Caminar bajo una lluvia de papeles arrojados desde las ventanas, usar ropa interior de colores no habituales, cargar con una maleta aunque no se haga ningún viaje, o quemar objetos que se relacionen con el pasado, son algunas de las costumbres para despedir el año viejo en América Latina.
 
Como cada año, en poco los latinoamericanos cumplirán dentro de sus casas o en lugares públicos algunos pequeños y raros rituales antes de que suenen las 12 campanadas que indican que otros 356 días comenzarán a andar.
 
Ropa interior colorida
El tono pareciera cambiar según el país. En ciertas partes de la región se usan prendas de ropa interior de color amarillo, en otras roja, y en Argentina, Brasil y Uruguay, la tonalidad es más bien rosa. En algunos países se pide que sea nueva y en otros que esté puesta al revés.
 
Tanto el color rosa como el amarillo y el rojo son considerados de buena fortuna.
 
Arrastrar una maleta vacía
Si ve a una persona llevar una maleta en sus manos la víspera de Año Nuevo, es posible que el viaje no ocurra en ese momento sino meses más tarde. Esa costumbre es utilizada en algunos países de América Latina para favorecer los viajes en el nuevo año.
 
Comer lentejas
En algunas mesas latinoamericanas no pueden faltar las lentejas en la celebración del Año Nuevo. Esta posiblemente sea una tradición de origen europeo, que se lleva a cabo para representar la prosperidad y la abundancia.
 
Quemar objetos
En Ecuador, la noche de Año Nuevo, se quema el año viejo, al que se encarna en tradicionales muñecos o monigotes hechos con ropa vieja, aserrín y papel, en representación de las cosas buenas y malas que transcurrieron durante el año que termina.
 
Se toman en cuenta aspectos de interés político, social o del mundo del espectáculo, que fueron relevantes. De igual manera, los hombres jóvenes se disfrazan de viudas y salen a la calle en llanto para recolectar dinero para el próximo año.
 
Esta tradición también se lleva a cabo en algunos lugares de México, Perú, Nicaragua y Honduras, entre otros países.
 
Comerse las 12 uvas
En buena parte de las mesas no faltan los racimos de uvas, que tradicionalmente se comen una a una con cada campanada que anuncia que el nuevo año está por llegar. Esta usanza tiene origen español y, al igual que las otras costumbres, busca llamar la buena fortuna y la prosperidad.
Lanzar un balde de agua
Por raro que parezca, en Uruguay se acostumbra tirar a la calle un balde lleno de agua para limpiar el camino del año que comienza. En otros países de la región también se hace un limpieza general en la casa y se encienden algunas esencias para «alejar las malas energías».
 
Alasitas bolivianas
En Bolivia el nuevo año comienza el 24 de enero, en la llamada fiesta de las Alasitas, donde se invoca al dios Ekeko para pedir que los deseos, que son colocados en el cuerpo del muñeco que lo representa, se conviertan en realidad.
 
Ir al cementerio
Por muy extraño y hasta tétrico que parezca, el cementerio municipal de Talca, 260 kilómetros al sur de Santiago de Chile, se llena de visitantes la noche de Año Nuevo. Esta costumbre, que también se sigue en otras ciudades chilenas como Iquique y Valparaíso, comenzó como una incursión clandestina de los deudos para estar con sus difuntos, y ya se lleva a cabo oficialmente en algunos camposantos.
 
Saltar las siete olas
En Brasil se estila en ciertos lugares vestirse de blanco en honor a Yemayá, diosa de la fertilidad en la mitología yoruba, proveniente de África.
 
Además, se saltan siete olas a la medianoche como forma de rendir homenaje a esa deidad africana y para tener un venturoso año nuevo.
 
Un seguidor de la religión afrobrasileña Umbanda lleva ofrendas para Yemayá, diosa de las aguas, en la playa de Copacabana en Río de Janeiro 29 de diciembre de 2014. / Ricardo Moraes / Reuters

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