Playas vacías, hoteles cerrados, y una ciudad con escasa circulación de personas, es la inédita imagen que ilustra los cambios radicales que ha tomado República Dominicana, y el mundo, durante esta Semana Santa para frenar la pandemia del coronavirus.
La situación de pandemia por el coronavirus hizo que Semana Santa se se conmemore de una forma muy distinta a la de otros años. Las medidas de confinamiento por el estado de emergencia en el país obligó a la población a quedarse en sus casas y a cancelar los actos religiosos y actividades recreativas, como ir a las playas, balnearios o visitar a familiares en al interior del país.

Este Domingo de Resurrección la playa de Boca China, que para esta fecha usualmente está repleta, tienen sus aguas cristalinas ante la prohibición de vacacionistas, medida que fue impuesta días atrás para evitar la expansión del coronavirus, el cual ha arrebatado la vida en el país, a 173 personas y otras 2,967 han sido confirmadas positivas al COVID-19.

Durante un recorrido, realizado por un equipo de elCaribe, se pudo observar cómo miembros del Cuerpo Especializado de Seguridad Turística (Cestur), monitoreaban todas las playas del Mar Caribe, para evitar las visitas de vacacionistas a estos destinos turísticos.

También ayer los militares permanecían apostados en los peajes de salida de la ciudad, colocando retenes para validar que las personas que viajaban al interior del país tuvieran una razón justificada. Mientras que en la ciudad, las calles permanecían despejadas, los barrios tranquilos, y reducido el transporte público.

Las manifestaciones religiosas, fueron muy diferentes este año. La mayoría de los fieles participaron las solemnes ceremonias a través de plataformas de internet en lugar de asistir a las iglesias para evitar cúmulo de personas y un posible contagio.

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