El deterioro de algunos monumentos del Gran Santo Domingo representa una pérdida importante de nuestra historia e identidad como dominicanos

Hace más de cien años el escritor Pedro Henríquez Ureña escribió que “las mejores obras de arquitectura que posee la República son las de la época colonial, especialmente las iglesias y las casas señoriales de la ciudad de Santo Domingo”. Dicha afirmación, incluso tras tantos años, es respaldada por varios expertos de estos tiempos, que, sin embargo, a su vez fustigan el estado de deterioro y arrabalización en el que se encuentran varios de estos monumentos, que provocan la pérdida material de la historia nacional y reduce el factor adicional que también tienen como instrumentos que dinamizan la economía.

A principios de este año, la representación del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS) en República Dominicana, presentó un calendario en el que señalaba doce patrimonios monumentales en peligro, de los cuales cuatro están en el Gran Santo Domingo: la Iglesia de Santa Bárbara, las ruinas del Convento de San Francisco y el Teatro Agua y Luz en el Distrito Nacional; la Casa Grande de Palavé en Santo Domingo Oeste; y el sitio de la fundación de la Villa de Santo Domingo, en la Zona Oriental.

De acuerdo con el representante de ICOMOS en el país, Edwin Espinal Hernández, estas infraestructuras están en estado de “abandono, vandalismo, vulnerables ante fenómenos naturales, faltos de mantenimiento, y son objeto de intervenciones inadecuadas”. Esta situación favorecería a la dilución de la identidad nacional, considerando que el patrimonio cultural, como indicó la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) en su “Convención sobre las medidas que deben adoptarse para prohibir e impedir la importación, la exportación y la transferencia de propiedad ilícita de Bienes Culturales” de 1970, este tipo de patrimonio “es uno de los elementos fundamentales de la civilización y la cultura de los pueblos”.

Edwin Espinal Hernández subraya que estos monumentos reúnen valores en los que la sociedad se reconoce a sí misma, “un recipiente de la memoria colectiva, un símbolo de la autorrepresentación de las sucesivas generaciones en el espacio y el tiempo, una realidad esencial para no destruir el sentimiento de pertenencia de los habitantes hacia el lugar que ocupan”.

En ese mismo sentido el presidente de la Fundación Patrimonium, Ruahidy Lombert, advierte que “la desaparición de cualquier elemento del pasado debe considerarse una pérdida de conocimientos valiosos para las generaciones del presente, así como la del futuro”.

De los cuatro monumentos en el Gran Santo Domingo, los expertos coinciden con que el que en peor condición está es el Teatro Agua y Luz, construido por el ingeniero Carlos Buigas por orden del dictador Rafael Leónidas Trujillo en 1955, y que se ha intentado remodelar en innumerables ocasiones, buscando devolverle el esplendor que tuvo a finales de la década de los años 50 del siglo pasado.

Debido al alto grado de deterioro que presenta actualmente, este espacio se podría comparar con un vertedero. El hedor es inaguantable, la basura se encuentra por doquier, y se ha convertido en hogar de drogadictos y enajenados mentales.

Una de las renovaciones que más esperanzó a arqueólogos y estudiosos del patrimonio cultural fue una anunciada en 2006, cuando la empresa Dawn Properties acordó con la Corporación de Fomento de la Industria Hotelera y Desarrollo del Turismo (Corphotels) la remodelación por 12 millones de dólares del teatro, conservando su construcción original. Sin embargo, esto nunca sucedió, pese a que este espacio, ubicado en pleno Centro de los Héroes, donde se encuentra el Congreso Nacional, la Alcaldía del Distrito Nacional, y otros órganos estatales, es considerada una joya arquitectónica del país.

Las ruinas del Convento de San Francisco, en la Zona Colonial, calificada como una de las obras más tempranas de la Orden Franciscana en América y de las más importantes a nivel nacional, presenta hoy día un estado de descuido menor que el del teatro, no obstante, la falta de una medida efectiva ha acelerado su deterioro sin control. Incluso, expertos pronostican su pérdida de autenticidad ante una propuesta de intervención que desvirtuaría por completo su valor intrínseco.

Entre tanto, la Casa Grande de Palavé, ubicada en la zona de Hato Nuevo, Manoguayabo, es la que menos afectada está, ya que incluso el Ministerio de Medio Ambiente emplea a seis hombres y dos mujeres desde hace ocho años que le dan mantenimiento al espacio. Pero los daños considerables amplían su condición de ruina en proceso acelerado de deterioro. Varios arquitectos aseguran que esta obra necesita reparaciones urgentes, y vigilancia para evitar que sea tomada por indigentes.

El sitio de la fundación de la Villa de Santo Domingo, localizado en Santo Domingo Este, tiene restos de piedras del torreón circular de la fortaleza, capilla en tapia y ladrillo, y vestigios arqueológicos en el subsuelo. Esta fue fundada por Bartolomé Colón en agosto de 1498. En el foso de la fortaleza estuvo preso Cristóbal Colón en 1500. La iglesia original de madera y paja fue sustituida por la actual, correspondiente a la ermita de Nuestra Señora del Rosario, construida entre 1535 y 1543.

La Iglesia de Santa Bárbara, donde fue bautizado el prócer Juan Pablo Duarte, y el Fuerte de esa comunidad, están deteriorados, sin embargo, actualmente están siendo intervenidos por la Oficina de Ingenieros Supervisores de Obras del Estado (OISOE).

El arquitecto José Enrique Delmonte Soñé señala que este proceso de deterioro se ha acelerado en estos últimos años, y su tendencia acumulativa es un ejemplo de que en nuestro país no se ha interiorizado la trascendencia de los vestigios materiales de su cultura.

“Es cierto que se ha desarrollado un programa de inversión puntual en el centro histórico con fondos de un préstamo internacional. Sin embargo, a pesar de la necesidad de este tipo de acciones, la atención específica a inmuebles de alto valor histórico y patrimonial debe ser una prioridad constante”, afirma.

Los otros seis monumentos que señala ICOMOS son el hotel Mercedes, la casa 26 de la calle Benito Monción de Santiago, el conjunto de casas de Sánchez, Edificio Morey, La casa de Colón en La Isabela, y las Cuevas del Pomier. Estos igualmente se encuentran deteriorados por plagas, con humedad por capilaridad, y con pérdida de autenticidad.

Sin embargo, el Pabellón de las Banderas, infraestructura principal de lo que fuera la Feria de la Paz y la Confraternidad del Mundo Libre, hoy Centro de los Héroes, es otro de los monumentos que está en peligro. Ha sido ocupado por indigentes que recogen basura de las calles y la depositan en los alrededores de este patrimonio arquitectónico. Esto mismo sucede en otro de los monumentos más importantes del país: el Faro a Colón, que además de basura y falta de acondicionamiento, no tiene lámparas ni seguridad.

De acuerdo con el presidente de Patrimonium, para devolverle el valor a estos monumentos es imprescindible, entre otras cosas, enfatizar la función de la educación para generar un apoyo amplio del público a la protección del patrimonio; que el Congreso Nacional, el Ministerio de Cultura y los Ayuntamientos creen y diseñen políticas, planes y programas para fomentar la conservación del patrimonio; que exista participación activa de la población en la construcción de lineamientos de planes para la promoción de estos bienes históricos; y finalmente, que haya una revisión de la Ley No. 318 sobre el Patrimonio Cultural de la Nación, de 19 de junio de 1968. Ruahidy Lombert, agrega, sin embargo, que todo esto se ve obstaculizado por la falta de financiación. Fustigó que a esta altura el país no cuente con laboratorios modernos para la intervención, investigación, catalogación y documentación del patrimonio.

Entre tanto, Delmonte expresa que el aspecto del mantenimiento es una de las fallas fundamentales en las inversiones en el Estado dominicano. Reconoce que muchos monumentos solo requieren atención continua, disposición de un conservador que vigile cualquier atisbo de deterioro y capaz de promover mecanismos para un uso creativo de los mismos.

El Viceministerio de Patrimonio Cultural del Ministerio de Cultura está al tanto del estado de estos monumentos, y señalan no obstante que “el gobierno de Danilo Medina ha tomado iniciativas importantes para intervenir y restaurar nuestro patrimonio.
Ejemplos de ello son la intervención de la Ciudad Colonial, con el proyecto BID, que incluye el soterrado y cableado eléctrico en las calles de la misma, los museos de la Fortaleza Ozama y de las Atarazanas Reales, entre otros”. Pero, aunque tienen la responsabilidad de salvaguardar este patrimonio para las generaciones futuras, al parecer no han hecho los esfuerzos suficientes.

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