Veintidós años, estudiante. Mujer joven y soltera, mi hija es “señorita” para todos los fines, asienta la RAE. Pero aquí excepcionalmente recibe esa denominación, como ella misma cuenta: “En manera educada y respetuosa me dicen “joven” y solo una vez alguien me habló por “señorita”. Y es que, en un curioso atraso socio-educativo, en nuestro medio el sustantivo “señorita” tiene mayormente connotación sexual -“virgen”- y así evitamos utilizarlo. Recientemente recibía un servicio de alguien que juguetonamente me llamó “señorita” y sonreída me dijo a seguidas “Dígame gracias por la tapa (el himen)” ¡Válgame! Si no se llama “señorita” a mujeres jóvenes mucho menos a maduras (salvo en el pasado a maestras de escuela y “jamonas”). Para mayorcitas solo “señora” o “doña”.

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