La doctora Wendy Gómez estudió la carrera de Medicina en el INTEC, donde se graduó Magna Cum Laude
La doctora Wendy Gómez le tiene animadversión a la medicina privada, pues ella no se encuentra cobrando por ofrecer un servicio que es su pasión. Y es que su amor por la medicina inició desde pequeña cuando junto a su madre visitaba el Hospital Oncológico Dr. Heriberto Pieter y el Hospital Robert Reid Cabral, donde veía la cruda realidad de los niños con cáncer.

Esa situación de alguna manera le hizo tomar la decisión de estudiar la carrera de Medicina, por considerar que a través de ella tendría la oportunidad de “tener la ciencia en mis manos y ofrecer a esos pacientes la ayuda apropiada y oportuna durante la efermedad.

1. Infancia y trabajo

Nuestra infancia transcurrió viendo a mami dando clases en el Colegio de La Salle donde también estudié, y asistiendo con ella a actividades de lunes a lunes. Mientras ella daba sus clases, mi hermano Luis y yo hacíamos las tareas, si le salía un trabajito extra para restaurar una pintura o una estatua lo hacía. También duró 44 años dando clases de ballet clásico en la Escuela Laboral María Trinidad Sánchez que quedaba en la Independencia, de hecho ella emerge del Ballet Folklórico Nacional de México. Mami duró casi 20 años dando clases todos los sábados en San Francisco de Macorís, nos íbamos los tres a las cinco de la mañana en la Metro, cuando terminaba recibía su pago y volvíamos el mismo día a la capital. De La Salle fue como mi segunda familia, mi segundo hogar, mi hermano y yo la conocemos tanto en el día como a la medianoche con todo apagado, a esa hora estábamos despolvando los trofeos y estatuas de sus anaqueles, del lobby o de la biblioteca, ayudándola en el trabajo, saliendo a las 12 de la noche, caminando por la Bolívar a oscuras. Aunque la casa quedaba cerca, a esa hora se vuelve complicado, a lo mejor mi hermano y yo en nuestra inocencia jugando, brincando no imaginábamos la angustia de mi mamá con dos niños a esa hora. Trabajábamos jugando, así nos criamos. Durante mis años de estudios fui muy organizada, como decimos en México La Matadita, pues soy dominico-mexicana”.

2. Orgullosa de su madre

Estoy muy orgullosa de la madre que tuve, soy lo que soy por ella, la profesora María Cristina García, mexicana. Mi papá no estuvo, cuando se divorciaron él siguió su vida, luego falleció. La familia de mi papá nos buscó cuando yo era la doctora y mi hermano el ingeniero, aunque reconozco que sí hubo algunos detalles de ellos. Mami fue muy reconocida aquí por su labor, falleció hace tres años, pero impregnó en 47 generaciones de La Salle valores, disciplina, puntualidad, responsabilidad y amor al trabajo. Ella nos crió con el mismo rigor que a sus alumnos, decía que tenía que darnos valores y principios de una manera más sintetizada porque estaba sola en un país que no era el suyo, pero que la acogió con mucho cariño. Mi familia se resume en mi madre y mi hermano, las mexicanas y mexicanos en el país son mis tíos y sus hijos son mis primos. Ellos nos bañaban, nos daban de cenar cuando mami no estaba, nos recibían en sus casas cuando le salía un trabajo extra. Tampoco hubo mucha relación con la familia de mi mamá en México”.

3. Amor por la de medicina

Desde pequeña iba con mi mamá  al Oncológico Heriberto Pieter y al Robert Reid Cabral, la doctora Rosa Nieves Paulino tenía los programas de Cáncer Infantil. A mami no le daba vergüenza pedir si no era para ella. Allá hacíamos colectas para ayudar a comprar un medicamento que se llamaba Plitican que servía para controlar el vomito en los niños de quimioterapia, se los entregábamos a la doctora Paulino, quien luego fue mi mentora en Hemato Oncología. Para mí ir a un hospital era un deber como ser humano, ver que mami aprovechaba esas visitas para hacernos ver que teníamos que darle gracias a Dios a pesar de todo, que teníamos que estudiar, dar no para recibir, sino para que simplemente la vida fluyera. Veía esa realidad, esos niños con cáncer, era deprimente, muy triste, el dolor era a flor de piel. De alguna manera quería seguir ayudando, eso me hizo tomar la decisión de estudiar Medicina para tener la ciencia en las manos y poder ofrecer algo más”.

4. Voluntaria académica

Estudié Medicina en el INTEC, fue difícil al principio porque mami sentía que no podía cubrir una institución privada. Le dije tranquila, déjame ver qué logramos, y efectivamente logré dos becas al 100%, de hecho una fue del Programa INTEC con los Estudiantes Sobresalientes (PIES) y la otra del Banco Central, pero opté por la del banco porque cubría absolutamente todo. Eso fue en 1998. A partir del segundo año de la carrera me volví voluntaria académica del Robert Reid, me integraba en las rondas médicas con la doctora Cristina Contreras, a la entrega de guardia siete de la mañana, era la mascota de los médicos ayudantes.  Recuerdo que todos se sentaban en la parte trasera del Salón Miranda a hacerles preguntas a los residentes, y fui aprendiendo tanto, era una osmosis para mí de ciencia, escuchar a esos profesionales de la pediatría dominicana. Duré cinco años siendo voluntaria. Del INTEC salí Magna Cum Laude”.

5. Pasantía en El Pino

Hice mi pasantía de ley en El Pino, Dajabón, el Ministerio de Salud Pública decía que mientras más lejos uno la hiciera, obtendría más puntos, entonces me fui para la frontera, mi mamá estaba asustada, pero me fui. En ese momento me dio abrigo la doctora Maritza Gómez, hermana de mi papá, quien reside junto a su familia en Santiago Rodríguez. Fue muy bonito vivir en el centro de El Pino, trasladarme en motor, jugar pelota con los muchachos, ir a la escuela a poner flúor e ir a misa con la gente del sector para poder ser parte de ellos. Los niños me buscaban, muchas veces caminaban a mi lado cuando iba hacer una visita domiciliaria, iban detrás de mí jugando, voceando a los demás vamos con Wendy. Para Navidad mi mamá y hermano me visitaron, la gente se ponía contenta cuando íbamos a sus casas, eran gente humilde, buena que daban todo con amor”.

6. Residencia médica

Cuando finalicé la pasantía, pasé tres meses en el Hospital de las Fuerzas Armadas, luego apliqué en 2005 para el concurso de Residencias Médicas y quedé en primer lugar. Como podía elegir el hospital, obviamente elegí el Robert Reid, lo conocía, era mi casa, es mi proyecto de vida, es donde hay tanta necesidad que hace que uno se entregue. Aunque se escuche un poco fuerte, puedo decir que he tenido parejas, amigos, a mi hermano, pero cuando no están siempre está el trabajo, es lo único que nunca me ha fallado. Si un sábado a las once de la noche me siento sola, en el Robert Reid siempre encuentro que hacer, es algo bueno tener esa seguridad de que te van a recibir. Ahí me detectó la doctora Paulino, famosa hematóloga a nivel pediátrico. Un día me dijo Wendy te vas a estudiar Hemato-oncología Pediátrica, el St. Jude Children’s Research Hospital te eligió para una beca de tres años en la Unidad Nacional de Oncología Pediátrica de Guatemala, ella había enviado mis documentos sin yo saberlo”.

7. Grata experiencia

En Guatemala fue una experiencia increíble, era la primera vez que vivía sola, tenía mi propio departamento en un país que no era el mío. Fue muy bonito el trabajo, lo que aprendí, fue un honor relacionarme con personas que para la clase médica de la oncología son reconocidos a nivel mundial, maestros de Europa, Estados Unidos, Canadá, Centroamérica que hoy son los que más publican sobre cáncer infantil. Los dos años y medio en Guatemala tuve el aprendizaje integral para mi profesión de hoy en día. El mismo programa incluía tres meses en el St. Children’s en Memphis, un mes en Peoria Illinois y tres meses en la rotación en el Hospital San Gerardo-Monza en Italia, para ello tuvimos que estudiar italiano.

8. Llegada a Santo Domingo

Regresé al país el dos de diciembre de 2012 recién graduadita, deseando hacerlo todo, comerme el mundo. En el Robert Reid ya había un equipo muy bueno de profesionales, lo que hicimos fue internacionalizar el programa, aplicar los conocimientos aprendidos. Empezamos a participar en más proyectos a nivel global, creando el primer Programa de Paliativos Pediátricos del país, de hecho único en cuidados paliativos oncopediátricos. El St. Jude Children’s vía la Fundación Amigos Contra el Cáncer Infantil, FACCI me nombró directora clínica del Global Program para la República Dominicana, empecé hacer mi trabajo, fue visible, diferente, un poco revolucionario, tuve que enfrentar a muchas personas, a algunos colegas, a nadie le gusta el cambio. No soy persona que cae lo mejor del mundo, ni monedita de oro, pero hago mi trabajo, no voy a un sitio a hacer amigos, sino a trabajar”.

9. Llegada al INCART

Soy la gerente de Pediatría del INCART. Recuerdo que en julio de 2015 fui llamada por la doctora Catalina González, reconocida oncóloga dominicana de adultos, quería que fuera al INCART. La forma en que la conocí fue un poquito chocante, como suelo vestir muy sencilla, colegial, pantalones caqui, zapatos de escuela y un polocher, recuerdo que cuando llego al lobby como que me vieron raro, les dije que venía a una cita con la doctora González, me dijeron que esperara unos minutos, había mucha seguridad, era muy medido el flujo de entrada, entonces al final me mandaron un edecán. Cuando entré a su oficina ella se para, empieza a poner su bata, se me queda viendo, me le quedé viendo también, y sin saludar le dije qué esto que ve es la doctora Wendy Gómez, que si prefería me retiraba. Ella sumamente sabia y diplomática sonrió, terminó de ponerse la bata y me dijo vamos a volver a empezar, yo soy Catalina, ven a conocer el instituto. Lo recorrimos, cuando entramos al área infantil recuerdo todas las paredes en blanco, muebles caídos, nada en su sitio. Al final le pregunté quién me recomendó, ya que yo no hacía medicina privada, me explicó que vio mi labor desde mis redes sociales, que solo deseaba que lo mismo que hacía en el hospital infantil lo hiciera en el INCART, que me encargara de dirigir, que iba a tener un centro pediátrico. Este centro es mi bebé, creado en papeles y a nivel operativo por mí. En menos de 5 años se ha posicionado en el primero de la red de autogestión y el segundo de la red pública de salud, y va a seguir creciendo por la mirada y el apoyo de Doña Raquel Arbaje, quien se ha visto sensibilizada y llamada a colaborar con esta noble causa, su familia fue tocada por el cáncer infantil, el hijo de uno de sus hermanos lo padeció y como familia han deseado formar parte de esta revolución también”.

10. Fallecimiento de su madre
Mi madre enfermó, ya venía mal desde 2010 que tuvo su primera cirugía a corazón abierto. En 2017 tuvo una caída, se rompió su cadera y cayó en cama. También tuvo una situación a nivel cerebral. La mudamos al edificio del frente donde vivo, le monté una clínica en la habitación principal con todo lo que necesitaba, mi hermano y yo le ofrecimos todo lo que pudimos para que estuviera lo más cómoda posible. Fueron dos años y medio en eso, hasta que falleció un 4 de enero. Con ella apliqué los cuidados paliativos que utilizo con mis pacientes, manejo del dolor, de síntomas, acompañamiento en la muerte. Mucha gente me criticó que estando mami en su ataúd en la Blandino fui atender una emergencia al Robert Reid. Resulta que cada seis de enero, la entonces primera dama doña Cándida Montilla visitaba el hospital con mucha escolta, en esa área no puede entrar todo el mundo, tenía miedo que me infectaran los niños. Como mami falleció un 4 de enero, la íbamos a enterrar el seis, la directora del hospital que no sabía que había fallecido, pues fuimos muy discretos con eso me llamó para que como cada año fuera a controlar mi área. Recordé que hacía tres años me habían llamado para controlar la escolta de la primera  dama y les dije que era sábado, que buscaran otra persona. Cuando mami me escuchó me dijo que al trabajo nunca se le dice que no, por eso cuando me llamaron del hospital se lo dije a mi hermano y él me dijo que fuera, que la misa iba ser a las once de la mañana, entonces cogí un carrito público y resolví. Al final, luego de que todos se dieran cuenta de que mami acababa de fallecer, les expresé que no se preocuparan que estaba cumpliendo con mi deber, que mami estaba ya en el cielo. Luego me fui a la misa. Esa fue la crianza que recibí de mi madre, el trabajo ante todo. Para mí eso fue bonito, pude darle a ella esa despedida…trabajando”.

Un Propósito de vida

Impactar la oncología pediátrica en la RD

Mediante la concientización sobre el cáncer en niños, niñas y adolescentes, la creación y propuesta de políticas públicas que impacten en la mejora de la calidad de vida de los niños y familias que enfrentan esta temible enfermedad, la aplicación de la ética, la protocolarización del diagnóstico y tratamiento, la disciplina, la empatía y el respeto; la Dra. Wendy Gómez García espera revolucionar la lucha contra el cáncer infantil en la República Dominicana, por lo cual día tras día más allá de una mera práctica clínica trata de continuar el quehacer científico mediante publicaciones, investigaciones, conferencias, discusión de casos clínicos a nivel internacional y la educación continuada. La Dra. Gómez resultó seleccionada en 2021 entre más de 70 aplicaciones  a  nivel mundial, como ganadora de una beca para cursar el Master en Medicina Infantil Global en el St. Jude Graduate School of Biomedical Sciences de los Estados Unidos, cuenta con el apoyo y respaldo del MESCyT, de la Primera Dama la Sra. Raquel Arbaje y el Servicio Nacional de Salud. Con los conocimientos adquiridos espera continuar aportando y fortaleciendo las redes de apoyo a nivel nacional para que todo niño, niña y adolescente con cáncer se vea beneficiado de más y mejores servicios principalmente en la red pública del país desde la atención primaria para el diagnóstico oportuno hasta el más alto nivel de atención para ofrecer mejor abordaje en el tratamiento y el soporte holístico que los niños merecen. Grandes planes, grandes sueños en pro de los niños con cáncer.

Orgullo
Estoy muy orgullosa de la madre que tuve, soy lo que soy por ella, la profesora María Cristina García, ella me formó, fue mi inspiración”.

Compromiso
Desde pequeña iba con mami al Oncológico Heriberto Peter y al Robert Reid Cabral. Para mi ir a un hospital era un deber como ser humano”.

Ayuda
A partir del segundo año de la carrera de medicina me volví voluntaria académica del Robert Reid, era la mascota de los médicos ayudantes”.

Satisfacción
Hice mi pasantía de ley en El Pino, Dajabón, tuve el honor de aprender de su gente, de sus costumbres, fue para mí una experiencia única”.

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