Regresó a juego anoche con San Diego tras un 2022 para el olvido luego de una sanción por sustancias prohibidas

El Niño está de vuelta. Todo un fenómeno desde que irrumpió en las Grandes Ligas como un novato cargado con esa rara combinación de herramientas para ser una de las caras del juego, Fernando Tatis Jr. regresó anoche a la acción con San Diego tras una espera de varios meses debido a una sanción por sustancias prohibidas.

Pocas figuras en el negocio han generado tanta atención como el jugador de 24 años nativo de San Pedro de Macorís.

A pesar del duro golpe que representó su suspensión por 80 juegos en agosto del año pasado por el positivo a Clostebol, el seguimiento a su retorno se mantuvo y aumentó con el paso de los días que significaban una especie de conteo regresivo para su reintegración a las filas de los Padres.

Anoche estuvo de primer bate y patrullero derecho para su equipo en el partido contra los Diamondbacks en Arizona. Antes de su primer turno a las 9:40, en el que entre aplausos y abucheos se ponchó abanicando un rompiente del derecho Ryne Nelson, su último registro de acción en las Mayores fue el tres de octubre de 2021 ante los Gigantes en San Francisco, en lo que en ese momento era el cierre de la serie regular para su escuadra que se quedaba fuera de la anhelada postemporada.

De ahí en adelante lo que ocurrió fue un rosario de complicaciones y lamentos. Se reportó un accidente en motocicleta, al arribar al entrenamiento se informaba que el quirófano le esperaba para reparar su muñeca izquierda lastimada, una consecuencia del suceso en la moto, a pesar de haber negado el hecho en primera instancia.

Los meses siguientes cargaban un mal sabor y el detonante llegó con su fallo en el control de esteroides. Tatis Jr. después fue a San Diego y dio la cara por su yerro.

Su promesa fue la de hacer lo necesario para recuperar la confianza de sus compañeros de equipo, molestos en primera instancia, decididos a perdonarlo tras escuchar su rendición de cuentas a puertas cerradas, de la plana mayor que le había otorgado un pacto de 14 campañas y 340 millones de dólares y, no menos importante, de una legión de fanáticos sumidos en la decepción por algo bastante inesperado.

El golpe a su imagen era real, extensivo hasta en lo comercial. Al dos veces Bate de Plata y tercero en las votaciones del Más Valioso en 2021, solo le quedaba un camino extenso como el Sahara y el oasis más cercano era difícil de atisbar sin sangre, sudor y lágrimas.

Tuvo cirugía del hombro izquierdo y muchas horas de entrenamiento, incluido un recorrido de siete cuadrangulares en Triple A. El miércoles se subió en el autobús y en el avión del equipo grande.
Ayer fue activado y, como era de esperarse, era noticia. El mundo de las Grandes Ligas volvía a tener al “Bebo”, como también le llaman en el terreno.

Independientemente de que muchos le etiqueten con una marca escarlata, incontables admiradores apuestan a sus dotes especiales para que otra vez se apodere del espectáculo.

Al “Niño” le toca demostrar que aprendió y maduró lo suficiente para ser una gran historia. Tiene el bate en la mano para redactar páginas doradas con sello de redención. Tomará tiempo, pero si alguien puede, es el otrora paracorto hecho jardinero, bendecido con el famoso “duende que encanta”.

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