Llegó el tiempo de replantear prioridades, de remover la venda, de quitar poder a la opinión de ciertos consejeros y volverse a los mandamientos de Dios, a vivir su palabra. Tantas veces hemos visto que la vida y la muerte, la felicidad y la tragedia, la insensatez y la genialidad se encuentran en esquinas inesperadas donde la balanza resbala de manera natural hacia lo imprevisible. Dios es nuestra fuerza en la debilidad, nuestra luz en las tinieblas y nuestra certeza en el tambaleante mañana. Los logros no curan enfermedades, el dinero no compra el cielo, las relaciones no dan la felicidad, los afanes no enriquecen a nadie, las críticas no producen tu mejor versión y la paz no es un título de propiedad, es una conquista diaria. Vive en modo sensatez.

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