Esperanza Navarro, es una peculiar marchanta que ha ganado fama en Hato Mayor, dado a que todo los frutos que pregona por las calles lo hace cantando décimas.

«Mujeres, mujeres les llevo aguacate para que los rescaten», son parte de las plenas que va cantando cada mañana por las calles de los barrios, está arquitecta de la improvisación y las plenas.

Y sigue cantando: «Ahora los ajíses para que cocinen con gusto, mujeres mujeres».

La humilde y noble mujer ya es una celebridad que convierte sus ventas en centro de admiración de los vecinos, que corren a comprar aguacates, ajíes y otros condimentos y frutas de consumo humano.

Cada mañana, la señora de 78 años se auxilia del canto cuando le toca recorrer las calles de la ciudad para vender hojas para remedios caseros.

“Dice que mañana, y mañana que pasado, y con ese cuentecito me tiene desesperada, le llevo aguacate, aguacate maduro, le llevo aguacate mujeres”, va cantando casa por casa doña Esperanza, en barrios de Hato Mayor.

A cada fruto le canta una plena, que obliga a los vecinos a comprarle los frutos que con tanta peculiaridad pregona.

La cantora popular, además de pregonar la venta de viandas y frutos tropicales, es buscada para tocar y cantar en fiestas de atabales en barrios y campos de Hato Mayor y El Seibo

Es gusto verla bailar las sonadas de atabales, con movimientos llamativos y zapatazos al suelo, que solo a ella les quedan bien.

Rodeada de miseria

«Vendo en las calles, porque tengo que sostener la casa, y ayudar a los nietos a crecer», dice la anciana de 78 años, que cada mañana recorre los barrios de la parte norte de la ciudad pregonando los frutos con plenas improvisadas.

Tiene una humilde casita en la ribera del río Paña-Paña, en el sector Las Malvinas al norte de Hato Mayor del Rey.

En tiempos de huracanes y cuando Hato Mayor es tocado por los fenómenos naturales, la cantora popular tiene que empacar todo, para que las aguas del afluente no arrastren con sus ajuares.

Recuerda que los ciclones Georges, en 1998 e Isaías en el 2020, sacaron todos sus ajuares al río, »Solo lo veían alarde, sin poder rescatarlos».

Aboga porque el presidente Luis Abinader le reubique en otro lugar, «donándome un apartamento».

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