Leandro Guzmán Rodríguez fue un símbolo de la resistencia contra la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo Molina.  Falleció el sábado a los 89 años de edad.

Fue ingeniero civil e hidráulico. Nació en San Francisco de Macorís en el 1932. Agotó una gran trayectoria revolucionaria y política. Fue militante de Juventud Democrática  y fundador del colectivo de luchadores que organizó los primeros comités de la  Resistencia Interna.

Militó en el Movimiento 14 de Junio, primero, y en la Agrupación que adoptó como nombre la fecha de las expediciones de 1959. Alcanzó posición en la más alta dirección.

 

En entrevistas con el autor llegó a narrar como en la cárcel de la dictadura lo desnudaban, lo torturaban con electricidad en los testículos, en la silla eléctrica y las golpizas de la espalda la secaban con agua de sal.

Tras enviudar de María Teresa Mirabal se casó con Yolanda Garrido, viuda del capitán Juan de Dios Ventura, desertor de la tiranía y expedicionario de 1959. La pareja permaneció unida por 57 años.

En su libro “1J4 De Espigas y de fuegos”  testimonia el legado de su lucha, y la de su generación.

A los líderes del movimiento develado, los esposos Manolo Tavárez y Minerva Mirabal, los llegó a describir como “Señora Coraje” y “Capitán de los Silencios”. Un requisito de Minerva para que se casara con María Teresa fue la lucha contra Trujillo. Manolo nunca cedió a declarar pese a la fiereza de las torturas.

El 19 de agosto de 2014, El Caribe publicó, bajo la firma del autor, “Yolanda y Leandro: Una historia de amor”

Nos acercó el interés por los temas de la resistencia, la democracia y la libertad. Este interés nos unió en compartir familiar.

Esta es su historia:

Yolanda Garrido, quien quedó viuda del piloto desertor de la dictadura de Trujillo, Juan de Dios de Ventura Simó, y Leandro Guzmán, de María Teresa Mirabal, cuentan una historia que para ellos mismos es poco usual, como si fuera el guión de una película.

A las 4:43 de esa tarde Yolanda bajó la escalera del segundo piso de su residencia, y ya en un sofá de una amplia sala de estar le esperaba el hombre con quien habla hasta con las miradas.

Bien maquillada y perfumada, con atractivas joyas al cuello, y vistoso vestido, ella se sentó a su lado. Parece aplaudir al unir sus manos, y con la mirada al cielo se le observa en el rostro la satisfacción de alcanzar 50 años en un segundo matrimonio.

Leandro, con una voz firme, y un tanto menos expresivo al inicio, lo dejó todo muy claro de entrada, quería ser el padre de los hijos de Yolanda.

“Este amor es lo mejor porque Leandro es un hombre fiel, es un hombre que vive para su familia, para mí, que todos los gustos del mundo me los ha dado, viajé el mundo con él y sin él; me lo ha dado todo: cariño, amor. Todo lo que se le puede dar a una mujer él me lo ha dado”, narra ella.

“Habrá muchos matrimonios pero no creo que haya más felices que el de nosotros. Un matrimonio es bueno cuando las diferencias se superan de inmediato”, testimonia él.

A sus espaldas cuelgan en la pared muchos recuerdos, obras de arte; en mesa de centro, detalles de decoración y álbumes de fotografías, con momentos preciados que denotan el paso de los años, pero con las mismas sonrisas.

A esa felicidad se unió, al calor de la entrevista, su única hija en común, Leyandra, mientras conversaba en la tranquilidad del hogar, y dirigían las miradas al espacioso patio con las sillas vacías que en las noches ocupan amigos para conversaciones y momentos festivos.

Y realmente, Yolanda y Leandro tienen 52 años juntos. Los primeros dos años, no muy felices por la coyuntura de la época, fueron de noviazgo clandestino, y de visita de ella a diferentes cárceles para llevarle comida a él.

Clave

Coinciden en que la clave del éxito de su armonioso matrimonio ha sido el respeto mutuo. “Nunca hemos tenido un inconveniente que no haya sido resuelto el mismo día porque nosotros nunca hemos estado enemigos, gracias a Dios”, celebra Yolanda con un ligero movimiento de cabeza a ambos lados.

El respeta su forma de  vida y ella la de él. “A él le gustan sus libros y hablar por teléfono”, expresa.

Mientras él lee, ella ve telenovelas o se dedica a la lectura de textos cristianos. Profesan la religión católica y acuden a la iglesia Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote.

“Quiero decirle a Leandro que lo sigo amando desde el primer día hasta hoy, y que no cambie, que no se me ponga un viejo cascarrabias”, dice entre carcajadas y atenta a la reacción de su esposo.

Yolanda es una mujer muy activa. De lunes a viernes va al gimnasio y los fines de semana está ansiosa por volver. “Los ejercicios son mi alimento diario, tengo 50 años haciendo ejercicios”, agrega.

Desde novios

Duraron dos años de noviazgo, del 1962 al 64, días difíciles, con gobiernos temporales luego del derribo de la dictadura y del golpe de Estado contra Juan Bosch. Aunque creen que nadie lo supo, sospechan que Jimmy Durán lo imaginaba por las miradas que se daban en el Partido 14 de Junio.

La boda fue el 15 de julio de 1964 subrepticiamente, luego de cinco años de viudez de ella.  Después de casados cada quien se fue para su casa. Él salió al exilio, porque próximo al 26 de julio, aniversario del asalto del cuartel Moncada en Cuba, se temía persecuciones aquí. A menos de un mes se juntaron en Jamaica,  donde pasaron diez días y allí fue su luna de miel.

Luego se encontraron en México, donde duraron dos años, y ya Leandro había logrado algún trabajo para sobrevivir.

A  los cinco meses de estar allá Leandro hizo contactos con Lázaro Cárdenas, el último general de la revolución mexicana, quien acogió a la pareja de esposos como un padre. Desde Santo Domingo, a través del Partido 14 de Junio, ya habían tenido comunicación.

Por cinco décadas las relaciones entre ellos se ha mantenido por intermedio del hijo de Lázaro, Cuauhtémoc Cárdenas, quien es su compadre.

Y precisamente por esa relación que alimentan con hasta tres llamadas al mes, Yolanda y Leandro acaban de regresar de México, donde celebraron juntos los 80 años de edad de  Cuauhtémoc y los 50 de su matrimonio.

Para poner fin a su exilio, la pareja regresó al país en el 1966 cuando gobernaba interinamente Héctor García Godoy. Leandro comenzó a trabajar en la construcción de presas, conocimientos que adquirió al cursar una maestría en la Universidad Nacional de México (Unam), por gestiones del general Cárdenas.
Trabajó en gobiernos del doctor Joaquín Balaguer, quien lo citaba cuando recibía ataques de que perseguía a comunistas.

“Cuando llegamos aquí fue que logramos el embarazo de Leyandra, yo tenía mis primeros dos hijos y seis embarazos de Leandro, que hubiera tenido una familia muy bonita. No se dieron cinco, Leyandra fue la sexta, pero fueron ocho embarazos que tuve, incluyendo mis dos hijos grandes, los de Juan de Dios”, explica.

Recuerda que en sus primeros años de casada sufría mucho porque no podía darle un hijo a su marido, que ya tenía a Jaqueline, la hija de María Teresa Mirabal.

“Él quería un varón, pero no pudo ser y el único varón que tiene es el hijo mío, el de Juan de Dios, que lleva el mismo nombre”, añade.

Los hijos de Yolanda y Juan de Dios, asumidos como hijos por Leandro, le han aportado nietos.

Por Mary Lois son abuelos de Siljan Ventura, quien estudió comunicación y por parte de Juan de Dios hijo, Jaidi y Larimar Ventura Frías, actriz y diseñadora, respectivamente. Han hecho vida en los Estados Unidos.

En tanto, los nietos por Jaqueline, la hija de Leandro y María Teresa Mirabal, son Leandro Arturo y María Teresa Albaine Guzmán, ingeniero civil y economista.

Historia de Yolanda

Yolanda se había casado a los 21 años con Juan de Dios Ventura Simó. En marzo del 1959, sin aviso explícito a su esposa, Ventura, capitán de la Aviación Dominicana, desertó y abandonó en Puerto Rico el avión que piloteaba. Se unió al grupo de dominicanos y extranjeros que entrenaba guerrilla para venir con la intención de derrocar al dictador Trujillo, como ocurrió en junio de ese mismo año. Ventura sufrió unas de las más terribles torturas. Ramfis Trujillo, el hijo del tirano, le pasó una plancha caliente por su cuerpo. Le arrancaron dientes, uñas, cabellos. Finalmente, de acuerdo a la versión más socorrida, fue lanzado al mar, pero el régimen simuló que el expedicionario y exmilitar murió en acrobacias aéreas.

Yolanda era hija de un alto funcionario de Trujillo, Víctor Garrido (una calle lleva su nombre en Piantini), por lo que fue responsabilizado de las actividades en la que pudiera involucrarse ella.

Historia de Leandro

El 14 de febrero de 1958 el ingeniero Leandro Guzmán contrajo matrimonio con María Teresa Mirabal. Ella y otras dos hermanas, Patria y Minerva, fueron asesinadas a palos por la tiranía trujillista, el 25 de noviembre de 1960, cuando regresaban de visitar de la cárcel de Puerto Plata a sus esposos Leandro, Pedro González y Manolo Tavárez Justo. De la unión de María Teresa y Leandro nació Jacqueline el 17 de febrero de 1959.

Leandro define la situación que atravesó como el tránsito por un túnel oscuro y difícil donde no se le veía ni las manos. El trayecto siente que lo caminaba acompañado de otra persona, y al llegar al final, a la luz, notó que era Yolanda.
Estuvo muchas veces preso, una de las más terribles fue a partir de enero de 1960, cuando descubre en Mao el movimiento clandestino 14 de Junio, liderado por Manolo y Minerva. El nombre del grupo se lo puso Minerva en honor a las expediciones de 1959.

¿Cómo ustedes se conocieron?
En el mitin de Manolo en el 1962. Luego nos hicimos amigos, y ella pasó a ser mi secretaria en la agrupación política 14 de Junio- dice Leandro.

¿Y cómo inició la relación de amor?
No me atrevía a decirle nada, solamente la miraba, no encontraba la forma de hablarle sin faltarle el respeto a la viuda de un compañero mío (amigo de infancia en San Francisco de Macorís) que había muerto en la lucha por un país mejor- agrega.

¿Y luego qué pasó?
Entonces un día le dije que me gustaría ser papá de los hijos que ella tuvo con Juan de Dios. Es muy difícil que se junten dos viudos de las condiciones de nosotros, que fuimos pareja de dos personas asesinadas por una tiranía.

¿Cómo fue su boda?
Nos casamos a las 9:00 de la noche y las únicas personas que nos acompañaban eran papá, mi hermana y el sacerdote que nos casó en la parroquia San Antonio, cerrada, todo era clandestino- responde Yolanda.

¿Qué recuerda de su primer encuentro?
Él me conoció en el mitin del 62. Yo regresaba con Viriato Fiallo y doña Ángela Ricart. Luego fui secretaria del Partido 14 de Junio, trabajé en todo. Leandro era el secretario general y Jimmy Durán el subsecretario. Yo era asistente de los dos. Ahí fue que nos conocimos y de tanto vernos, el hombre comenzó a darme “vistilla” y llegó el momento que me la dejé dar.

Por: Fernando Quiroz

 

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