Jaime Esteva Vives

Una muy buena amiga el día que murió don Jaime me escribió: “una gran pérdida, un hombre honesto, íntegro y ejemplar”. No hay manera más precisa de definir lo que fue la vida de Jaime Rafael Esteva Vives.

Una muy buena amiga el día que murió don Jaime me escribió: “una gran pérdida, un hombre honesto, íntegro y ejemplar”. No hay manera más precisa de definir lo que fue la vida de Jaime Rafael Esteva Vives.Mis primeros recuerdos de él y la bella familia que procreó con María Alicia Troncoso era verlos llegar a la iglesia de la Santísima Trinidad.

La mayor de sus hijas Carmen Lourdes, sus hermanos la apodaron Calule, para don Jaime siempre fue su Caluca, fue la responsable de unirme a esta bella familia de la cual aprendí mucho.

Nunca olvido que fueron don Jaime y doña María Alicia quienes junto a Calule me llevaron a Santiago en un verano que estábamos en Jarabacoa a tomar la prueba de admisión para entrar a la carrera de economía en la PUCMM.

Don Jaime fue un padre ejemplar, en una época que era raro que el papá participara con los hijos como lo hacía él. Sus hijos recuerdan sus excursiones, los paseos dominicales, sus enseñanzas y su gran sentido del humor.

Hacía un gesto cuando algo lo molestaba y era pasarse la palma de la mano por la nariz. Muchas veces antes de que él lo hiciera imitábamos su gesto y todos reíamos a carcajadas.

Su ejemplo no fue en vano, Calule eligió la educación y heredó el hábito de lectura de su padre. Compartían su gran colección de las series de Poirot, los cuales prestaba con celo y compromiso de devolución. Jaime es un excelente patólogo; Olga tiene una cultura envidiable; Pedro es un gran empresario; Agustín, junto a su esposa, han desarrollado escuelas en Punta Cana; José María un excelente abogado y María Antonia, la más pequeña, tremenda financiera.

Precisamente, fue María Antonia, la consentida de don Jaime, que leyó el panegírico y dio las gracias a los que nos acompañaron. Aquí copio sus palabras.
“Al tiempo que es una profunda pena, es también una satisfacción para nosotros despedir y honrar a nuestro padre, Jaime Rafael Esteva Vives.

Papá, o Papajaya era un hombre sencillo, hogareño y familiar. Una de sus mayores características fue su sensatez y la manera humilde, humana, práctica y creativa con que afrontó las situaciones del día a día. Su familia fue su prioridad y así lo demostró siendo un gran hijo, un gran esposo y un gran padre.
Junto a nuestra madre María Alicia procreó una larga descendencia de 7 hijos y sus esposos, 26 nietos y 15 biznietos. Gracias a esto se convirtió en un experto en logística. Recordamos la forma en que organizaba excursiones de variada índole, desde ir a comer helados, al autocinema, (en un carro obviamente atestado), al cine, hasta ir de siembra, cacería o pesca.

Es fácil imaginarse que en un hogar de 7 hijos, cualquier actividad se convertía en un proyecto. Tomar el desayuno y despacharnos al colegio, ir a misa los domingos o irnos de vacaciones a Jarabacoa, por ejemplo.

Papá fue un amante de la naturaleza y los espacios abiertos, especialmente de los árboles frutales que cultivaba y cuidaba con sus propias manos, y de los animales domésticos que tuvimos a los cuales parteaba él mismo cuando era necesario.

Durante su juventud fue un buen jugador de pelota, ferviente escogidista y fanático de los Yankees. Lo recordamos además como un creativo cocinero que nos divertía con sus ocurrencias en la cocina los fines de semana. Fue un habilidoso mecánico, así como un ávido lector.

Nunca olvidaremos la jerga y expresiones particulares con que nos hablaba, siempre la hemos disfrutado mucho y hoy en día la repetimos a nuestros hijos.
Como profesional fue un empresario íntegro y trabajador, realizó con muchos éxitos las funciones de presidente de Implementos y Maquinarias (IMCA), director fundador de la Asociación Popular de Ahorros y Préstamos, director fundador de Neveras Dominicanas, NEDOCA, entre otras.

No fue ajeno a las necesidades de los menos afortunados y, de forma muy discreta, apoyó a las personas cercanas a él, así como a varias obras sociales.
A la muerte de doña María Alicia se casó con doña Teresa Del Monte, con quien compartió dieciséis años de su vida.

Los últimos años su salud se deterioró fuertemente y nunca olvidaremos los cuidados de Irene, Ramona, Manuela, Nelly y German.

Damos muchas gracias al Señor por su larga vida y por su ejemplo de amor, misericordia y responsabilidad que nos permite ser hoy una familia larga, unida y en armonía.

Con su vida ejemplar nos deja un legado que nos enorgullece, sabemos que ahora descansa con la satisfacción que produce el deber cumplido. Descansa en paz junto al Señor”.

Papajaya, gracias por ser como fue, todos lo llevamos en el corazón y nunca lo defraudaremos.

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