Los padres de esta patria nunca imaginaron que, desde que la fundaron, el equilibrio de todos sus factores serían puestos en peligro por un gesto mínimo, aparentemente banal, vulgarmente rutinario, sospechosamente intrascendente, que fue cuando un puerco cualquiera dio la señal primera y todos sus congéneres emularon su ejemplo: el puerco torció el rabo. Y de inmediato todos los puercos han venido torciendo el rabo… (Desde entonces, ese país tiene un insospechado símbolo patrio que nos identifica como algo cómico: la Nación Donde Siempre el Puerco Tuerce el Rabo y nada es químicamente perfecto).

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