En pleno auge del movimiento “Zero Waste”, que conciencia sobre el problema de la contaminación con plásticos en la naturaleza, las alternativas a su uso cobran protagonismo en la industria cosmética

Las generaciones digitales hacen crecer a través de internet la preocupación por la naturaleza: vídeos de criaturas marinas con plástico en el interior de sus estómagos, o atrapadas por residuos, se vuelven cada vez más frecuentes en estas plataformas.

Según el World Wildlife Fund (WWF) o Fondo Mundial para la Naturaleza, la abrumadora cifra de ocho millones de toneladas es la cantidad de plástico que va a parar cada año al fondo de los océanos.

Es posible que, al leer esta información, lo primero en lo que se piense es en bolsas o botellas de agua, pero hay otras fuentes que contaminan de plástico las aguas, por ejemplo las que llegan al océano a través de aguas residuales y fluviales.

Estas “proceden en su mayoría de artículos cosméticos, pasta de dientes, jabón de manos y productos de limpieza”, según explica a Efe Ethel Eljarrat, científica del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), quien también afirma que su fragmentación en trozos diminutos los convierte en un “verdadero peligro”.

Duchas de plástico

Con datos semejantes, el siguiente, igual de contundente, no debería sorprender tanto. Para 2050 habrá más plástico que peces en el mar, según datos publicados entre otras instituciones por WWF.

El Fondo también ahonda en la causa del problema: la mitad del plástico que consumimos es de un solo uso. Pero la realidad es que no solo usamos el plástico como recipiente: también nos lo bebemos y comemos.

Así es: comemos y bebemos plástico. Y es que el 90 % del agua embotellada y el 83 por ciento en el caso del agua de grifo contienen partículas de plástico, según cifras de Naciones Unidas.

Desde WWF explican que el 18 % de las poblaciones de peces espada y atunes contienen plástico en sus estómagos.

Un problema, el del plástico, muy presente también en la industria. Solo hay que echar un vistazo a cualquier baño promedio: envases y envases de plástico que contienen los productos de higiene y belleza más usuales (champú, geles, maquillaje…).

Y es que, según la política Mary Creagh, presidenta del Comité de Auditoría Ambiental multipartidista del Parlamento Británico, una sola ducha puede hacer que 100.000 partículas de microplásticos acaben en el mar.

Aunque esto suponga en torno al 0,01 % y el 4 % de la cantidad que llega al océano, no deja de ser una fuente evitable si se conocen las alternativas.

Precisamente en este escenario digital, crece la popularidad de firmas como Lush que, a pesar de que no contratan publicidad ni pagan a “influencers” para que les promocionen, los usuarios de las redes sociales usan el boca a boca para recomendar el tipo de productos que comercializan.

Esta firma de cosméticos nació en Reino Unido, pero en la actualidad está presente en varias tiendas de diferentes lugares del globo. Por ejemplo, tienen 29 tiendas en América Latina, repartidas entre Chile, México y Panamá; 16 en España, y 246 en Norteamérica entre Estados Unidos y Canadá.

¿La particularidad de esta marca? Llevan años apostando por productos en formato sólido (tienen tres tiendas, en Milán, Berlín y Manchester; que solo venden su stock sin envases), y ofrecen alternativas al plástico a la hora de cuidar la higiene o resaltar la belleza.

“La gama de productos libres de envases que ofrecemos en el lineal fijo es de un 50 %”, señalan fuentes de la marca en declaraciones a Efe. “En 2010, vendimos 49 millones de productos sólidos y en 2018, llegamos a los 93 millones”, afirma Mark Constantine, uno de los fundadores de la empresa.

Alternativas ecológicas y económicas

Uno de los productos estrella en este sentido son los champús sólidos que, según explican, “fueron inventados por la cofundadora M. Constantine hace más de 30 años”.

¿La clave de su éxito? El ahorro no solo ecológico, sino económico: “Repletos de ingredientes naturales y aceites esenciales, estos champús sólidos equivalen a tres botellas de 250 gramos de champú líquido”, según informan desde la firma.

“Nuestras ventas en los últimos 13 años han supuesto el ahorro de 110 millones de botellas de plástico, lo que suponen 3.000 toneladas de plástico que no se han tenido que fabricar”, dice un portavoz a Efe.

Desde entonces, no solo los champús se han pasado al formato sólido, también jabones, acondicionadores para piel y cabello, aceites faciales, exfoliantes…

Según Lush, “los consumidores de cosmética están más informados y se preocupan cada vez más sobre el impacto que supone el plástico y los envases de un solo uso en el medio ambiente”.

“En las ocasiones en que tenemos que usar embalajes, hacemos lo posible para que sean reciclados y reciclables. Para ello, motivamos a nuestros clientes a devolver los botes una vez gastados, para reciclarlos, a cambio de regalarles una mascarilla fresca por cada cinco botes que devuelven”, indican.

Sobre cómo ha sido el resultado de su propuesta, explica Suzy Hill, del equipo Earth Care (cuidado de la tierra) de Lush: “En los últimos doce meses nos han devuelto siete toneladas de botes negros de plástico para reciclar”.

Desde luego, cobra valor la demoledora frase que pertenece a Tanya Steele, la CEO del WWF británico: “Somos la primera generación que sabe que está destrozando el planeta y la última que puede hacer algo para evitarlo”.

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