Rodrigo Muñoz Avia es un escritor madrileño (n. 1967) que asumió el riesgo de publicar una novela satírica en la que de entrada se descubre su pretensión de ridiculizar el papel de los psiquiatras y los psicólogos en su interés por curar o modificar trastornos y conductas que lesionan la adaptabilidad del individuo familiar y socialmente. Como ocurre con los chistes desafortunados, pasa también con estas obras donde el autor termina en víctima de su osadía, convertido en personaje de su propia picaresca.
Aparte de que el monólogo de Psiquiatras, psicólogos y otros enfermos está lleno de lugares comunes, propio de los llamados Best Seller, destinados al mercado del público acrítico, su trama no hace más que reforzar conceptos erróneos imperantes en la población desinformada sobre disciplinas tan útiles para el mundo contemporáneo como son la psiquiatría y la psicología.
Lamentamos que en la España donde se formaran los psiquiatras dominicanos Zaglul y Dunker, la misma del maestro Castilla del Pino y más recientemente de Enrique Rojas, se publique un texto literariamente infeliz sobre temas trascendentales como los que aborda.
Muy diferente a Torcuato Luca de Tena en Los Renglones Torcidos de Dios.
Rodrigo, como también se llama el personaje central, es tratado por un cuñado psiquiatra. Ese solo yerro es suficiente para que el lector avezado abandone la lectura, ya que los profesionales de la conducta no abordan terapéuticamente a parientes cercanos, así lo impone la ética y la necesaria objetividad.
Se trata de un ajuste de cuentas de principio a fin. “Antes de ir al psiquiatra yo era un hombre feliz”, condición que pierde por el tratamiento, escribe al comienzo. “Mi opinión es que los psiquiatras y los psicólogos, aparte de no saber en qué se distinguen entre sí, están muy enfermos”, remata en el último capítulo. Ríase si puede.
Psiquiatras, psicólogos y otros enfermos. Editora. Punto de Lectura.
