Así lo expresó el sacerdote Eulogio Castaño al ser entrevistado por el periódico elCaribe

Los que gustan de buscar la “quinta pata al gato”, los contestatarios de siempre, claman por las redes que la Navidad es una celebración pagana que no merece ser celebrada. En naciones desarrolladas y multiculturales se llega al extremo de considerar políticamente incorrecta la expresión “feliz Navidad”, y de querer vetarla en las escuelas para no ofender a quienes no son cristianos. El origen de la Navidad podrá no ser cristiano, pero a casi dos siglos de su entronización por el papa Julio I, el hecho pierde significación. Lo relevante de la Navidad son los valores que la celebración exalta: la generosidad, la solidaridad con el prójimo, la conciliación y la paz entre todos los seres. Y falta que hacen esos valores en nuestro país, sobre todo, en estos tiempos de rebatiñas y disensiones, cuando los políticos y sus seguidores se enfrascan en una lucha a muerte por el poder que paraliza a la nación. En esta época navideña, debemos recordar que la esencia de nuestra celebración debe girar alrededor del mensaje del amor universal que preconizó Jesús, cuyo nacimiento festejamos, aunque no sepamos con certeza histórica cuando ocurrió.

Para refrescar la historia de la Navidad y nuestro compromiso de cómo vivirla, apelamos al sacerdote Eulogio Castaño, de la parroquia San Judas Tadeo, quien lamenta que los dominicanos también siguen la tendencia mundial del consumo conspicuo, que de manera creciente reemplaza el sentido espiritual de la celebración. Nos recuerda que esta es la ocasión para que las familias débiles se fortalezcan; un tiempo para sanar heridas, de vivir los valores de la generosidad, la humildad, la gratitud, el amor y la esperanza.
Comienza remontándose a la historia.

¿Cómo, cuándo y dónde surgió la Navidad?

La Navidad es una de las celebraciones más importantes en todo el mundo. La palabra “Navidad”, derivada del latín nativitas o nacimiento, es una de las principales fiestas cristianas que marca el nacimiento de Jesús de Nazareth. El origen de la Navidad, no es cristiano, es pagano. La primera vez que podemos oír hablar de las navidades celebradas el 25 de diciembre (tal y como lo conocemos hoy), surgió casi dos siglos después del nacimiento de Cristo por lo que, tanto antes como después del nacimiento del niño Jesús, existía una celebración a final de año, en torno a la figura de Saturno, que los romanos implantaron. La Iglesia empieza a celebrar el nacimiento de Cristo como alternativa para los fieles de una fiesta pagana, la del “Natalis Solis Invicti”, culto al sol. Al convertirse el cristianismo en religión oficial se hace fiesta romana y luego en la época de los concilios y las herejías cristológicas, aparece la fiesta como ocasión de reafirmar la fe en la encarnación. Los romanos celebraban la Saturnalia romana, que no era más que un festival que representaba el solsticio de invierno (entre el 20 y 23 de diciembre), donde se honraba al dios Saturno. Durante esta fiesta, los romanos se alborotaban y por ello, los pocos cristianos que existían en aquella época, se oponían a estas celebraciones tan descontroladas. De este modo, las fiestas paganas se cristianizaron. En este sentido, la Navidad surgió para sustituir la celebración de Saturno, rey del Sol, por lo que se tomó como el nacimiento del hijo de Dios. Más tarde, cuando la religión cristiana se impuso en todo el Imperio Romano, el rey Justiniano declaró la Navidad como unas fiestas cívicas.

¿En que fecha y bajo cuál Papa se instituyó formalmente la Navidad?

Los antecedentes de la Navidad habría que situarlos en los años 320-353, durante el mandato del papa Julio I, que fijó la solemnidad de la Navidad el 25 de diciembre, a pesar de la creencia de que Jesucristo nació durante la primavera, quizás con la intención de convertir a los paganos romanos en cristianos y reafirmar la historicidad de Jesús.

¿Qué puede decirnos sobre la controversial fecha del nacimiento de Jesús?

No conocemos la fecha exacta del nacimiento de Jesucristo, pero es seguro que vino al mundo entre finales del reinado de Herodes el Grande, rey de Judea, y la muerte de éste, acaecida en lo que hoy designamos el año 4 a.c.. Siglos después de la muerte de Jesucristo, diferentes fechas, que van de abril a diciembre, se propusieron para celebrar su nacimiento. El 6 de enero, día en que algunas comunidades creen que Jesucristo fue bautizado, se celebraba como el día de Navidad, y todavía hay grupos cristianos ortodoxos que conmemoran esa fecha.

¿Podría enjuiciar los cambios que esta celebración ha experimentado en nuestro país?

Lo primero es que durante esta época estamos llamados -más que nunca-, a vivir los valores que sobresalen en la tradición navideña. Estos valores son: generosidad, humildad, gratitud, solidaridad, paz, reconciliación, amor y esperanza.

La Navidad es la ocasión para que aquellas familias que están débiles, se fortalezcan; las que estás apartadas, se unan de nuevo; para las que están heridas, se sanen… En nuestro país muchos de estos valores se siguen cultivando, pero de forma intermitente, pues el comercio ahoga muchas de estas iniciativas. La esencia de esta festividad se ha ido perdiendo con el tiempo, y es que el modelo capitalista imperante en el mundo ha transformado lo religioso y espiritual en una ocasión para que la vanidad salga a relucir.

La relación que se le ha dado a esta época del año con los regalos, la ropa nueva, los decorados de las casas y las grandes cenas y fiestas, han traspasado la frontera de lo religioso y se ha convertido en una época de consumismo. El gasto de las familias alrededor del mundo se dispara con la llegada de esta fecha, debido a que se ha conseguido instaurar en las cabezas de los consumidores la idea de que para celebrar la Navidad es ineludible ir de compras.

Eulogio Castaño, sacerdote de la parroquia San Judas Tadeo.

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