Porfirio Sánchez Estévez y Hansel Arias Cornielle, son dos infelices abatidos por agentes de la DNCD, en Capotillo, en unas circunstancias oscuras, que los jefes de esa institución no han podido explicar. Hablaron de tiroteos con delincuentes, pero no ha habido forma de vincular a esos dos pobres vendedores de piñas con ilícitos. Estas muertes son una de las tantas cometidas por las fuerzas represivas en la República Dominicana sin sanciones, con el agravante de que en estos tiempos ya ni siquiera los defensores de los derechos humanos aparecen. El estado de inseguridad provoca que estos crímenes no importen a nadie. La Procuraduría no debe permitir que hechos como ése queden en la impunidad.

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