Para subir al cielo se necesita una escalera grande y otra chiquita, decía la canción infantil. Esa escalera grande para subir al cielo donde viven las películas eternas del mundo, esa que va de la alfombra roja a la esperanza de un mundo mejor, es la del afiche del 75 Festival de Cannes.

La fiesta de la poesía y el glamour hechos imágenes. La incesante e inacabada búsqueda de la expresión y la libertad seguras desde la tolerancia y la empatía, desde el respeto y la cultura. El viaje hacia allá arriba desde donde vemos la realidad y el pasado desde otro ángulo. La promesa de que la civilización acosada por la incultura y la guerra, sabrá al fin sobrevivir.

Todo eso dice el nuevo cartel, con el cual desde el martes 17 y hasta el sábado 28 de mayo celebrará Cannes la 75 edición del festival más importante del mundo.

Una nota de prensa dice que «como en 1939 y en 1946, el Festival vuelve a afirmar su fuerte convicción de que el arte y el cine es donde se desenvuelven la contemplación y la renovación de la sociedad. Y, sin embargo, se mantiene fiel a su compromiso fundacional consagrado en el artículo 1 de sus reglas: « El Festival International du Film tiene como objetivo, en un espíritu de amistad y cooperación universal, revelar y exhibir películas de calidad en interés de la evolución de el arte de la cinematografía»».

The Truman Show (1998), de Peter Weir y Andrew Niccol, con Jim Carrey tanteando al cielo, es un reflejo moderno de la caverna de Platón y la escena decisiva insta a los espectadores no solo a experimentar el límite entre la realidad y su representación, sino a reflexionar sobre el poder de la ficción, entre la manipulación y la catarsis. Así como Truman escapa de la falsedad mientras se eleva, el Festival, con su famosa alfombra roja ascendente, ofrece a los espectadores la verdad de los artistas cuando entran al teatro.

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