La ¿multitud? llevada este miércoles a la Plaza de la Bandera para “exigirle” a la Junta Central Electoral que extienda a los tres niveles de elección el conteo manual de votos de los comicios venideros, estaba constituida por unas 287 personas (léase bien: ¡doscientos ochenta y siete personas!), una muestra “muy representativa” del universo de votantes. Para los que llevan anotaciones: El conteo fue hecho por los organismos de inteligencia, estudiando y cuadriculando fotos tomadas desde lo alto. ¡Je, je, je…!
Que se prepare
A sabiendas de que no tiene la más absoluta posibilidad siquiera de competir de verdad, voto a voto, por la senaduría del Distrito Nacional (y pienso que tampoco en cualquier otra demarcación), Rafael Percival Peña ha buscado posicionamiento mediático con una acción temeraria, irracional, impropia de quien se supone(ía) adquirió en los cuarteles la disciplina de la que carece, según todas las evidencias. Bien hacen las autoridades aeronáuticas al llevar el caso por la vía judicial, tomándose todo su tiempo, para que no se politice la sanción ejemplar que, en justicia, han de aplicar los tribunales por esa actitud demencial. Percival Peña se afanó y se afanó por tener la estampa de nominado como candidato a la senaduría de la capital, desbocada carrera en la que hasta llevó ante las barras del Tribunal Superior Electoral al Partido Revolucionario Moderno (PRM), para deslizarse, finalmente, nominado por uno de esos partiditos chiquitos, chiquititos, chiquititos, cuya presencia en la boleta electoral lo único que hace es embarrar de …tinta el papel utilizado para la cita democrática a la que están convocados todos los ciudadanos aptos para el sufragio. Con su petulante y descarada explicación de cuanto hizo, cuanto no pudo hacer y cuanto habría querido hacer, este oficial ® con ilusorias pretensiones políticas legislativas no ha hecho otra cosa que hacerse reo de cuanto le viene encima. Que se prepare, que él no es el único loco malo de bañar en esta jungla…
