Martirio de Jesús abonó fe cristiana

Con la crucifixión de Jesús en tiempos del emperador romano Tiberius Claudius Nero (Tiberio), y con el posterior martirio de la mayoría de sus apóstoles cuando regaban la semilla de sus enseñanzas por el Mediterráneo, nace el cristianismo.

Con la crucifixión de Jesús en tiempos del emperador romano Tiberius Claudius Nero (Tiberio), y con el posterior martirio de la mayoría de sus apóstoles cuando regaban la semilla de sus enseñanzas por el Mediterráneo, nace el cristianismo.
El cristianismo como religión se fundamenta en la persona y las enseñanzas de Jesús, y los cristianos consideramos a Jesucristo el Redentor y Maestro, reconociéndolo como Dios y Señor.

Cuando Jesús es crucificado un viernes, los Apóstoles se presentaron a sí mismos como “testigos de Jesucristo resucitado”, por lo que fueron anunciándolo hasta sellar sus testimonios con su propia sangre.

En aquel entonces, los discípulos de Jesucristo reconocieron su divinidad, creyeron en la eficacia redentora de su Muerte y recibieron la plenitud de la Revelación, transmitida por el Maestro y recogida por la Escritura y la Tradición.

Y hoy día, 2016 años después, los cristianos continuamos creyendo en su resurrección. Y es que la Resurrección de Jesucristo es el dogma central del Cristianismo y constituye la prueba decisiva de la verdad de su doctrina.
San Pablo Apóstol dijo que si Cristo no resucitó entonces la predicación de su palabra y la fe en él es vana.

Pero Cristo sí resucitó al tercer día. Evidencia irrebatible es el evangelio de Lucas 24:13-35, Camino a Emaús, que narra la primera aparición de Jesús en condición humana luego de su muerte. Cleofás, y otro caminante, reconocieron a Jesús ya sentado a la mesa, al partir el pan, y fueron a dar la noticia a quienes con sentimientos de derrota lloraban su muerte.

La Iglesia de Jesús

Pero Jesucristo no sólo fue el fundador del cristianismo como religión, sino que también fundó la Iglesia, que es el nuevo pueblo de Dios, y que fue instituida en la Eucaristía cuando dijo: “Este es el Cáliz de mi sangre. Sangre de la alianza nueva y eterna que será derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados”.

Cristo fundó la Iglesia bajo la forma de una comunidad visible de salvación, a la que se incorporan los hombres por el bautismo, y la misma está cimentada sobre el Apóstol Pedro, a quien Cristo prometió el Primado diciendo que “sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”.

Sobre la Iglesia, Mateo afirma que existirá hasta el fin de los tiempos, mientras perdure el mundo y haya hombres sobre la tierra: “y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella”.

Pero Cristo quiso alejar la Iglesia del concepto de “Reino” conocido hasta entonces, y pone de relieve el carácter universal del Reino. Desde su lógica, el Reino no es, por tanto, poder terreno o triunfo nacional, sino una realidad salvífica.

Es por ello que es en la Iglesia donde se actualiza cada día el Sacramento de la muerte de Cristo y de su Resurrección, ya que es el instrumento de la predicación misionera y de la Buena Nueva, y el de la aplicación de la obra salvadora por vía sacramental, que extiende así la historia de la salvación.

Iglesia de amor

Dado que Jesús murió por amor a la humanidad, ya que así estaba predestinado, su religión, el cristianismo y su Iglesia, simbolizan el amor universal.

El amor empuja al cristiano a buscar el bien de nuestros hermanos, y ese bien que nos realizará plenamente es la Salvación en Jesucristo. Por eso, la actitud misionera es propia y esencial del cristiano, siendo la evangelización esencial para la Iglesia. Hay que recordar que Jesús, antes de subir al cielo después de resucitado, ordenó a sus seguidores: “Id a todo el mundo y predicar el Evangelio, bautizando en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”.

Por ello la evangelización y el amor es la misión principal de cada uno de los miembros de la Iglesia, por lo que los cristianos estamos llamados a comportarnos como miembros vivos y no como células inertes.

El cristianismo enseña que el amor de Cristo nos urge a todos, y nos urge a buscar el bien de nuestros hermanos los hombres. Ese Bien por antonomasia está en el encuentro y conocimiento del Evangelio.

El cristianismo redime el cuerpo

Afirmar que en el Cristianismo lo espiritual tiene la primacía, no significa establecer un dualismo irreconciliable entre el espíritu y la materia, entre el ama y el cuerpo. El Cristianismo valora y redime la misma corporeidad, en cuanto que considera la materia como indiferente, capaz de ser buena o mala según el uso que de ella haga la voluntad del hombre. El hombre del que habla el Cristianismo es un ser integral, compuesto de cuerpo y alma como realidades distintas, pero unidas sustancialmente; es un espíritu encarnado que vive y obra unitariamente, y unitariamente se salva (o se condena) mediante la Resurrección de la carne. En pocas palabras, la salvación (o condenación) comenzada ya inmediatamente después de la muerte, solo se hace completa con la Resurrección de la carne en el día del juicio final.

Saber
Muchos expertos en la materia creen que Pilato, originalmente, ordenó como castigo único que Jesús fuera flagelado, y que su condena a muerte por crucifixión fue solamente una respuesta a la provocación de la muchedumbre.

Posted in Sin categoría

Más de

Más leídas de

Las Más leídas