, debes saber. Para que no haya suspicacia debemos alejarnos un poco para evitar que digan que está informándome de esas cosas”. Eso habla muy bien del hombre que es Hatuey. Un hombre recto, de principios. Amigo de sus amigos. Pena Gómez se convirtió en un hermano para mí, del cual aprendí muchísimo. Fue un ser humano sin igual, un intelectual innato, veía más allá de la curva, él tenía ese sentido, era un devorador de conocimientos. Sabía de todo. Un día, llego y lo encuentro viendo novelas y me asombré. Me dijo: “te has equivocado, la novela es el teatro de los pobres, lo mismo que es para ti una obra de teatro en Browday. Tú aprendes de los vecindarios, de los pueblos…” Lo único que Peña nunca dio fue su liderazgo, fue muy celoso. Permitía, eso sí, el crecimiento de otros, pero el Partido fue su creación. De estar, no hubiese podido evitar la división más reciente del PRD, como no pudo evitar la del 73  cuando don Juan se fue, y tampoco cuando Jacobo fundo el PRI. Un momento que no olvido,  fue cuando fundó el BIS, él decía que se iba porque ya el PRD había cumplido su misión. Quien convence a Peña de que la lucha tiene que ser a lo interno y no irse ni formar un partido nuevo, fue Hatuey, quien me llama y me dice: “tenemos que convencerlo de que no debe irse, que tiene unos bonos en el partido al igual que nosotros y que algún día debemos cobrar esos bonos”. Peña murió siendo antirreleccionista. No hubiese apoyado nunca la reelección de nadie. Lo mismo que Hatuey.

Solidaridad
La mayor de todas las satisfacciones es estar con mis pacientes. Vivo sus gozos y sufro sus problemas. Esa es mi mayor satisfacción”.

24 Horas
En el sector salud dominicano, adoptaría el modelo norteamericano. Les pagaría bien a los médicos, pero los tendría a tiempo completo”.

Profesor
No me formé como profesor, aprendí después. Me gusta más enseñar desde la posición de médico que de profesor”.

A los estudiantes
Les digo que quiero que sean los líderes de Medicina en el futuro. La nuestra es una política abierta, en lo que podemos ayudar, ayudamos”.

Maestro
A mis estudiantes les digo que quiero que sean los líderes de Medicina en el futuro. La nuestra es una política abierta, en lo que podemos ayudar, ayudamos. Yo trabajo de ocho de la mañana a ocho de la noche.

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