El dato histórico

Por primera vez, en los más de quinientos años de historia dominicana, se ordenarán el mismo día, sábado 26 de agosto de 2017 a las 9:00 a.m. en el Centro de Convenciones Sansoucí, tres obispos, a saber:

• Mons. Ramón Benito Ángeles
Fernández, oriundo de la Diócesis de La Vega.
• Mons. Faustino Burgos Brisman, C. M., oriundo de la Diócesis de San Fco. de Macorís.
• Mons. Jesús Castro Marte, oriundo de la Arquidiócesis de Santo Domingo.

Hasta ahora, solo una vez habían sido ordenados dos juntos: Mons. Francisco José Arnaiz, S.J. y quien escribe, por el Papa San Juan Pablo II, en Roma, el 6 de enero 1989.

En ambas ocasiones, tres y dos, eran ordenados para ser obispos auxiliares de la Arquidiócesis de Santo Domingo.

En la presente ocasión, me pareció bueno reproducir en esta columna literalmente los textos mismos de la Ordenación de Obispos, no la misa completa, sino solo esta parte clave de la celebración, que se tiene después de ser leído el Mandado o nombramiento del Papa Francisco para cada uno y la homilía.

I
Promesa del elegido
Terminada la homilía, solamente los elegidos se ponen de pie delante del Obispo ordenante principal, quien los interroga con estas palabras:

“La antigua regla de los Santos Padres establece que quien ha sido elegido para el Orden Episcopal sea, ante el pueblo, previamente examinado sobre su fe y sobre su futuro ministerio.
Por tanto, querido hermano: ¿Quieres consagrarte, hasta la muerte, al ministerio episcopal que hemos heredado de los Apóstoles, y que por la imposición de nuestras manos te va a ser confiado con la gracia del Espíritu Santo?

El elegido responde:

Sí, quiero.
El Obispo ordenante principal:
¿Quieres anunciar con fidelidad y
constancia el Evangelio de Jesucristo?
El elegido responde:
Sí, quiero.
El Obispo ordenante principal:
¿Quieres conservar íntegro y puro el depósito de la fe, tal como fue recibido de los Apóstoles y conservado en la Iglesia y en todo lugar?
El elegido responde:
Sí, quiero.
El Obispo ordenante principal:
¿Quieres edificar la Iglesia, Cuerpo de Cristo, y permanecer en su unidad con el Orden de los Obispos, bajo la autoridad del sucesor de Pedro?
El elegido responde:
Sí, quiero.
El Obispo ordenante principal:
¿Quieres obedecer fielmente al sucesor de Pedro?
El elegido responde:
Sí, quiero.
El Obispo ordenante principal:
Con amor de padre, ayudado de tus presbíteros y diáconos ¿quieres cuidar del pueblo santo de Dios y dirigirlo por el camino de la salvación?
El elegido responde:
Sí, quiero.
El Obispo ordenante principal:
Con los pobres, con los inmigrantes, con todos los necesitados, ¿quieres ser siempre bondadoso y comprensivo?
Sí, quiero.
El Obispo ordenante principal:
Como buen pastor, ¿quieres buscar las ovejas dispersas y conducirlas al aprisco del Señor?
El elegido responde:
Sí, quiero.
El Obispo ordenante principal:
¿Quieres rogar continuamente a Dios todopoderoso por el pueblo santo y cumplir de manera irreprochable las funciones del sumo sacerdocio?
El elegido responde:
Sí, quiero.
Dios, que comenzó en ti la obra buena, él mismo la lleve a término.

II
Súplica litánica
Es un momento de oración por los nuevos obispos. El celebrante principal lo introduce de esta manera:

“Oremos, hermanos, para que en bien de la Santa Iglesia, el Dios de todo poder y bondad derrame sobre estos tres elegidos la abundancia de su gracia”.

Los elegidos se postran rostro en tierra y se cantan, a continuación, las letanías de los santos, respondiendo todos los
presentes.

III
Imposición de manos
Permanecen todos de pie, orando en silencio. El Obispo ordenante principal y los Obispos ordenantes se ponen la mitra y permanecen de pie delante de sus sedes, mirando al Pueblo. Los electos se levantan y se acercan al Obispo ordenante principal, y se ponen de rodillas delante de él.

El Obispo ordenante principal impone en silencio las manos sobre la cabeza de cada elegido. A continuación, acercándose sucesivamente, lo hacen todos los demás obispos presentes, también en silencio.

IV
Imposición del libro de los evangelios
Seguidamente, el Obispo ordenante principal recibe de uno de los diáconos el libro de los Evangelios y lo impone abierto, sobre la cabeza del elegido; dos diáconos estarán de pie a la derecha e izquierda del elegido, mientras se recita la Plegaria de Ordenación.

V
Plegaria de ordenación
Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo,
Padre de misericordia y Dios de todo
consuelo que habitas en el cielo
y te fijas en los humildes;
que lo conoces todo antes de que exista.

Tú estableciste normas en tu Iglesia
con tu palabra bienhechora.
Desde el principio tú predestinaste
un linaje justo de Abraham;
nombraste príncipes y sacerdotes
y no dejaste sin ministros tu santuario.
Desde el principio del mundo te agrada
ser glorificado por tus elegidos.

Esta parte de la oración es dicha por todos los Obispos ordenantes, con las manos juntas y en voz baja para que se oiga claramente la del Obispo ordenante principal.

INFUNDE AHORA SOBRE ESTE TU ELEGIDO LA FUERZA QUE DE TI PROCEDE: EL ESPĺRITU DE GOBIERNO QUE DISTE A TU AMADO HIJO JESUCRISTO, Y ÉL, A SU VEZ, COMUNICÓ A LOS SANTOS APÓSTOLES, QUIENES ESTABLECIERON LA IGLESIA COMO SANTUARIO TUYO EN CADA LUGAR, PARA GLORIA Y ALABANZA INCESANTE DE TU NOMBRE.

Prosigue solamente el Obispo ordenante principal:
Padre santo, tú que conoces los corazones, concede a este servidor tuyo, a quien elegiste para el episcopado, que sea un buen pastor de tu santa grey y ejercite ante ti el sumo sacerdocio sirviéndote sin tacha día y noche; que atraiga tu favor sobre tu pueblo y ofrezca los dones de tu santa Iglesia; que por la fuerza de tu Espíritu, que recibe como sumo sacerdote y, según tu mandato, tenga el poder de perdonar los pecados; que distribuya los ministerios y oficios según tu voluntad, y desate todo vínculo conforme al poder que diste a los Apóstoles; que por la mansedumbre y la pureza de corazón, te sea grata su vida como sacrificio de suave olor, por medio de tu Hijo Jesucristo, por quien recibes la gloria, el poder y el honor, con el Espíritu, en la Santa Iglesia, ahora y por los siglos de los siglos.

VI
Siete acciones significativas
Unción de la cabeza
El Obispo ordenante, después de la plegaria de ordenación, recibe de un diácono el santo crisma; y unge la cabeza del ordenado, que está arrodillado ante él, diciendo:

Dios, que te ha hecho partícipe del sumo sacerdocio de Cristo, derrame sobre ti el bálsamo de la unción, y con sus bendiciones te haga abundar en frutos.

Entrega del Evangelio
El Obispo ordenante principal, recibiendo de un diácono el libro de los Evangelios, se lo entrega al ordenado diciendo:

Recibe el Evangelio, y proclama la palabra de Dios con deseo de instruir y con toda paciencia.

El diácono toma nuevamente el libro de los Evangelios y lo deposita en su lugar.

Entrega del anillo Episcopal
El Obispo ordenante principal pone el anillo en el dedo anular de la mano derecha del ordenado diciendo:
Recibe este anillo, signo de fidelidad, y permanece fiel a la Iglesia, Esposa Santa de Dios.

Imposición de la mitra
Seguidamente, el Obispo ordenante principal pone la mitra al ordenado, diciendo:

Recibe la mitra, y brille en ti el resplandor de la santidad, para que, cuando aparezca el Príncipe de los pastores merezcas recibir la corona de gloria que no se marchita.

Entrega del báculo
Y finalmente, entrega al ordenado el báculo pastoral, diciendo:
Recibe el báculo,
signo del ministerio pastoral,
y cuida de todo el rebaño
que el Espíritu Santo te ha encargado guardar;
como pastor de la Iglesia de Dios.

Entrega de la Cátedra
Se levantan todos. El Obispo ordenante principal dirige a cada ordenado hacia la cátedra y lo invita a sentarse brevemente.

Abrazo de la Paz
Finalmente, el ordenado, dejando el báculo, se levanta y va recibiendo el saludo y abrazo de la paz, del Obispo ordenante principal y de los demás Obispos. Mientras tanto se entona un canto.

Conclusión

CERTIFICO que he transcrito literalmente el Rito de la Ordenación de los Obispos, con motivo de la ordenación de los tres obispos auxiliares para la Arquidiócesis de Santo Domingo, el 26 de agosto 2017.

DOY FE, en Santiago de los Caballeros a los veintiún (21) días del mes de agosto del año del Señor dos mil diecisiete (2017).

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