La lucha feminista se cuelga de los balcones uruguayos

El arte acompaña la lucha feminista en Uruguay y se cuelga de los balcones de miles de casas montevideanas que tiñen las calles de la capital, reafirman su compromiso con la lucha feminista y dejan claro que no hay pandemia que les impida manifestar su adhesión a viva voz contra el patriarcado.

El arte acompaña la lucha feminista en Uruguay y se cuelga de los balcones de miles de casas montevideanas que tiñen las calles de la capital, reafirman su compromiso con la lucha feminista y dejan claro que no hay pandemia que les impida manifestar su adhesión a viva voz contra el patriarcado

La belleza lograda por las diseñadoras que con su talento muestran su adhesión a la causa, la confección de las telas por las mujeres del Sindicato de la Aguja y la entrega gratuita a todos los vecinos que quieran una balconera alusiva al movimiento feminista hicieron que todo confluyera en una experiencia donde el medio es tan importante como el mensaje.

Mediante una propuesta de la alcaldesa del Municipio B del gobierno departamental de Montevideo, Silvana Pissano, que rige barrios históricos como Ciudad Vieja -el casco histórico de la ciudad-, Centro, o Barrio Sur y Palermo -las cunas del candombe-, gran parte de la capital se tiñó con estas telas que representan el sentir de diseñadoras feministas.

Cuatro fueron las propuestas elegidas de diseños en los que, de una forma u otra, las creadoras definen qué implica ser una vecina o una casa feminista.

LA CONSTRUCCIÓN DE UN HOGAR FEMINISTA

La vitalidad del hogar, la presencia de la mujer llena de «guerra y lucha» y conviviendo con la ternura o la pasión son solo algunas de las cosas que las diseñadoras Diana Carmeante y Lucía Boiani buscaron reflejar en su diseño.

«Es sobre todo vida. Tiene que ver con parte de naturaleza, después hay una mujer saliendo de la casa, una luna muy grande, hay muchas cosas fluyendo, todo queda dentro y fuera de la casa», describe Boiani sobre su creación, que desarrolló en conjunto con Carmeante en el Estudio Clave, que ambas formaron.

El amor y la pasión por su obra se reflejan en que ellas solo quieren que llegue a los barrios el mensaje de su diseño, no les interesa el reconocimiento.

Si bien algunas de las balconeras creadas por otras diseñadoras tienen elementos más directos como mujeres abrazándose, puños alzados de color violeta o el 8M, ellas optaron por una versión abstracta, en la que las sensaciones sean las que manden y las que hagan que los y las vecinas reflexionen.

«Estar un poco acompañando a la gente en la diaria para mí es lo mejor, estar presente en un pequeño instante de alguien, es más maravilloso que cualquier otra cosa», enfatiza Boiani.

Carmeante, una joven cubana que lleva tres años viviendo en tierras uruguayas, acota que cuando su mensaje le llega a la gente y logra que se sientan identificados «es más maravilloso que cualquier otra cosa».

«Lo primero que pensamos fue en todas las partes que hacen un hogar, justamente ahora que estamos hablando con un vecino que nos decía somos varios y esto es la que nos representa porque tiene de todo un poco, queríamos representar eso, los aspectos tanto locura como paz y armonía», subraya.

Además de embellecer la ciudad, de generar que el mensaje de la lucha feminista salga a casas que quizá antes no imaginaban abanderarse, para ellas lo importante es generar conciencia.

«Es la lucha feminista por la igualdad de derechos, además hay un montón de gente moviéndose atrás. Para mí es lo más importante», sostiene Boiani.

LA AGUJA SOLIDARIA

La confección fue una pieza clave de las balconeras que, si bien son para el Municipio B, su popularidad fue tal que cada vez se está extendiendo más a otros barrios e incluso muchas mujeres que residen en Argentina han pedido por redes llegar a ellas.

Quienes se encargaron de ello fueron las mujeres del Sindicato Único de la Aguja, a través de su Comisión de la Mujer, y ya llevan cerca de 5.000 balconeras hechas en una sola semana.

Aunque una pieza clave es que estas mujeres puedan tener una fuente laboral, lo principal es la colaboración de una causa en pos de la solidaridad y de la lucha feminista.

Ya en 2020 se encargaron de confeccionar tapabocas para la Marcha 8M mientras que, durante la etapa más crítica de la pandemia, hicieron 100.000 tapabocas para colaborar con la Intendencia de Montevideo.

«Ahora vamos por las balconeras pero sobre todo colocar en el mercado que una mujer trabajadora, jefa de hogar, que trabaja en su casa de verdad quiera llevar adelante un oficio que es muy digo como el de la costurera», cuenta a Efe la secretaria general del sindicato, Flor de Lis Feijoo.

Para la sindicalista, este tipo de acciones logra la valorización de su trabajo, que incluye a unas 15.000 mujeres, según un estudio de la Universidad de la República al que alude.

«Lo que transversaliza a toda la sociedad es la igualdad. Si hablas de feminismo hablas de igualdad y derechos de las mujeres y de una sociedad mejor. La solidaridad es un concepto que nos gusta poner: somos mujeres, somos solidarias», concluye.

UN 8M QUE NO PASARÁ INADVERTIDO

Aunque la pandemia no permita aglomeraciones, aunque no serán cientos de miles caminando por la avenida 18 de julio en reclamo de igualdad de género y contra la violencia patriarcal, lo cierto es que cada vez más las mujeres uruguayas demuestran que este 8 de marzo su lucha estará vigente.

Estas balconeras que flamean en puertas, ventanas o azoteas reflejan la voz y el sentir de cientos de miles de uruguayas que no dejarán que pase inadvertida una de las fechas con mayor adhesión en las mujeres del país suramericano.

No será la única, porque los movimientos feministas organizan pequeñas concentraciones, intervenciones musicales, recorridas barriales y otras decenas de actividades para enfatizar que, el 8M, no será un día más en 2021. EFE

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