Miriam de Gautreaux fundó en 1969 la Escuela María Trinidad Sánchez, la primera de capacitación femenina en el país

La mayoría de los grandes reposteros que hoy en día trabajan en repostería pasaron por las aulas de la maestra Miriam de Gautreaux.

Fue a través de sus cursos que su masa de bizcocho también se introdujo en los Estados Unidos, donde se convirtió en el más demandado y fuente de una serie de reposterías que especifican en sus letreros su procedencia dominicana.

Esta exponente del arte de la repostería tiene el mérito también de ser la fundadora de las Escuelas de Capacitación Femenina, que luego se convirtieron en fuente de emprendedurismo para hombres. Además, la trayectoria de Miriam de Gautreaux comprende la publicación del primer libro de ese género en el país al que tituló “La magia del azúcar”, a través del cual extiende su vocación docente.

1. De familia cibaeña

Nací en Santiago, de familia cibaeña. Mi padre Heberto Antonio Martínez nació en San Francisco de Macorís, era ingeniero industrial, y mi madre, Cristina Hernández Tavárez, de Santiago, específicamente de Gurabo. Era una mujer muy bonita, bordaba precioso, cosía, hacía toda clase de manualidades. Me crié en una casa donde había ingenio. Mi hobbie es coser, me encanta diseñar ropa, pero mi trabajo es la repostería. En Santiago estuve hasta los 4 años, porque mi padre tuvo que venir a la capital en el 44, él fue quien instaló gran parte de la electrificación del país. Llegamos justamente para el aniversario de la Independencia. Para mí fue impresionante ver los fuegos artificiales que tiraron en el Malecón, vivíamos en la Palo Hincado, esquina Federico Portes, al lado de la Puerta de la Misericordia, luego nos mudamos a la Pasteur cuando tenía 13 años. Siempre viví cerca del Malecón, por eso tuve la experiencia de ver hacer el rompeolas del Malecón, un recuerdo que no olvido es cuando escuchaba las máquinas día y noche dragando para hacerlo, como tampoco olvido cómo se destruyó por el paso de un ciclón que hubo antes de David. Como mi papá tenía carro los domingos salíamos a pasear por el Malecón, también íbamos al cine, específicamente al Olimpia”.

Doña Miriam agradece a Dios nunca pasar necesidades

2. El recuerdo que más ama

El recuerdo que más amo en mi niñez era cuando iba a pasar las vacaciones a Gurabo con mis primas y primos. Recuerdo que las noches de luna caminábamos por la carretera hacia la casa de mi tío que vivía a un kilómetro, durante el trayecto íbamos cantando y bailando la canción de la película Lilith. En Gurabo tenía 3 tíos, pero donde me quedaba era en la casa de mi tía María Hernández de Morales, hermana de mi mamá. Recuerdo inmensamente haber visto cuando el tren venía por los rieles, en esa época había uno que viajaba desde Sabana de la Mar hasta La Vega, los rieles pasaban por el frente de la casa de mi tío. Nosotros corríamos a los secadores de cacao para subirnos ahí a decirle adiós a la gente que iba en el tren”.

3. Agradecida a Dios

Cuando niña nunc pasé necesidades gracias a Dios, lo tuve todo, hasta un carro para niños, era el único que había en el país. Cuando el Centenario, Trujillo trajo ese carro, lo rifó y se lo sacó un señor de escasos recursos, entonces papá se lo compró. En ese carro salíamos a la calle mi hermano Fausto y yo, él lo manejaba y yo iba atrás, tenía como un asientico donde me montaba con mi muñeca. Como mi papá era ingeniero le puso luz, bocina e hizo un carro espectacular, tengo fotos de él. Cuando crecí lo manejaba yo porque mi hermano no cabía en él, era un carro de metal, de metro y medio más o menos”.

Doña Miriam ha recibido muchos reconocimientos por su arduo trabajo

4. Estudios

Entré a la escuela a los 7 años, en mi tiempo era a esa edad, pero para entonces mi mamá me había alfabetizado, sabía leer bastante. El primer año lo hice en el Colegio Regina Angelorum, que luego lo convirtieron en un monasterio, entonces me pasaron al Colegio Serafín de Asís en la calle Las Mercedes. Allí tenía muchas amiguitas, las hijas de los árabes que habían venido al país estudiaban en el Serafín, entre ellas las González Cuesta del Supermercados Nacional. A esas niñas les decíamos las turquitas, porque para sus familias llegar a América tuvieron que hacerse pasar por turcos. En el Serafín estuve hasta el 8vo. grado y el bachillerato lo hice en el Instituto de Señoritas Salomé Ureña. En ese tiempo, a mi juicio había discriminación porque dependiendo del colegio que venían lo ponían en el primero A, B, C y del D en adelante era para quienes venían de las escuelas públicas. En el Salomé Ureña recibí una educación hostiana, nos enseñaron a leer, recitar, bordar, pintar, hasta bailar, teníamos unas maestras de baile españolas excelentes”.

Miriam de Gautreaux escribió el libro «La magia del azúcar», del cual ya va por el tomo V

5. Gran experiencia

Como mi papá era ingeniero industrial, se encargaba de instalar luz en todo el país, por eso llegamos a vivir en muchos lugares. Vivimos un tiempo en Jarabacoa donde una señora llamada Lucía Gallardo tenía un pequeño hotel. Recuerdo que jugaba al “cocinao” con Margarita, hermana de Josefina Martínez, creadora de la Industria Miss Kay. También estuvimos en San Juan de la Maguana, como mi papá estaba montando allá la Industria Sisal, nos fuimos a pasar unos meses allá. Tengo en mi mente esa impresión en el Salto de Jimenoa, como era una cueva y era muy difícil de bajar, mi papá me llevaba en los hombros”.

6. Niña privilegiada

Siempre fuí una niña privilegiada, era la más pequeña de 3 hermanos, el mayor Oscar Heberto me llevaba 10 años, era ingeniero, pero murió muy joven a los 54 años. Mi hermano menor Fausto me llevaba 6 años, él es abogado, tiene 80 y pico de años. Como era la única hembra siempre me cuidaban y me consentían mucho. Fui una niña muy feliz. Mi hermano Fausto es muy culto, me enseñó a escuchar música clásica, también a papá le gustaban las óperas, me crié en un ambiente de cultura. También recuerdo que cuando papá trabajaba en la Cervecería Presidente, en mis vacaciones me llevaba al trabajo, en la empresa había un área verde muy grande y ahí jugaba con algunas amiguitas que invitaba. Había una mata de limoncillos dulcísimos, tomábamos refresco, malta morena, lo que quisiera porque mi papá era jefe de Mantenimiento de la Cervecería, donde duró mucho tiempo”.

Algunos de los reconocimientos otorgados a doña Miriam

7. Un don de Dios

Cuando mi hermano Oscar se casó tenía 26 años y yo 16, él y su esposa vivían en la casa. Cuando nació su primera hija Ana Cristina, con ella tuve mi primera experiencia como tía, pero también como madre, le daba la leche, ella era como mi juguete. Recuerdo que para su primer cumpleaños le hicieron una torta feísima y mal hecha. Siempre digo que nada sucede por casualidad, en ese entonces mi cuñada Socorro trabajaba justamente en una tienda donde vendía todos los artículos de repostería, entonces cuando mi sobrina iba a cumplir dos años le dije que comprara una masa para hacer el bizcocho a Ana Cristina, recuerdo que le hice uno con un ambiente campestre. También hice unas casitas con cartulinas y las pinté con acuarelas, el techo se levantaba a la mitad y dentro estaban los dulces. Para hacer el bizcocho tuve al mejor maestro que es Dios, ya que nunca fui a una escuela de repostería, lo que tengo es una gracia, un don que Dios me dio. Desde el segundo año de mi sobrina hasta ahora que tiene 60 años le hago sus bizcochos, cada año le hago algo diferente”.

8. Maestra honorífica

Soy fundadora de la Escuela María Trinidad Sánchez, la primera escuela de capacitación femenina en el país. Esta se creó en 1969, a través de un intercambio que hizo Balaguer con Venezuela. Las personas que mandaron para que dieran clases no quisieron porque no había fondos y tenían que ser maestra honorífica, entonces acepté. La escuela la fundamos para que la gente aprendiera, para que pudiera emprender un negocio, fueron miles de mujeres las que pasaron por mis manos. Luego le cambiaron el nombre por Escuelas Laborales, porque así se les permitía también a los hombres asistir a ellas. La escuela Paraguay nos prestó un aula y ahí comenzamos, después nos mudamos a la Escuela de Peritos Contadores en la Independencia, que era la casa de Japonesa Turbides. Hicimos la diligencia para que nos dieran ese local y ahí dábamos clases de repostería, guitarra, cerámica, costura, colchas, cortinas, cocina, peluquería, floristería, entre otros cursos, traíamos maestros de México que son grandes manualistas. Creo que lo que se recibe por gracia, por gracia debe de darse, por eso es que fui maestra de manera honorífica. De esa escuela salieron 13 más en distintos sectores del país. Cuando Peña Gómez fue síndico me fue a buscar a mi casa para que le creara una escuela en Las Cañitas, comenzamos con una tanda de 3 a 5 de la tarde. La escuela se hizo famosa, cada año hacíamos una exposición, convocábamos a la prensa y hacíamos un acto bien bonito. Trabajé 40 años en esas escuelas».

Miriam de Gautreaux

9. Mujer de izquierda

Desde mi adolescencia estaba metida en la política, mi hermano Fausto era de izquierda y me capacitó para que también lo fuera. Fui la número 3 de la Federación de Mujeres Dominicanas, pero desapareció cuando deportaron a mi hermano. Después de que mataron a Trujillo, el Consejo de Estado los deportó junto a Marcio Mejía Ricart, Hugo Tolentino, Vinicio Calventi, fueron 14 en total, la primera vez fue a Jamaica, después a Francia donde estuvo hasta que ganó Juan Bosch, cuyo gobierno permitió que regresaran. Después fui boschista, pero con mis ideas un poco más despierta porque veíamos en Balaguer la continuidad del trujillismo. A Juan Bosch lo tildaban de comunista, pero él nunca lo fue ni mucho menos su gobierno”.

10. Estadía en Venezuela

Cuando Juan Bosch era presidente nombró a mi esposo Bonaparte Gautreaux (Cabito) cónsul de Venezuela. Aunque nosotros ya teníamos planes de casarnos, lo hicimos primero por el civil el 13 de mayo de 1963 para hacer el papeleo como casados para irnos a Venezuela. La boda por la iglesia la hicimos el 9 de junio del mismo año en La Catedral, y el 14 de julio nos fuimos a Venezuela. Cuando le dieron un golpe de estado al gobierno, Cabito quería venir al país, pero el embajador le dijo que no, que se quedara para que recibiera a la gente del PRD que iba a llegar a Venezuela huyendo del golpe de estado. Recuerdo que todos los días íbamos al Aeropuerto de Maiquetía a recibir a esos dominicanos, la primera fue Milagros Ortiz Bosch y su esposo Juan Basanta. En eso salí embarazada, mi primer hijo es made in Venezuela, pero nació en Santo Domingo porque Cabito decía que su hijo tenía que ser dominicano nacido en la República Dominicana, entonces vine al país y di a luz con Guarionex López Rodríguez en la Maternidad San Rafael y volví a Venezuela con el niño de 28 días de nacido. Cuando regresamos de Venezuela tuve mis otros dos hijos, otro varón y una hembra. Después, el PRD mandó Cabito a estudiar Política a Costa Rica, pero como era un curso me quedé en la casa de mis padres.

licenciatura

Estudios de periodismo

Estudié periodismo, pero nunca lo ejercí, mis compañeros son los que hoy son directores de periódicos. Eso me permitió escribir mi libro de repostería “La mujer del azúcar” que salió en el 81. En ese desarrollé el programa completo desde lo básico hasta lo más avanzado en lo que es repostería.

Mi primer libro se agotó de inmediato, entonces tuve que sacar una segunda edición y ya voy por la 5ta. Además, impartía clases en los Estados Unidos desde el 77, iba en las vacaciones, la gente siempre me estaba esperando. También pertenecía a la Internacional Kennedy, una asociación de reposteros artistas del azúcar.

Destreza

“Mi madre Cristina Hernández Tavárez era de Santiago, específicamente de Gurabo, era una mujer muy bonita, al igual que sus primas. Ella bordaba precioso, cosía, hacía todas clases de manualidades”.

Matrimonio

“Cabito y yo nos casamos primero por el civil el 13 de mayo de 1963 para poder hacer el papeleo para irnos a Venezuela, porque el gobierno de Juan Bosch lo había nombrado cónsul en ese país”.

Llgada a la capital

«En Santiago estuve hasta los 4 años. Mi padre, que era ingeniero industria,l tuvo que venir a la capital a instalar luz, entonces llegamos en 1944”.

Recuerdos

«Llegamos a la capital en el aniversario de la Independencia. Fue impresionante ver los fuegos artificiales que tiraron en el malecón”.

Educación

«Entré a la escuela a los 7 años, en mi tiempo era a esa edad, pero para entonces mi mamá me había alfabetizado, sabía leer bastante”.

Militancia

Desde mi adolescencia estaba metida en la política, mi hermano Fausto era de izquierda y me capacitó para que también lo fuera”.

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