Matías Bosch: Siempre se ha dicho que es mejor predicar con el ejemplo y que las palabras se las lleva el viento. Por eso, en vez de tanto teclado y discursos incendiarios, los que defienden la nación frente a la invasión haitiana harían bien en irse a vivir a la frontera, a una casita promedio sin agua y con letrina. Dejar sus oficinas de lujo y trabajar de jornaleros o cortando caña. Que sus hijas den a luz en los hospitales públicos. Que les exijan a sus hijos meterse a guardias en el CESFRONT o, si prefieren, trabajar de fruteros, guachimanes o en la construcción. Como dijo un prócer: A la patria no se le usa, se le sirve.

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