Su padre comenzó un proyecto de siembra con dos cabezas de ajo regaladas en 1992. Para entonces, Antonely Gutiérrez era apenas un niño. Los años pasaron y Antonely comenzó a involucrarse en la actividad.

Desde hace años, Antonely no solo siembra ajo en las tierras de Constanza, sino que lo hace junto a su progenitor, Antonio Gutiérrez Tiburcio. “Ya nosotros hemos logrado miles de quintales de ajo. Somos actualmente los únicos que tenemos ajo sembrado en Constanza”, le cuenta Antonely a elCaribe que lo visitó en su propiedad, un lugar en el que a las 3:00 de la tarde hace un frío que ordena abrigarse. Antonely, sin embargo, no requiere frazada para protegerse, está acostumbrado a lidiar con esa temperatura.
Además de la siembra de ajo, Antonely tiene un negocio de producción y comercialización de un condimento semilíquido y una pasta de ajo. Con el ajo para venta lo que hace inicialmente, luego de extraer el bulbo de la tierra, es llevarlo en canastos a un espacio con condiciones aptas. Lo entra en un horno y ahí lo seca. Luego, el ajo que se va a procesar lo pone en lugar seguro. Es más o menos la dinámica que sigue siempre que está en etapa productiva. “Cuando el ajo está bien seco se limpia fácil y queda blanquito”, explica Antonely, de 29 años.

El negocio de pasta de ajo se inició hace tres años, pero hay momentos en los que no se elabora. Se trata de un negocio pequeño, surgido a partir de una idea, de un emprendimiento.
Una pequeña empresa de esas que se abren camino paso a paso a base de esfuerzo. “El trabajo realizado por mi papá es un trabajo de 25 años y podría decirte que los frutos los estamos viendo en los últimos tiempos, especialmente porque el ajo está caro”, expone Antonely Gutiérrez. Habla con orgullo del tema. Se nota bien formado a nivel de hogar y cuando se refiere a su padre despeja cualquier duda que pueda existir sobre ese punto.

“En Constanza más nadie está sembrando ajo. Sólo nosotros. Y el nuestro es una variedad diferente, tanto en tamaño como en sabor y ciclo de cultivo. Tenemos ajo del tipo Elefante”, indica. Se mueve a otro punto de terreno y muestra una parte de la producción.

“Nos gusta este ajo porque la espiga que echa es bien frondosa y bonita en el proceso de cabeceo. Y si se deja florecer, las flores son bien bonitas”, agrega Antonely. La conversación se da mientras de un lado y otro varios empleados extraen zanahoria del terreno. Antonely no solo cultiva ajo, sino que se involucra en otros rubros agrícolas.

“Recuerdo cuando mi papá me dijo vamos a venderle ajo a una compañía. Hicimos una cita. Nos recibieron. Nosotros habíamos –incluso- propuesto comercializar la espiga del ajo. La empresa decía que la espiga de ajo es prácticamente como el propio ajo, para los fines de hacer la crema. Pero aclaran que ellos (la empresa) no mezclan compuestos. Como no aceptaron negociar conmigo, decidí ir a otro sitio. El caso es que en todos lados se mostraban desinteresados. No me hacían caso”, rememora Antonely.

Explicó que -finalmente consiguió una persona con formación química que creyó en el proyecto. De la espiga del ajo hicimos un condimento semilíquido natural. La espiga la mezclamos con ají morrón de color rojo y verde y también puerro. Es una mezcla de vegetales locales. Es lo mismo que hace una señora en su casa de forma natural. Con eso hicimos un sazón y tenemos la pasta de ajo también. Es decir, que son dos productos: un condimento semilíquido y una pasta de ajo”, explica el emprendedor constancero. Antonely se queja de la competencia desleal en el negocio de crema de ajo. “Producir ajo a nosotros nos cuesta mucho, pero resulta que hay otros que no producen ajo, pero lo traen de afuera –lo importan- lo venden aquí y hacen crema con él, aunque nunca tiene el mismo sabor del nuestro”, asegura. La compañía de Antonely se llama Gutiérrez Agroindustrial.

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