La madre de Santana habla con elCaribe sobre el duro proceso de la hoy medallista de bronce en los Juegos Olímpicos

INGENIO SANTA FE, SAN PEDRO DE MACORÍS.- “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. Con esa corta reflexión que se cita en Filipenses 4:13, despidió doña Cándida Peguero la conversación telefónica que sostuvo con Crismery Santana horas antes de que su hija entrara al ruedo competitivo en los Juegos Olímpicos de Tokio. Hoy, la señora Peguero, junto a los demás miembros de su familia, es todo felicidad al ver la conquista de la medalla de bronce de Crismery en la cita olímpica.

“Dios tuvo el control en Crismery en todo momento”, relata la madre de Crismery a reporteros de elCaribe en su residencia en el sector Ingenio Santa Fe, de San Pedro de Macorís. “Este triunfo de mi hija significa mucho. Significan muchísimas cosas porque es la reina de la casa. Son cinco hijos que tengo y ella es la única hembra”, agrega con relación a “Sobri”, como se le conoce en el ámbito familiar.

Recuerda que previo a su competencia, conversó con Crismery por varios minutos con la finalidad de motivarla al momento de realizar cada una de sus alzadas correspondientes a la categoría de los 87 kilogramos. “Yo le decía, con Dios mi hija, que todo va a salir bien. Cuando vayas a salir a competir nunca dejes de mencionar la frase bíblica: Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Eres una persona que todo lo puede en Cristo, quien es el que siempre te fortalece y no hay una ayuda más fuerte que esa”, expresa una madre orgullosa de poder disfrutar cada uno de los logros que Crismery ha alcanzado en la halterofilia.

Desde Tokio, Crismery calificó de héroes a sus padres, a pesar de que ambos se separaron cuando ella tenía cinco años. “Mi mamá es una persona muy fuerte y me siento muy agradecida de todo lo que me ha dado. Espero que con el favor de Dios pueda darles el cambio en sus vidas. Mi anhelo es poder hacerle una casa modesta a mi papá (Manuel Santana)”, dijo la pesista al programa Deportivas en CDN desde Tokio.

También habló sobre las vicisitudes que ella pasó junto a su madre y sus hermanos, obstáculos que con el pasar de los años pudieron rebasar.

Santana terminó con un acumulado de 256 puntos, divididos en 116 en arranque y 140 en envión. El país había festejado anteriormente la plata de Zacarías Bonnat en los 81 kilogramos, así como otra plata de la cuartera mixta 4×400. Asimismo, es la primera atleta femenina en conseguir una presea olímpica en un deporte individual. El sábado pasado, Marilaedy Paulino y Anabel Medina Ventura también lo lograron, pero en el relevo 4×400 mixto.

Emoción de madre

Sentada en la pequeña sala junto a su hijo mayor, Dionis Santana y sus dos nietas Diorkis y Kiara, Cándida contempla las más de 60 medallas conquistadas por Crismery, así como algunos reconocimientos, colocados en un pequeño estante, mientras la emoción la embarga.

“Sentí mucha emoción al ver mi hija compitiendo. Dios le dio la oportunidad de ella estar allá. Fue una alegría muy fuerte la que tuvimos todos cuando vimos que ella estaba entre las ganadoras de medalla”, señala doña Cándida, al momento de hacer una pausa en la conversación para informar que eran las 4:11 de la madrugada de ayer cuando contemplaba el momento en que su hija recibía la medalla de bronce.

Dice que nunca mostró oposición para que Crismery practicara la discipina de la halterofilia. “Siempre le decía que podía. A mis hijos nunca les dije que no practicaran algún deporte por más rudo que fuera. Si otros pueden, porqué ellos no”, sostuvo.

“Mi hermana es una bendición de Dios”, expone su hermano mayor Dionis Santana. “Nos sentimos muy orgullosos de ver cómo ella ha podido convertirse en una de las mejores atletas de Latinoamérica en las pesas”, agregó.

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