En el caso Odebrecht, justicia pero sin escarnio

1.- Ante la acción ejercida por el Ministerio Público, contra varios ciudadanos vinculados, conforme el expediente acusatorio, a actos delictivos, hoy las mujeres y los hombres del país que han reclamado justicia, deben sentirse satisfechos porque&#823

1.- Ante la acción ejercida por el Ministerio Público, contra varios ciudadanos vinculados, conforme el expediente acusatorio, a actos delictivos, hoy las mujeres y los hombres del país que han reclamado justicia, deben sentirse satisfechos porque se ha dado un paso para vencer la impunidad.

2.- Conviene precisar que a cada uno de los imputados se le debe respetar su inocencia, hasta que una sentencia irrevocable establezca su culpabilidad en los hechos puestos a su cargo, partiendo del principio de la presunción de inocencia.

3.- La acusación contra los encartados no debe inducir a golpearlos en su reputación, con términos hirientes mortificarlos, burlarlos, humillarlos o de cualquier forma zaherirlos, como tampoco a sus familiares, amigos y compañeros.

4.- La sana voluntad de nuestro pueblo de que se enfrente el fenómeno de la corrupción, y su anhelo de justicia; el sueño de que se aplique la ley, no debe impulsarnos a la deshumanización, a alienarnos, a movernos como un tizón para degradar condenando por anticipado a quien se presume inocente.

5.- El momento que está viviendo el país por el sometimiento de algunas personas en el caso Odebrecht, no es para utilizar la burla como ofensa, agravio y humillación. Este espacio debe servir para que el pueblo se mantenga firmemente alerta, vigilante, a la espera de que el servicio judicial cumpla su cometido, el encargo que tiene de juzgar en base a los hechos, las pruebas debatidas, la ley y el derecho.

6.- Lo mejor de nuestro país quiere que se acabe con el manto de impunidad que ha cubierto a los que se han enriquecido con el dinero del erario, pero aspirar a que se haga justicia no significa procurar ajuste de cuentas, revancha, tomar desquite ni venganza.

7.- El expediente llamado Odebrecht, no es más que la expresión de una sociedad enferma, deteriorada, contaminada en su esencia por lacras sociales.  Es oportuno recordar que ahí no son todos los que están ni están todos los que son.

8.- Aspiramos a que la justicia impere; que los culpables respondan por sus hechos y sean sancionados como manda la ley, con una condena que guarde proporción con el hecho cometido. No deben haber culpables protegidos, ni inocentes condenados.

9.- El ambiente es propicio para continuar reclamando que funcionen los mecanismos institucionales y así vencer la impunidad.  Pero debemos exigir, demandar que se utilice la ley para juzgar sin pasión politiquera, y ausente el favoritismo para santificar delincuentes.

10.- El caso Odebrecht, debe servir de reflexión para que mediten, recapaciten aquellos que están en las instituciones y organismos del Estado, y les den vuelta a su cabeza, consultando con su almohada y su conciencia comprendan que hay que manejarse con honestidad administrando los recursos del pueblo.

11.- En lo que a mí respecta, lo que me motiva escribir estas líneas es que pienso en la angustia; lo acongojada e intranquila; el apuro por el cual están pasando los hijos, nietas y nietos, madres, hermanos y esposas de los incriminados. En mi país siempre he querido se haga justicia sin contaminación, sin odio ni el morbo de por medio. Espero se le haga justicia verdadera a todos los imputados en el caso Odebrecht. Los culpables a la cárcel, los inocentes que regresen a la sociedad sin manchas.

 

 

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