La vieja normalidad vestía de apariencias y marcas, la nueva desnuda la razón y enmarca el corazón. Madura, lo que escondes finalmente sale a flote, evita los filtros, insultando la inteligencia ajena. La adicción de camuflar, editando constantemente la realidad te convierte en hipócrita no en influencer. Abre los ojos del corazón y busca la sabiduría, ella revela inequívocamente que “la responsabilidad” es la línea que divide a los niños de los hombres; que el compromiso pone a un lado a los que triunfan y del otro a quienes intentan, que la sensatez separa a sabios de necios, que la disciplina traza línea entre quienes van por más y quienes solo quieren más. Pero la visión separa a líderes de seguidores, a creyentes de creídos y a auténticos de patéticos.

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