Han logrado controlar el mercado. Por segundo año seguido, grandes figuras llegan a febrero sin contratos

Los dueños de equipos de las Grandes Ligas pueden darse el lujo de decir que tienen en su poder más que el guante y la pelota.
Llevan un buen tiempo con un control económico que sólo va “in crescendo”, lo que ha elevado los niveles de alarma de los peloteros, que en años recientes han visto a miembros estelares de su clase llegar a enero y febrero sin firmar.

Es evidente el golpe de los propietarios a sus empleados, un conglomerado que ha ido perdiendo terreno en la guerra de la oferta y demanda, cuyos miembros una vez hablaban de contratos de 350 a 400 millones de dólares y hoy día la pregunta es si alguien cruzará de los 200, 250 millones de dólares.

Manny Machado y Bryce Harper, la crema de la actual cosecha de agentes libres, han tenido un asueto prolongado desde que sus respectivas campañas culminaron. Ambos tienen 26 años, han puesto buenos números, se han paseado por los Juegos de Estrellas y en sus colecciones hay premios para pensar en cheques muy jugosos. Sin embargo, esta es la fecha en que no han firmado y en unos días lanzadores y receptores se reportarán a sus respectivas sedes de entrenamiento en los estados de Florida y Arizona.

En 2018, J.D. Martínez y Eric Hosmer pactaron en febrero. Martínez, jardinero y designado, lo hizo con Boston por cinco años y 110 millones de dólares, pero pedía mucho más de ahí. Hosmer, un primera base, pactó con San Diego por ocho campañas y 144 millones de dólares. En 2015, el lanzador James Shields fichó con San Diego por cuatro estaciones y 75 millones de dólares. De esta muestra se puede desprender lo siguiente: si esos son nombres sonoros y acuerdan tan tarde por mucho menos de lo que aspiraban, ¿qué se le puede dejar al resto?

Otros controles

Todo luce indicar que los propietarios bailan al mismo ritmo para evitar que los contratos se disparen como las ramas de la famosa fábula de los “frijoles mágicos”.

Grandes Ligas es una industria que lleva 16 años con crecimiento económico. En 2018 generó 10.3 billones de dólares, según un reporte de Maury Brown para Forbes. Hay preocupación con la asistencia, indica Brown, y es algo que realmente inquieta al comisionado Rob Manfred, pero MLB ha hecho dinero con nuevos patrocinadores y espera más con las grandes cadenas, señala el veterano reportero.

Mientras los jugadores ven el valor de su producto en el mercado perder valor o no llegar a la meta deseada, también hay otros controles. En los últimos años, jugadores que pasan de los 32 años sin contrato no la han tenido fácil para encontrar trabajo en las Mayores. Hay excepciones, pero, como suele ser, solo confirman la regla. Los dueños los promueven más jóvenes al máximo nivel, por ende tienen un mayor control salarial en los primeros cinco o seis años de esos talentos.

Igualmente, tienen el toro agarrado por los cuernos con los talentos internacionales. El sistema les permite ser los encargados de una especie de finca en la que asignan los bonos, el período para firmar, cada día los quieren más jóvenes, y quien no esté registrado en una especie de listado-control también pasa las de “Caín”.

En pocas palabras, llevan la batuta salarial del producto desde que está al nivel incipiente, la mantienen en sus primeros años en las Grandes Ligas y luego hablamos en un mercado que se ha deprimido para los peloteros que, al parecer, tendrán que cambiar de estrategia para volver a recibir la lluvia aquella que una vez se sintió de muchos contratos de ocho y 10 años y cientos de millones de dólares.

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