Contrario al feminismo presente en la mayoría de las mujeres poetas de la presente generación, ideología que se revela tanto de manera evidente como subyacente, la novel escritora Noemí Francisco Paredes prefiere cantar el sentimiento intrínsecamente femenino, con la candidez y la transparencia propias de los versos de iniciación, como una catarsis torrencial que hace recordar a la puertorriqueña Julia de Burgos, sobre todo en la del conocido poemario El río y tú. En Pasiones ardientes no hay deseos de enfrentar al “hombre patriarcal”, sino un develado interés en ser cortejada y convencida de que en este “valle de lágrimas” que es el mundo para los cristianos, podrían realizarse algunas escenas de placer como lenitivo al dolor.
Por la misma naturaleza de sus textos podría deducirse que a Francisco Paredes le vendría mejor el término “poetiza”, como se nos enseñó llamarles a las cultoras de la poesía, diferente a la moda de los últimos años en los que en rebelión contra el castellano castizo se le llama “poeta” a las mujeres. La autora, quien sostiene que desde niña ha sido “rígida, extrovertida y curiosa”, refiere en sus poemas esos días que celebran el mercado y las tradiciones, dedicados a resaltar a la mujer. Tal vez sin proponérselo, en sus escritos hay más que una provocación.
Dirige a los hombres su canto Día de la Mujer. “Hoy es día de mimar a sus chicas/ De abrazarla apasionadamente y besarla con más fuerzas/ De decirle lo mucho que la amas/ De agarrarla por las caderas haciéndole saber quién es que manda./ No digo que nos maltraten/ Sino que nos hagan sentir amadas/ Que nos hagan el amor como animales en calor”.
Otra lección a los del sexo opuesto es el titulado Las reinas del querer. “Nosotras las mujeres/ Somos tan complicadas/ Nadie nos entiende/ Pero poco nos comprenden”. Denuncia la vacilación masculina. “No saben buscar la manera/ Para enamorarnos/ Haciéndonos sentir sus princesas/Con tan solo amarnos”. Una auténtica joven voz femenina.
