Como Alicia en el país de las maravillas

Retrotraer a Alicia en el país de las maravillas al momento calamitoso que nos imponen las inclemencias del tiempo, no es ficción ni ganas de revivir la memoria del escritor inglés Lewis Carroll, a quien se le ocurrió plasmar al papel dicho cuento&#82

Retrotraer a Alicia en el país de las maravillas al momento calamitoso que nos imponen las inclemencias del tiempo, no es ficción ni ganas de revivir la memoria del escritor inglés Lewis Carroll, a quien se le ocurrió plasmar al papel dicho cuento en 1865.

Todo indica que en ese “país de las maravillas” es donde estamos situados por la comunidad internacional.

No importa que la realidad nos siga situando dentro de los mismos parámetros de pobreza y dependencia que caracteriza al conglomerado de naciones que constituyen los países del Tercer Mundo.

Ni importa que en pleno escenario de toda una región devastada, el propio presidente de la República Lic. Danilo Medina, la haya declarado en estado de emergencia.

Ni tampoco que, en un ataque sin tregua por la naturaleza, sean afectadas inmisericordemente y de manera más sentida ocho provincias, que son las más productivas de la nación:

Puerto Plata, María Trinidad Sánchez, Espaillat, Duarte, La Vega, Santiago, Samaná y la provincia Sánchez Ramírez.

Los habitantes de esas comunidades están aterrorizados, no sólo por la destrucción de sus viviendas, sus fuentes de producción, las vías de comunicación, sus enseres, enfermedades, etc., sino también por la amenaza que pende sobre cada hogar ubicado aguas abajo y con el temor de que pueda zozobrar la presa de Tavera.

Es calamitoso lo que se nos ha venido encima, con pérdidas cuantiosas que, a decir del ministro de Obras Públicas y Comunicaciones, Lic. Gonzalo Castillo, el monto para la recuperación sobrepasa los 5,000 millones de pesos.

Pero, ante esa cruda realidad nos preguntamos, en dónde está la comunidad internacional, esos organismo de socorro, o es que acaso los dominicanos, a quienes se nos exige tanto, no somos dignos de ver la solidaridad de las naciones poderosas del mundo.

De todas maneras, hay que entenderlos, pues en su lógica Santo Domingo vive como ‘‘Alicia en el país de las maravillas”. 

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