Hay realidades que efectivamente están ahí. Ocurren, se conocen. Los periódicos las convierten en noticias, pero en el imaginario social se desarrolla un proceso de negación, y dice: no puede ser cierto, aunque constituyen hechos reales, y progresivamente, parte de la cotidianidad. Son situaciones singulares. Más allá de lo que podemos imaginar. Unos vecinos de Los Alcarrizos descubrieron un día que no tenían dónde enterrar sus muertos. Y decidieron destinar unos terrenos baldíos, aparentemente del CEA, como la morada final de sus difuntos. Ni el municipio, que tiene la responsabilidad de atender estos menesteres, ni el gobierno nacional, reaccionaron ante el insólito caso de los vecinos que construyeron tumbas en el monte más cercano. ¿Es posible?

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