Miles de Aficionados llenaron ayer las calles de Roma para ovacionar a los campeones de Europa mientras el equipo italiano realizaba un recorrido triunfal por la ciudad a bordo de autobuses sin techo, poniéndole fin a una jornada en la que fueron homenajeados en el palacio presidencial y en la oficina del primer ministro y recibieron una invitación papal.

La primera selección italiana en ganar la Euro en 53 años sabía que tenía frente a sí un día agitado a su llegada al Aeropuerto Leonardo da Vinci, donde fueron recibidos con una pancarta sobre la pista, que decía “Grazie Azzurri”. Ante la ovación de los trabajadores del aeropuerto, el capitán Giorgio Chiellini levantó el puño y el técnico Roberto Mancini levantó el trofeo sobre su cabeza. También hubo aplausos para el defensor Leonardo Spinazzola al bajar las escaleras en un solo pie, el otro envuelto en yeso por una lesión en el tendón de Aquiles. A medida que el autobús se alejaba hacia la Piazza Venezia, y eventualmente hacia el hotel del equipo, los jugadores tomaron fotografías de los festejos de los aficionados.

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