Aunque por más de 20 años he mantenido una relación política y de amistad con el doctor Leonel Fernández, a quien apoyo, hago una valoración de la situación electoral al margen de mis adhesiones políticas, con el fin de analizar en su contexto la realidad de hoy y, con ello, exponer con la mayor imparcialidad que me sea posible lo que varios amigos me preguntan: ¿qué pasará en las elecciones?, si las habrá o ¿quién podría salir airoso de las mismas?

Por lo que decidí sentarme a plasmar mi análisis de la situación actual. Empezaré diciendo que nuestro país es especial. Si bien es cierto que suelen ser predecibles los resultados electorales, en muchos casos, los partidos y sus líderes nos tienen acostumbrados a cometer tal cúmulo de errores que al final les pasan factura y proyectos viables, se convierten de la noche a la mañana en campañas con inexplicables derrotas. Como no podemos atalayar el futuro sin evaluar el pasado, veamos:
El licenciado Jacobo Majluta perdió en 1986 por no incorporar al doctor Peña Gómez en la boleta; en el 90, al profesor Bosch le pasó lo mismo, en el 94 en el PRD nos faltaron los votos de Jacobo y en el 96 no previmos la alianza del PRSC con el PLD y mucho menos estos siendo apoyados por el doctor Balaguer para llegar al poder. Más recientemente, Hipólito Mejía desechó buscar un acuerdo en el 2012 con Miguel Vargas, que lo hubiera llevado a la victoria electoral.

Estas malas decisiones llevaron a obligadas derrotas, porque de eso se trata, la torpeza de radicalismos sin sentido hacen cambiar de repente el curso de la historia. Lo peor es que a todos, en su momento, se les advirtió. Pero faltó capacidad de miras para entenderlo, sea por ausencia de pragmatismo o por significativas contradicciones ideológicas. Sea por una u otra razón, campañas que debieron ser ganadoras, errores tácticos las hicieron sucumbir.

Hoy se presenta un escenario tripolarizado como en el 1996, donde ninguna fuerza por si sola tiene los votos para lograr más del 50%, y todos lo saben, porque las encuestas y las valoraciones son una cosa y el voto efectivo es otra. Sobre todo en esta coyuntura, en donde las elecciones de julio serán celebradas en medio de difíciles situaciones por la pandemia de la COVID-19.

Lo primero que hay que entender para tratar de predecir resultados es que en estas elecciones se reducirán sustancialmente las votaciones por varias razones:

Primero, la diáspora no votará por la situación difícil imperante sobre todo en Estados Unidos, España e Italia, países donde la pandemia está causando estragos. En esos tres lugares reside más del 80% de los empadronados en el exterior y, todo parece indicar que será casi imposible que se pueda lograr la autorización de sus Gobiernos para la realización de las elecciones en sus territorios, por lo menos de manera presencial.

Segundo, una parte importante del voto de la clase alta y media no se expresará por miedo al contagio, en especial de sus adultos mayores que desearán protegerse.

Tercero, existe una gran cantidad de electores que votan fuera de la demarcación donde viven y no querrán trasladarse a votar por el riesgo a ser infectados.

Cómo puede verse, votará a lo sumo un 50% del padrón de electores, o sea, habrá una reducción de casi un 25% de concurrencia respecto de la participación habitual. Habría que ver a cuál alianza le conviene una alta abstención.

En mi parecer esto beneficiará en parte al PLD, a pesar de que es la organización con mayor tasa de rechazo, por estar al frente del Gobierno. Pero no se pueden valorar escenarios sin ver los pros y contras de los tres bloques de alianzas que presentan a los candidatos presidenciales Luis Abinader, Leonel Fernández y Gonzalo Castillo.

El PLD y sus aliados

Primero, el PLD y sus 9 partidos aliados tienen la ventaja de estar en el Gobierno manejando a discreción los dineros públicos; tienen el control casi total de los medios de comunicación y en su haber más de 500 mil empleados públicos. Al día de hoy 1,500,000 beneficiarios directos de los programas solidaridad y quédate en casa, recibiendo 5 mil pesos mensuales y 7 mil para los mayores de 60 años y que creemos aumentarán mucho más por lo expresado por la Vicepresidenta, sin considerar las miles de fundas de comida que reparte a diario en los barrios el plan social de la Presidencia. La verdad es que algo que está prohibido en campaña por la Ley Electoral 15/19, sin embargo, lo justifica la pandemia del coronavirus, que sin lugar a duda les dará réditos electorales al partido oficialista.

Aunque tienen esa real ventaja, no las tienen todas consigo. La división a consecuencia de la salida de Leonel, el hartazgo de 20 años de gestión gubernamental y una candidatura presidencial improvisada, no les garantizaría una victoria electoral en la segunda vuelta.

Para ganar, el PLD necesitaría los votos en esa segunda vuelta electoral de la Fuerza del Pueblo y sus aliados, cosa difícil de lograr si no es Leonel Fernández el candidato clasificado. Sus bases dolidas por el escamoteo a su Líder del triunfo en las primarias del 6 de Octubre, preferirán votar por el candidato de la oposición.

El Palacio no midió el nivel al que habían llevado innecesariamente el conflicto, y hoy, sin dudas, el 80% de la estructura dirigencial que respalda las aspiraciones del doctor Fernández optaría por un pacto con la oposición a mantener en el Palacio Nacional a los mismos que los sacaron del PLD.
Penosamente, estas acciones de retaliación lo llevarían, de ser así, a actuar en contra de su propia base de apoyo, por culpa de la miopía de las dirigencias de ambos partidos.

El PLD, si no cambia de estrategia y busca un acuerdo honorable con Leonel, no solo camina irremediablemente a la derrota, sino a su posible desaparición como proyecto político, porque un nuevo gobierno de la oposición estará obligado y presionado a pedirle cuentas a su alta dirigencia, lo que desencadenará en la mayor y más grande persecución de la historia contra una fuerza política, algo jamás visto en nuestra nación. El peledeísmo tiene cuentas que saldar con sectores que al verlo derrotado se cebarán hasta lograr convertirlo en cenizas.

El PRM y sus aliados

Segundo, el PRM y sus aliados. Parecería que por muchos años al perredeísmo con nuevas siglas le ha sonreído el destino.
Caminaban con pasos agigantados hacia un triunfo electoral sin mayores obstáculos de la mano de Luis Abinader, que se dedicó a armar una maquinaria que respondiera a las expectativas de una oposición con un fuerte respaldo de la clase media y de sectores populares hastiados de los gobiernos del PLD, pero el azar o la Providencia le creó una situación que ha cambiado el panorama electoral.

Por “la pandemia de la COVID-19” hoy ya no es 100% seguro su triunfo y ya la victoria electoral no depende únicamente de sus tácticas. El gobierno se ha fortalecido y con ello el voto PLD, con el uso de los recursos del Estado, dirigido directamente a entregarles asignaciones a los electores a través de los programas asistenciales que lo han de beneficiar en parte, por la abstención electoral que habrá en las elecciones de Julio y por la imposibilidad de ganar en la primera vuelta por la candidatura de Leonel, que les ha impedido monopolizar el voto opositor.

Aunque gozan de un buen posicionamiento, el PRM solo lo lleva al poder una alianza real con la Fuerza del Pueblo y sus aliados, en una acción de constituir una coalición para construir un gobierno compartido. Para ello, tendrán primero que poner los pies sobre la tierra, admitir sus debilidades y controlar el exceso de optimismo y la glotonería de su alta dirigencia, que desdice de interés alguno de compartir el gobierno como en el pasado en el viejo PRD ¡porque creen que ya ganaron!

Pero queda algo que entender. ¿A Leonel le convendría una alianza que lo deja sin futuro inmediato? Porque Abinader de ser elegido Presidente irá a la reelección y por más cuota de poder que tenga Leonel en ese posible gobierno de coalición, la mayor parte de las bases del PLD saldrán de la nómina pública. Habría que ver en ese contexto a quién culparían éstas de su salida, si a Danilo Medica y la cúpula palaciega o si al propio Leonel. Sin dudas, esto podría ser un escollo importante para asegurar la conformación de una coalición opositora.

La Fuerza del Pueblo y sus aliados

Tercero. La Fuerza del Pueblo y sus aliados tienen definitivamente en sus manos las llaves del triunfo. Es innegable que, pese al crecimiento del PRM y al control clientelar de la mayoría de las bases del PLD por tener la conducción del aparato gubernamental, Leonel mantiene un significativo apoyo popular. Sus 3 gestiones presidenciales lo hacen poseedor de una franja electoral que lo visualizan como el más preparado para gobernar la nación nuevamente. Su carisma, su capacidad y experiencia hacen de Leonel sin duda alguna el producto mejor terminado para dirigir los destinos nacionales, sobre todo, con las difíciles secuelas que nos dejará esta pandemia.

Leonel tiene en la actualidad una cuota importante de apoyo, cariño y admiración de las bases peledeístas; la mayoría de su militancia sabe que es con él que ellos pueden retener el poder pero, la estructura gubernamental ha obligado hasta ahora a apoyar a Gonzalo Castillo como su candidato. Ninguna encuesta podrá definir a ciencia cierta cuantos peledeístas votarán por Leonel. Lo que sí sabemos es que por lo menos ya el 50% se expresó a favor de él en las primarias del 6 de octubre con toda la maquinaria oficialista en contra.

No se sabe qué puede pasar en términos de apoyo para Leonel en julio, cuando solo falte un mes para salir las actuales autoridades del palacio. Es posible que la línea gubernamental no sea acatada en su totalidad por la militancia, y Leonel pudiese clasificar como parte de una acción inteligente de las bases, para ir a la segunda vuelta con quien tiene más posibilidad de ganarlas. Como quiera, con o sin esa posibilidad, la Fuerza del Pueblo tendrá que actuar con cuidado en su política de alianza para no ir en contradicción con su base de apoyo, pero, claro está, sin dejar de reconocer que sumarse pura y simplemente a la opción oficialista de hoy solo le produciría un desplazamiento importante de sus votos para el candidato opositor, que lo sería Luis Abinader.

La verdad es que en este juego de estrategias, quien con mayor entereza y visión asuma sus decisiones, será el ganador de las próximas elecciones. Si el PRM le oferta una opción a Leonel que le dé garantías presentes y futuras, pudiese descantarse a unir en segunda vuelta la propuesta opositora, pero si Danilo y la cúpula palaciega actúan con inteligencia y le permite a Leonel la opción de ser el candidato a clasificar en un acuerdo de segunda vuelta, esto les aseguraría mantener una cuota importante de poder y evitar así una derrota electoral de la que ni ellos mismos (los PLD) imaginan sus funestas consecuencias.

Finalmente, ganará el que tenga mayor capacidad de concertar una coalición de segunda vuelta, dejando de lado resabios personales y actuando con sensatez para el logro de objetivos institucionales, dando paso a decisiones racionales y no pasionales. Muchas veces son éstas las que nos llevan al abismo y la autodestrucción.

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