Mejía Jabid fue condecorado por su trayectoria en el karate, al que le he dedicado toda su vida, al igual que la medicina

Recibir el reconocimiento como Maestro de la Medicina Dominicana, constituye para el doctor Eduardo Mejía Jabid un escalón más en su vida profesional y un reto que debe defender ante los estudiantes y sus compañeros, por considerar que es producto del trabajo, la dedicación y la constancia durante su trayectoria profesional.

El especialista en otorrinolaringología atribuye su iniciativa de estudiar medicina a la influencia de su hermano mayor, el doctor y profesor universitario Julio Ramán Jabid, a quien ayudaba en las consultas y en los quirófanos del hospital y de la clínica donde trabajaba. De su infancia en el barrio San Carlos, recuerda que tenía que pelear todos los días, ya que para esa época los “muchachos” marcaban su territorio y nadie podía pasar de una calle a otra sin que se produjeran enfrentamientos entre los grupos.

1. Nacimiento
Mi madre me contó que nací en la Clínica Internacional, que quedaba en la Avenida Mella. Mi vida transcurrió en el barrio San Carlos, en donde tenía que pelear todos los días, ya que en ese tiempo los muchachos marcaban su territorio. Recuerdo que cuando los que vivíamos en la Calle Federico Henríquez y Carvajal cruzábamos por la Juan de Morfa teníamos que pelear con los de ese grupo, porque ellos de una vez nos agredían. Agradezco a mi padre que me crió con una gran fortaleza, él fue un poquito fuerte y se lo agradezco, porque de pequeño me enseñó a defenderme. Aunque soy hijo único de padre y madre, tuve dos hermanos de madre, el doctor y profesor Julio Román Jabid y Nelly Román Jabid, ambos fallecidos. Ellos me adoraban, me decían que había nacido en cuna de oro. Todas las fotos que tengo de mi niñez eran ellos que me las hacían”.

2. Progenitores
Mi padre, Eduardo Mejía Pérez era un hombre muy modesto, trabajó duramente para obtener una cierta posición económica, al igual que mi mamá. Mi padre, estuvo preso varias veces, una vez fue apresado y llevado a la Cárcel La 40, donde permaneció hasta 1961. A su salida se encontró con un amigo del Movimiento 14 de Junio, don Apolinar Hernández, con quien formó una empresa de ventanas y puertas de aluminio. A partir de ahí comenzó su bonanza económica. La compañía tuvo mucho éxito, se subdividió en cinco industrias más. Ya esas empresas desaparecieron, porque al desaparecer ellos, no pude permanecer en la dirección y continuar con las consultas en la clínica y en el hospital. Además, en aquel tiempo las compañías chinas empezaron a traer al país artículos de muy mala calidad y a muy bajo precio, entonces era imposible competir y decidí cerrarlas y dedicarme por completo a la medicina. Mi madre, Adel Jabid era hija de un emigrante árabe, que vino en barco con Salomón Dauhajre a aventurar y se quedó. Me contó un hijo de Salomón que entraron por Haití, pero no les gustó, entonces vinieron a la República Dominicana e instalaron negocios en la Avenida Mella. Mamá falleció cuando yo tenía doce años, digo siempre así porque ella nunca dijo su edad, nunca vimos su cédula ni su acta de nacimiento y cuando le hablaban de edad enseguida cambiaba el tema”.

3. Estudios
Mis estudios comenzaron a los dos años para que no estuviera en la casa. Estudié en el Colegio La Candelaria, en San Carlos, en donde me decían que iba a ser sacerdote porque dizque parecía un santico. La secundaria la realicé en el Colegio Evangélico Central hasta el tercero, de ahí pasé al Colegio Santa Teresita, donde finalicé. Cuando llegué a la escuela, la directora, doña Lourdes me dijo que en el colegio no se permitía tener amores, que a mí se me veía la cara de que gustaba. Recuerdo que fui el primero que tuvo amores conocido por todo el mundo. Del Santa Teresita guardo muy buena amistades, hoy en día excelentes profesionales, nos reunimos con frecuencia, entre ellos está el doctor Baldemiro Vólquez que es mi compadre dos veces. Luego me inscribí en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) a pelear por el medio millón”.

4. Historia triste
Mi papá fue preso político toda la vida. Era un gran filósofo y un gran filántropo dedicado siempre a los mejores servicios de la Patria, puesto que desde 1939 comenzó a caer preso, conoció todas las cárceles del país. La última vez fue llevado a la Cárcel de La 40, donde fue torturado, vejado… Para ese tiempo yo tenía 10 años. Recuerdo que cuando fui a verlo le dije que todos los días soñaba lo que le hacían, entonces él me dijo que no hablara nada, que habían micrófonos en las paredes, me dijo que él nunca haría nada que pudiera avergonzarme. Cuando pudo salir de ahí, fue cuando conoció al socio. Una historia triste. Recuerdo que los calieses estaban por los alrededores de la casa, andaban en carritos Volkswagen, mi madre no podía soportar el tucutú de esos carros que pasaban continuamente por mi casa mirando por la ventana a ver en qué estaban”.

5. Estudios universitarios
Estudié la carrera de Medicina en la UASD, pertenecía al Movimiento Popular Dominicano (MPD), de la rama guerrillera con Héctor Mella, participábamos en la revolución en ese tiempo. En una ocasión saqué al Moreno de la universidad, estaba cerrada y rodeada de policías, él iba acostado en el asiento de atrás de mi carro. Recuerdo que me decía dobla a la derecha, dobla a izquierda, me iba guiando por donde doblar, lo llevé por Los Mina, ahí lo dejé y jamás lo volví a ver. También saqué a Otto Morales, que después lo mataron en la universidad. Cuando terminé mis estudios universitarios, mi papá me dijo que ya le había demostrado que era inteligente, me pidió que me dedicara a las industrias, que iba a estar conmigo seis meses y que después la dejaría en mis manos. Le contesté que me había inscrito en la Universidad Complutense de Madrid, España, que me iba con el pasaje de ida, que no iba a regresar. Cuando llegué al Aeropuerto de Barajas me pregunté qué hacía yo ahí cuando lo tenía todo en mi país, cuando mi papá me ofreció de todo para que no me fuera, pero al mismo tiempo pensé que tenía que superarme y echar hacia adelante por mis propios méritos y aquí estamos. Él falleció a los muchos años, tuve la oportunidad de darle la satisfacción que se merecía por todo su sacrificio”.

6. Mentor y guía
Mi hermano Julio Román era otorrinolaringólogo, catedrático universitario, era una eminencia. Gracias a él me fui por la rama de la medicina, hacia la otorrinolaringología. Él fue mi mentor y guía. Cuando en el Colegio Universitario empezaron a implementar las pruebas de aptitud, me salió que podía estudiar de todo, menos medicina. Aunque en ese tiempo mi hermano estudiaba su especialidad fuera del país, entre España y Estados Unidos, me fui hacia la medicina. Recuerdo que mi papá me decía, mira mi hijo, no sé si voy a estar vivo o cuándo me vayan a matar, la medicina te dará la oportunidad de ejercer en cualquier país, es una profesión bastante segura. Cuando terminé la carrera, iba a estudiar siquiatría, pero cuando hacía la pasantía en el Hospital de Los Minas, veo que tengo muchas facilidades con las manos, me comenzó a gustar la cirugía, empecé a ayudar a mi hermano en el hospital y en la clínica donde trabajaba, entonces me dije por qué no estudiar otorrinolaringología. Es ahí donde empezó mi amor por la otorrinolaringología”.

7. Enseñanza
En 1976 me fui a Japón, ya era médico. Soy el único dominicano que se examinó de Cinta Negra y que alcanzó el segundo grado en esa disciplina en ese país. Además soy el único diplomado en armas japonesas. Después me dediqué a la enseñanza de esa disciplina en conjunto con la medicina y así he pasado todos estos años, fundando varios estilos como el Shorinji Ryu, Karate dos, Yoko Canquen Kuyuku, y ahora el Skif Shotokan, el más grande del país. A través de esta disciplina japonesa hemos rescatado de la indigencia a más cinco mil 500 estudiantes, a quienes les hemos enseñado a comportarse en la sociedad. En cuanto a la medicina, impartí clases en la mayoría de las universidades del país por más de 22 años.

8. Impacto
Un caso que me impactó mucho fue trabajando en el Hospital Moscos Puello, donde tenía dos salas de internamiento. Recuerdo que interné a un señor al que operé, él era diabético, se le había disparado la diabetes, los residente de Medicina Interna no lo atendieron porque decían que ese paciente pertenecía al área quirúrgica, mientras que los residentes de Cirugía decían debía ser atendido por especialistas en diabetes y tampoco lo asistieron. Recuerdo que la hija de ese paciente vino a verme, le dije que no trataba temas del hospital en la clínica, que no quería malos entendidos, que lo vería al día siguiente. Cuando al otro día fui a verlo al hospital me encontré con que el paciente había muerto, lo dejaron morir. Eso me impactó de tal forma que dejé de operar por muchos años. En el Moscoso duré más de 40 años hasta que me jubilaron en 2017.

9. Esposa e hijos
Tengo cuatro hijos de dos matrimonios. Mi hija mayor Adel, mi amor, mi única hembra. Eduardo es cirujano plástico, tiene su proyecto a parte después de trabajar con nosotros. El otro varón de mi segundo matrimonio es Alan, ingeniero industrial, es quien administra la clínica y Ariel es profesor en la universidad de Michigan, Estados Unidos. Todos han tenido que caminar por el camino correcto, porque esto es un patriarcado, ellos fueron educados de la misma forma que me educó mi padre. Mi padre no falló, por qué iba a cambiar yo. Mi esposa Miriam es coadministradora de la clínica, siempre está aquí ayudándonos, es licenciada en Finanzas y en Contabilidad, con maestría en Administración Hospitalaria.

10. Reconocimientos
Fui reconocido por la embajada de Japón con la Orden Rayos de Plata”, soy el último que condecoró el emperador Akihito, me dijo el embajador que era muy importante, porque era la última condecoración que concedía antes de abdicar como emperador emérito. Esa condecoración fue por mi trayectoria en el karate, al que le he dedicado toda mi vida, al igual que la medicina, porque lo practico desde 1969. También fui honrado hace poco por la Shotokan Karate International Federation Skif en el país. Presidí por tres años consecutivos el Salón de la Artes Marciales, fue una experiencia muy linda, a través de ella reconocimos y honramos la trayectoria de esos atletas que, prácticamente estaban en el olvido y que nunca habían sido reconocidos. El Colegio Médico Dominicano (CMD) me reconoció como Maestro de la Medicina Dominicana, es un premio al trabajo, a la dedicación, a la constancia, es el grado más alto que se obtiene en una profesión. Ese premio no significa que lo sé todo, sino que es un escalón más en mi vida profesional, es un reto más, porque ahora debo defender ese premio ante los estudiantes, los compañeros, demostrarle que lo merecí por mi trabajo, por mis esfuerzos, por mis estudios…

Historia de la clínica

Otorrino fue fundado en 1981, pero abrió sus puertas en 1983, cuando regresé, luego de realizar mis estudios fuera del país. Mamá había comprado este solar, pensaba poner una tienda abajo y un consultorio arriba para mí y mi hermano. Recuerdo que le dije que no podía tener un consultorio aquí, que quería tenerlo en las clínicas que estaban circunscritas en Ciudad Nueva, esto aquí era todavía caliche, avenidas que aún no estaban entalviadas.

Le dije a mi madre que si hacíamos consultorios, teníamos que hacer quirófanos, porque no iba a poder estar cargando los equipos que usaba de un sitio a otro, entonces así fue surgiendo la clínica, con un médico de cada especialidad y con todos los equipos que había traído al país, y que en aquellos tiempos, que los médicos ni siquiera sabían que existían.

Con la afluencia de los pacientes tuvimos que ir aumentando los servicios, hasta ahora que somos más de 50 médicos. Me siento orgulloso de que introdujimos al país muchos equipos de alta tecnología y generación.

Ayuda
Saqué al Moreno de la UASD, estaba rodeada de policías, él iba acostado en el asiento de atrás de mi carro. También saqué a Otto Morales”.

Logro
En 1976 me fui a Japón, ya era médico, soy el único dominicano que se examinó de Cinta Negra y que alcanzó el segundo grado en esa disciplina en esa nación”.

Honor
La embajada de Japón me entregó la Orden Rayos de Plata”, soy el último condecorado por el emperador Akihito antes de abdicar como emperador emérito”.

Gratitud
Agradezco a mi padre que me crió con una gran fortaleza, él fue un poquito fuerte y se lo agradezco, porque de pequeño me enseñó a defenderme”.

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