El Barça dejó para el Camp Nou la sentencia de una eliminatoria que se le puso muy cuesta arriba en Frankfurt, arrancando un empate (1-1) que puede considerarse estupendo atendiendo a lo mucho que llegó a sufrir frente al Eintracht.
Durante una hora larga padeció el Barça el síndrome del favorito incrédulo, atropellado en muchas ocasiones por la rapidez y convencimiento de un rival que jugaba su partido del año. Y cuyo guión no cambió hasta la entrada de Frenkie de Jong, soberbio en la jugada del empate, y Dembélé. Después ya fue otra historia… Pero el padecimiento anterior fue tan cierto que costará de olvidar.

El 1-0 cayó como una losa y provocó minutos de desconcierto en un Barça incrédulo ante lo que le estaba sucediendo… Y llevó al dirigente Xavi a dar con la tecla necesaria. Doble cambio a los 62 minutos con la entrada de Frenkie de Jong y Dembélé por Gavi y Adama y empate apenas cuatro minutos después, con una combinación del holandés con Ferran que el valenciano resolvió con un excelente disparo raso y cruzado.

Del infierno a la calma en un abrir y cerrar de ojos, el empate cambió el ánimo del Barça y aunque no rebajó la intensidad, sí provocó un cortocircuito en el plan del Eintracht, cuyo nervio y rapidez ya no encontraba tan descolocado al equipo de Xavi.
La solución se verá en una semana en el Camp Nou. Y aunque el Barça es favorito… Está avisado.

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